Machismo
Lo que no es machismo, pero sí obsesión descalificadora de la izquierda, es el término “ultra” utilizado machaconamente para oponerse autoritariamente y sin argumentar a cualquier disidencia
Sé que me estoy metiendo en un berenjenal, porque un jardín no es, y en consecuencia, queridas y queridos lectores, amigas y amigos, con fórmula tan clásica - tal vez arcaica- me disculpo de antemano por si cometiera errores de bulto en materia que no domino, y explicitando que no va dirigido contra nada y mucho menos contra alguien. Aunque tampoco es un simple desahogo de sobremesa.
Criado en una familia de clase media y profundas raíces cristianas con una madre culta y un padre liberal, el respeto a la mujer, la igualdad de trato y derechos y la admiración por su imprescindible capacidad de creación de vida humana, ha sido la conducta aprendida y transmitida después -puedo decir que con éxito- a mi hija y a mis nietos. Lo contrario es repugnante, y resultan patológicos -y punibles- los actos de acoso, maltrato y violencia sexual.
No entiendo, en consecuencia y hoy menos que nunca, esa obsesión por hacerse con la bandera de lo que es universal como principio. No entiendo el feminismo como marca. Como tampoco entiendo las dificultades de los líderes populares -tras el cogobierno de Castilla León con Vox- para explicarse sobre el machismo. Ni el morbo de determinados medios ante esos titubeos que sólo demuestran la trampa de las palabras. Y la confusión de las etiquetas. Los hechos son más graves. Los hechos son que siguen dramáticamente fracasando las políticas de prevención de violencia sexual, mayoritariamente masculina, que se vienen llevando a cabo. Que a la necesaria política de igualdad de sexos y visibilidad de la mujer, deben sumarse otros esfuerzos por los que se obtengan mejores resultados. Ignoro cuáles son, pero seguro que van más allá del eslogan y de la pancarta de frase hecha (grosera en ocasiones).
Produce ternura escuchar una y otra vez de boca de las ministras derrochadoras, eso de que ello no les impide continuar en el Gobierno de Sánchez. Menuda jeta
Y deja muy mal al que utiliza el asunto como arma de descalificación del adversario. Las mujeres -mi amiga Irene dice que se debe usar el plural- no son objeto de pugna sino sujeto de vida.
Lo que no es machismo, pero sí otra obsesión descalificadora de la izquierda, es el término “ultra”, utilizado machaconamente para oponerse autoritariamente y sin argumentar a cualquier disidencia o simple falta de apoyo a su ideario. Con lo de la huelga -boicot en la terminología ministerial- de camioneros no han podido ser más atrevidos. Algunos Ultramarinos -como el de mi amigo Vicente- ya cambiaron a Mantequerías. La Montero de Hacienda, con el desparpajo de su añorada portavocía, se ha atrevido a considerar a los huelguistas agentes de Putin, jaleados por Vox. Un delirio.
Con el aumento del gasto en defensa y con la errática política con Argelia, Marruecos y el Sahara, ni machismo ni ultras van a venir a falsear hechos ni a enmascarar posiciones claramente enfrentadas en el propio Gobierno. Produce ternura escuchar una y otra vez de boca de las ministras derrochadoras, eso de que ello no les impide continuar en el Gobierno de Sánchez. Menuda jeta.
Oigo, entre sollozos de emoción, el ruido atronador de nuestras mascletàes recobradas, pensando en los niños ucranianos y en los nuestros. Que Dios los proteja de horror semejante. Y huelo esta pólvora festiva tan nuestra, alejada de la muerte que padece el pueblo ucraniano, deseando escuchar una pequeña buena noticia que no llega.
Me parece inaudito - ya nada parece imposible - estar viviendo la gravedad del momento con un gobierno al mando que hace de lo menor su justificación perenne y busca en otro al culpable de sus propios mayúsculos errores
Y me parece inaudito - ya nada parece imposible - estar viviendo la gravedad del momento con un gobierno al mando que hace de lo menor su justificación perenne y busca en otro al culpable de sus propios mayúsculos errores. El peor gobierno en el peor momento, ya es un tópico nada original.
Estos indeseables, que han hecho de la mentira costumbre y de la vana excusa argumento, son los que nos han metido a todos de lleno en un berenjenal -porque un jardín no es- mientras ellos se encuentran en un auténtico atolladero. Y no son precisamente, las políticas del enredo, más propias de ultramar y de dictadores muy machotes, las que convienen a este país mientras -sí señor Feijóo- se están forrando con nuestros impuestos. Y con estos, ellos.
Mientras nosotros no podemos más.