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Caso IVAM. Guirao se inclina por la obviedad: “la clave está en la autorización”

El ex ministro comparece como testigo en el juicio sobre la compra por el Instituto Valenciano de Arte Moderno de obra póstuma de Gerardo Rueda

Caso IVAM. Guirao se inclina por la obviedad: “la clave está en la autorización”

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Fernando García Bonet

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El que fue primer ministro de Cultura de Pedro Sánchez, José Guirao, experto en arte moderno como también en gestión museística ya que ha sido Director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), ha comparecido como testigo en el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia en relación con la numerosa obra póstuma del artista Gerardo Rueda adquirida en 2005 y 2006 por el IVAM. Ha sido el último de una mañana que inició otro especialista, el galerista y como tal buen

conocedor del mercado del arte Diego López de Aragón. Así como personal del museo, en activo o ya retirado, de distintos departamentos; todos, como el primero y el último, con independencia de su perfil profesional en calidad de testigos, es decir de aquello que conocen objetivamente porque lo vieron o vivieron en relación con el tema, más allá de suposiciones u opiniones personales.

El galerista y anticuario Diego López demostró, efectivamente, el profundo conocimiento del mercado del arte, de sus fluctuaciones y motivos, y de los formalismos habituales -más que normas y lejos de ser reguladas legislativamente- a los que se ajustan la producción de obra seriada, así como los criterios por los que normalmente se admite la originalidad y autenticidad de una obra seriada, incluidas las realizadas tras la muerte del autor, por sus legítimos herederos. Testigo directo de la venta importante de una escultura monumental de Rueda a un coleccionista extranjero por valor de 800.000 dólares. En conjunto, a juicio de las defensas, una declaración testifical que refuerza, si es que no viene a coincidir, con las posiciones de sus propios representados.

La declaración del ex ministro -que la Instructora no apreció procedente en la fase de investigación- careció de nervio. Se remitió a lo más obvio considerando clave las autorizaciones previas suscritas por el artista en vida. Con carácter general y también para el caso que nos ocupa. Sin mayor incidencia pasaron sus elogiosas palabras sobre la segunda adquisición de obra monumental de Rueda y la oportunidad que suponía para el IVAM, contenidas en catálogos de difusión internacional y en revistas especializadas, de cuya autoría como es natural no se desmarcó. Renunciaron en la práctica las defensas a matizar si tenía pleno conocimiento de su condición de

obra póstuma mientras escribía al respecto. A juicio de otros expertos consultados, la respuesta solo hubiera podido resultar afirmativa.

Marta Arroyo, quien fue responsable del área artística del Museo en su día cuando se produjo la primera de las adquisiciones, estableció reparos de forma y alguno, menor, de fondo, aun insistiendo en no ser una “experta” lo que provocó alguna amable intervención de la Presidenta del Tribunal pidiéndole que expresara aquello en lo que recordara haber intervenido o conocido. No es el balance que las mismas fuentes hacen de las declaraciones hechas por Ana Valls -notablemente

elogiada por Juan Carlos Lledó en la suya propia- entonces Jefa del Departamento Administrativo y de las conservadoras Maíta Cañamás y Cristina Mulinas, quienes a su juicio aportaron más testimonios de regularidad que dudas sobre su incumplimiento.

El juicio continúa con la presencia de diversos agentes de la UDEF autores de numerosos oficios como resultado de sus propias investigaciones -algunas no sustanciadas más tarde en sede judicial- y la del que fuera Director Económico antes y después del mandato de Consuelo Císcar, hoy director de la Agència Valenciana Antifrau, Joan Llinares.

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