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Piden la dimisión de Santiago Grisolía y nadie sale en su defensa en el CVC

Acusan a Grisolía de "dejación de gobierno" y recuerdan que el CVC debe ser una institución sin politizar "donde los 21 consejeros son iguales". Nadie defendió al presidente.

Grisolía, en el centro de la imagen durante una votación, como es habitual en él siguió el pleno desde su domicilio.

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Á. Errazu

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El primer pleno del año, de extraordinaria extensión, se ha desarrollado en un clima más calmado que el tan accidentado que cerró 2021 con los cambios en la vicepresidencia y en la Comisión de Gobierno, y el abandono de la sesión por parte de los seis consejeros populares. El secretario Jesús Huguet admitió un exceso en sus palabras de entonces cuando aseguró que había sido amenazado por dos de sus compañeros. Con todo, las heridas no parecen cerradas. Tanto es así que se pidió formalmente la dimisión de su presidente Santiago Grisolía por "abuso democrático". Nadie utilizó su turno de palabra para apoyar públicamente a Grisolía.

En el punto 4º del Orden del Día, figuraba la Resolución desestimatoria del Recurso de Reposición interpuesto por el grupo de consejeros que manifestaron su desacuerdo en el plenario anterior que dejan al PP sin la vicepresidencia que asume una consejera a propuesta de Compromís. Ascensión Figueres, quien fuera la primera presidenta de la Academia Valenciana de la Llengua, solicitó sin éxito que se modificara el orden del día excluyendo el punto, por la situación de “juez y parte” en la que quedaban los autores del recurso.

Los seis consejeros se abstuvieron de prestar su conformidad al Acta, y fueron contrarios a la resolución que quedó aprobada por el resto de sus miembros. Y se hizo constar de manera explícita la reserva de otras acciones de índole legal si fuera el caso.

Poco después se oyó la crudeza -en sus propias palabras- de la interpelación que el arquitecto José María Lozano dirigió al presidente Grisolía al comienzo de la reunión. Y su exigencia en la reconstrucción de consensos y en la recuperación de la tolerancia y el respeto mutuo entre consejeros “iguales en deberes y derechos”, en el abandono de “malas prácticas, el rodillo y el abuso de la democracia”, para lo que tendió su mano y leal colaboración.

No evitó, sin embargo, una crítica a la Abogacía de la Generalitat -la abogacía de Ximo Puig, apostilló- que ha considerado sin legitimación para recurrir a sus actores, recordándole su deber de

asistir a la Institución en su conjunto. "Aquí no hay un gobierno y una oposición, hay 21 consejeros iguales en derechos y deberes y, por la tanto la Abogacía debe atender a la institución no a determinados miembros" del Consell Valencià de Cultura. E ironizó sobre los “expertos ignotos” que ya se pronunciaron de igual forma con anterioridad.

'Sin bandos y bandería'

Desde el respeto y desde el cariño -mantuvo- reclamó una rectificación y la “vuelta a un CVC de todos. Sin bandos ni banderías. Abandone las malas prácticas, el rodillo, el abuso democrático y la intolerencia”.

Y si anunció crudeza al inicio, con crudeza terminó invitando al presidente, en otro caso y en un tono muy sereno, a presentar la dimisión. "Es increíble la dejación de gobierno y la desafección que usted ha conferido a estos seis vocales de los que formo parte. Y por eso le ruego que rectifique que renuncie a esas pequeñas estratagemas que nos sitúan en escenarios irregulares o presuntamente ilícitos". Pidió constancia literal de sus palabras, antes de dar las gracias, y no pareció esperar respuesta alguna. En efecto, no la tuvo.

El error que el experimentado presidente Grisolía -lo es desde Zaplana- no puede cometer es que peligre esa pax romana en la que el máximo órgano estatutario en materia de cultura de la Comunitat, se ha sabido mantener desde su creación, concluyó a posteriori otro representante del CVC. Tras la contundente intervención ningún consejero pidió la palabra. Ni siquiera el secretario Huguet, que a la postre suele actuar de presidente. Un silencio que podría ser el anticipo de cambios.

El BIC de Francisco Brines

Luego y por unanimidad, se aprobaron sendos Informes favorables a la declaración de Bien de Interés Cultural. ELCA, la señorial masía citrícola en el término de Oliva en la que Francisco Brines nació y, hasta su último día, besó a sus padres. Y el yacimiento arqueológico l'Hostalot-ILDVM de Vilanova d'Alcolea. Ambos cuidadosamente argumentados por sus ponentes, miembros de la Comisión de Legado que preside el arquitecto González Móstoles. También de forma unánime y elogiosa hacia sus autores, a propuesta de la Comisión Jurídica se aprobó un complejo y muy documentado “Informe sobre la tutela del derecho a la intimidad de los datos personales”, indagando en las nuevas tecnologías y el valor de la información. Todo en un debate sereno y de fondo, apenas truncado por algún exceso de vehemencia.

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