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Caso IVAM: El escultor Fernando Capa tajante, las obras son originales

Detalló haber seguido rigurosamente a partir de los bocetos, dibujos, collages y maquetas originales los criterios de Rueda.

Gerardo Rueda trabajando en el Gran Relieve y la escultura Recuerdo, en la Fundición Capa en 1996

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Fernando García Bonet

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La primera jornada con comparecencia de testigos en el juicio que se sigue en la Sección 5ª de la Audiencia de Valencia por la adquisición de obra póstuma del Gerardo Rueda se ha saldado con la presencia de José Miguel García Cortés, que sustituyó a Consuelo Císcar por concurso tras su dimisión por motivos personales en 2014, Raquel Gutiérrez quién fuera mano derecha de la ex directora tras larga trayectoria a su lado y, en último lugar Fernando Capa, escultor y director de la

Fundición Capa e hijo del también escultor y profesor Eduardo Capa, fundador de los talleres en 1958 e íntimo amigo y colaborador habitual del artista.

Poco, o nada, relevante para esta causa ha aportado la declaración de García Cortés quien se ha limitado a responder sin demasiada precisión recurriendo al “no recuerdo” en numerosas ocasiones, absolutamente ajeno a cuestiones de procedimiento administrativo e incluso mostrando cierto desapego de su propia dirección del Instituto (que no acabó bien) y hacia Julio González, sobre cuya colección -pese a que le da nombre- no supo ser muy exacto.

Doctor en filosofía y profesor en BBAA fue el primer director del Espai d'Art Contemporani de Castelló en 1998 precisamente con el aval de Consuelo Císcar desde la Conselleria de Cultura que dirigía Manuel Tarancón. Y aunque es quien firmó la denuncia ante la fiscalía “por si del Informe de la Intervención General se desprendieran ilícitos legales” ha descargado su responsabilidad en su Director Económico, hoy Director de la Agencia Antifraude Joan Llinares, que asimismo depondrá como testigo en esta causa a propuesta de la acusación popular Acción Cívica a cuya constitución contribuyó en su día y con la que mantiene estrecha relación.

La de Raquel Gutiérrez resultaba más delicada. En primer lugar porque durante los diez años de mandato de Císcar gozaba de su total confianza y su autoridad delegada era incontestable para sus propios compañeros de trabajo, mientras evidenciaba la rivalidad con Lledó. Después porque tras la salida de Císcar y durante los primeros tiempos de Cortés mantuvo no obstante la dirección artística del museo.

Y finalmente porque sorpresivamente se vio investigada -junto a tantos más- por la Instructora hasta que, de nuevo sorpresivamente, su caso resultó archivado sin mayores explicaciones. Y no es lo mismo declarar como imputada que como testigo, esta vez obligada a decir verdad. En consecuencia, afirmó que se celebraron todas las reuniones de la comisión de adquisiciones y se respetó escrupulosamente el tracto administrativo, aunque la decisión última -indicó- corresponde a quien tiene que corresponder: a la Dirección. Lo que no es ni más ni menos que una obviedad.

Fuentes próximas a las defensas aseguran no mostrar la más mínima preocupación por lo acaecido por parte de sus patrocinados. Desde Arganda del Rey, donde la Fundición Capa cuenta con más de diez mil metros cuadrados y atiende cinco millares de trabajos anualmente, acudió Fernando Capa en la que prometía ser la declaración más relevante de la mañana. Y así fue, rayando la hora del almuerzo. El testimonio, como ya anunciaba ESdiario, resultó fundamental para la argumentación de normalidad que las defensas de los tres acusados proclaman. Dejó patente tanto su propia profesionalidad y los principios éticos de su negocio como un particular conocimiento de la obra de Rueda y aun su relación personal con padre e hijo (dijo conocer a José Luis desde que tenía 12 años).

Informó de la participación activa del artista en la confección completa del primer Gran Relieve -el después adquirido por José Guirao para el Reina Sofía y que denominan “maqueta”- y la selección en “la Chatarrería” de todo el material de desecho para confeccionar el resto de la serie que, lamentablemente, su autor no pudo completar y encargó finalizar su heredero. Como detalló también haber seguido rigurosamente a partir de los bocetos, dibujos, collages y maquetas originales y, lo que es más importante, de los criterios de su autor perfectamente conocidos en la

Fundición para llevar a escultura monumental sus creaciones. Para acabar sentenciando a preguntas del letrado Milans del Bosch, que las obras póstumas de Rueda producidas en su taller son, a su juicio, originales y auténticas.

Hoy declararán numerosos testigos, fundamentalmente, personal del IVAM en activo o responsables en su día de diferentes departamentos del museo.

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