Las contradicciones de Mollà que deja al descubierto el ganadero de los burros
El ganadero asegura que fue la Conselleria la que se comunicó con él para el proyecto y no al revés, y que informó de la muerte de cada burro al director del parque desde el 4 de agosto
Una semana después de saltar el escándalo de la muerte de 11 burros en el parque natural del Desert de Les Palmes en extrañas circunstancias y dentro de un proyecto antiincendios auspiciado por la conselleria de Agricultura, el principal afectado, el ganadero Juan Lebrián, responsable del cuidado de los burros, ha roto su silencio. Y lo ha hecho para dejar en evidencia la versión dada por la consellera Mireia Mollà el pasado martes, según la entrevista que hoy publica el diario Las Provincias.
La primera mentira que deja en evidencia el ganadero es de quién partió el proyecto o iniciativa de llevar los burros al Desert de Les Palmes. Mollà en su rueda de prensa subrayó que en ningún caso la conselleria ha sido la promotora del proyecto, sino que fue el propio ganadero el que lo propuso. Incluso arremetió contra los medios por calificarlo de “proyecto estrella de la conselleria”. Pero el ganadero Juan Lebrián dice que fue al revés, que fue la conselleria la que contactó con él para llevar los burros.
Otro de los aspectos que deja al descubierto el ganadero es el desastre total de comunicación que hubo en la conselleria de Agricultura. Juan Lebrián asegura que comunicó todas las muertes de los burros al director general del parque, desde que se produce la primera el 4 de agosto. Pero según Mollà hasta el 22 de septiembre no llega la primera comunicación a la conselleria por parte del director del parque (comunicación que ni fue luego elevada a instancias superiores, la consellera se entera el 13 de octubre). La cadena de desinformación es evidente y una negligencia.
“Informaba al director del parque, pero luego ya nadie hablaba conmigo en ningún momento”, relata Juan Lebrián, y asegura que hasta “avisé al Seprona de la Guardia Civil”. “Yo alerté de todo y ahora me culpan de la muerte de mis burros”, se lamenta el ganadero a Las Provincias.
El ganadero además sospecha que pudo haber un envenenamiento o boicot como causa principal de la muerte de los burros, que recibió amenazas y una vez la valla estaba cortada y los burros dispersos. Además, los pollinos empezaron a estar nerviosos y estresados, a tener diarrea y empezaron a aparecer muertos en sitios extraños, como entre las zarzas o en el barranco. La causa de la muerte la deben determinar los análisis toxicológicos que se han enviado a un laboratorio. Mientras, el ganadero Juan Lebrián busca limpiar su nombre y asegura que los burros están en el refugio y bien alimentados.