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Biodiversidad antropocéntrica: el discurso contra los gatos

Desde hace un tiempo “haters” de gatos se hacen un hueco en los medios para demonizar a estos animales

Gatos de colonia. Imagen: Rosa Gallur.

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Desde hace un tiempo “haters” de gatos, aportando una parcial y antropocéntrica visión científica, se hacen un hueco en los medios para demonizar a estos animales y convertirlos en responsables de problemas diversos.

Acusarles de la extinción de aves, mamíferos y reptiles es el último argumento esgrimido para justificar el exterminio de los integrantes de las colonias felinas que habitan en las calles de nuestros municipios y quien sabe si, en una siguiente fase, su estrategia consistirá en “erradicar” también a aquellos gatos que conviven en nuestros hogares formando parte de nuestras familias.

Alegan que los métodos éticos para para reducir el número de individuos de las colonias felinas es, complejo por una parte y caro por otra, motivo por el que la única solución viable es su ejecución.

Como si aniquilar a los gatos fuese barato y sencillo.

A estas alturas asombra la ingenuidad de quien piensa que exterminar a todos los gatos que viven en nuestras calles es posible.

Implica un gran desconocimiento sobre cómo se estructuran y funcionan las colonias.

Muchas de ellas se inician con el abandono de gatos por parte de sus “responsables”.

A esto hay que sumar el conocido como “efecto vacío”, sobradamente probado, que lleva a otros gatos a ocupar el espacio que queda cuando una colonia desaparece repentinamente de un lugar.

Estos son algunos de los motivos por el que muchos ayuntamientos han tenido que desistir de políticas exterminadoras ineficaces, a los que cabe añadir el elevado coste de pagar a quienes los capturan y ejecutan (que requieren contratos continuos en el tiempo dada la imposibilidad de atajar el “problema” al 100%) y el gran rechazo social que en la actualidad suponen estas prácticas carentes de ética.

¿La sencilla solución de la erradicación global y eficaz debería consistir en sincronizar a miles de exterminadores en todo el país para que en un breve período de tiempo matasen a todos los gatos de nuestro territorio?

No hay dinero ni personas suficientes para ello.

Además, en el momento que queden gatos que hayan podido escapar de las garras de los aniquiladores y se siga abandonando a otros, el ciclo se seguirá perpetuando.

Sin embargo, con suficientes recursos públicos para esterilizar y la ayuda altruista de las miles de personas que en este país ya cuidan, se ocupan y preocupan de los gatos que viven en nuestras calles, sí se puede llevar a cabo una acción conjunta para esterilizarlos a todos, buscar adopción para los sociables y localizar y esterilizar a los que se abandonen, de modo que el número de integrantes de las colonias con el tiempo se vaya conteniendo y reduciendo con la muerte de los gatos sin descendencia, hasta su desaparición, suponiendo una acción sostenible a largo plazo.

Por otra parte, resulta peligroso anteponer las cuestiones económicas a las éticas. Se me ocurren mil ejemplos de situaciones que pueden requerir un elevado coste económico, pero cuyo valor no se puede medir únicamente en términos monetarios (pensemos en el suministro de medicamentos caros para curar determinadas enfermedades, o los fondos destinados a preservar espacios naturales,…¿debemos renunciar a ellos por costosos?).

Para finalizar, este es un claro ejemplo del sesgo de una postura conservacionista que anima a exterminar determinadas especies, que considera perjudiciales para otras desde un prisma antropocentrista y simplista.

Todos los últimos informes científicos, apuntan al constante crecimiento y aceleración en la pérdida de biodiversidad durante las últimas décadas, estableciendo como principales causas los cambios del uso del suelo y la agricultura y ganadería intensivas, relacionadas directamente con nuestros patrones de consumo y dinámicas poblacionales.

Sabemos que nuestro paso por este planeta está induciendo la sexta gran extinción de especies, porque estamos destruyendo sus hábitats, envenenado el suelo, el agua y el aire y haciendo auténticas barbaridades con quienes compartimos nuestro hogar, simplemente porque nos creemos superiores.

Y fruto de esa auto asignada superioridad reside la soberbia e irresponsabilidad que nos hace señalar, acusar y exterminar a los otros, para resolver los problemas que las personas hemos generado.

Así que, matemos a los gatos, que con ello acabaremos con la pérdida de biodiversidad (léase con ironía).

¿Vamos a seguir admitiendo estos simplistas discursos como dogmas de fe en el siglo XXI?

Personalmente, me parece perverso, cínico y, como mínimo, poco serio.

¿Tú qué opinas?

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