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Caso IVAM: Ronda de los Peritos

El juicio sobre la compra de obra de Gerardo Rueda por el Instituto Valenciano de Arte Moderno debate sobre los códigos éticos y la legalidad en una sesión singular.

Una de las obras monumentales de Gerardo Rueda.

Publicado por
Fernando García Bonet

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La jornada central del caso que se sigue en la Audiencia de Valencia por la adquisición de obra póstuma de Gerardo Rueda por el IVAM ha sido protagonizada por expertos, conservadores y profesores. Menos uno, en calidad de peritos. Otros expertos, teóricos o críticos, habituados a adaptar los hechos a sus ilusiones o sus fobias, titularon un cuadro festivo de Rembrandt “Ronda de la Noche”, porque presentaba una pátina superficial que oscurecía la intención del autor. Es un cuadro inmenso, de más de 15 metros cuadrados, datado en 1642 que se puede ver en el Rijksmuseum, del que se produjeron numerosas copias anónimas que resultaron, precisamente, muy útiles para recuperar su estado original.

La Ronda de los Peritos, original que se creó en el juicio de referencia, fue despejando una pátina que viene oscureciendo desde el inicio todo el proceso. Si las primeras testificales abundaron en la idea central de la autenticidad de la obra, hasta que la cuestión de su valor de mercado alcanzara relevancia, la sesión que han protagonizado las peritos judiciales Begoña Torres -que ha evitado citar su pertenencia al Consejo Rector del IVAM durante la Instrucción- y Rosario Peiró, los también

judiciales, profesores Brihuega y Pérez Segura, el conservador del museo valenciano Josep Salvador y el perito de parte Jaime G. Lavagne, ha resultado un compendio de ambas ideas.

Jugó un difícil papel Josep Salvador, primero como testigo comisario de Julio González, coordinador de exposiciones de Rueda, secretario de la Comisión de Adquisiciones y proponente del pago en el expediente administrativo. Luego, como experto capaz de negar autenticidad a la obra póstuma hasta el extremo de reducir el valor al de su precio a peso.

A preguntas de las acusaciones los peritos judiciales -ellas y ellos- tejieron un velo urdido en torno a la carencia de originalidad y de valor real de la obra póstuma, abonado por una ética excluyente de lo privado, protegido por un manto de códigos deontológicos extranjeros o internacionales, de legislación marginal no vigente entonces, y de respetables opiniones puramente personales dictadas en tono profesoral, que la fase de interrogatorio de la defensa se ocuparía de rebatir. Se

encontraron cómodos.

Especialmente aguda y efectiva estuvo la defensa de Consuelo Císcar que ejerce Juan Molpeceres, quien sin necesitar apoyarse en el perito por él mismo propuesto, arrancó interesantes respuestas de las autoras del Informe de 2020, posteriormente ampliado y recientemente complementado con una valoración parcial de las obras hechas en vida. Carentes de un ejemplar de su propio Informe, con dudas y lagunas sobre el mismo que el letrado evidenció, llegaron a afirmar algo así como que

“desgraciadamente la ley no hace todo lo conveniente y para eso están los códigos”, cuyo alcance -como afirmó el letrado Milans del Bosch que asiste a José Luis Rueda- valorarán sus señorías. Ya no se encontraban tan cómodas.

Valoración realizada por los péritos Brihuega y Pérez Segura. Y a la derecha, por las profesoras Torres y Peiró

Llamó la atención, a criterio de expertos consultados por ESdiario el atrevimiento Begoña Torres de apoyar su rara argumentación sobre la importancia menor de la obra monumental hecha por Rueda en vida, en el inexistente discurso de Ingreso del artista en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, quién murió sin pronunciarlo ni escribirlo. Debiera saber además que sobre ello declaró en la causa Alfonso de La Torre. Como la rocambolesca explicación por la cual se denomina

“Estimación MNCARS (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía” la que han presentado como propia.

Más cautos estuvieron los profesores que, aunque libres de pensamiento e interpretación personal inamovible en cuanto a la ausencia de originalidad, y resignados al poder del mercado ratificaron la valoración inicial (y parcial) de las donaciones que, sumada a la recientemente presentada por sus colegas del Ministerio arroja un beneficio para el IVAM de algo más de tres millones de euros.

Como en el famoso cuadro del maestro del barroco holandés, tras la veladura acumulada parece vislumbrarse una escena cotidiana.

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