El mito que rompe Juanma Moreno, clave de su éxito
Dicen los politólogos de cuna que la campaña electoral está siendo gris y los dos debates -¿sabe usted hacer torrijas?- neutros. Discrepo
Tengo una casa en el pequeño, histórico y encantador municipio jienense de La Iruela. Junto a las ruinas de un castillo más árabe que templario -pese a lo que dicen los guías locales-, afortunadamente conservadas como tales, y las de la Iglesia de Santo Domingo, con trazas de Vandelvira, arrumbada por los bárbaros napoleónicos a principios del XIX . En las estribaciones del Parque Natural de la Sierra de Cazorla y con el permanente recuerdo de la figura heroica y eficiente de su Adelantado.
Quise que mi hija tuviera pueblo en su infancia y nada mejor que criarla entre olivos, violas, muflones y quebrantahuesos, cuando una generación ya apuntaba maneras exclusivamente urbanas. Cuando no se reivindicaba todavía el mundo rural, con el último alcalde franquista, emprendedor nato, comerciante, olivarero y autor del mejor embutido de la zona por entonces. Roque Olivares -el maestro de obras local- me enseñó la mejor manera de reconstruir dos pequeñas viviendas hechas de toba y adobe. Hace casi cincuenta años de aquello.
Luego vino el primer alcalde democrático y de la UCD -otro emprendedor, almacenista de materiales, Andrés Perona- y cuatro años más tarde e ininterrumpidamente, diversos alcaldes socialistas (maestros, funcionarios y alguno sin oficio ni beneficio conocido) hasta hoy mismo. A nivel autonómico, los populares soportaron las derrotas del inocuo Hernández Mancha; del señorito Arenas -que pese a ganar tras ser vicepresidente y ministro de Aznar, no pudo llegar a gobernar-, de la santanderina Teófila Martínez que tampoco consiguió su objetivo tras liderar absolutamente el Cádiz avant Kichi. Hasta la inesperada victoria -en tándem con Ciudadanos y la imprescindible colaboración de Vox- de Juanma Moreno, la polémica apuesta de la no menos polémica Soraya Saénz de Santamaría, que ha sabido acabar definitivamente con el régimen de los Eres, las putas y la cocaína con cargo al erario público.
Dicen los politólogos de cuna que la campaña electoral está siendo gris y los dos debates -¿sabe usted hacer torrijas?- neutros. Discrepo. Juanma Moreno es un chaval -que diría mi amigo Maikel- que gusta, cae bien y bien lo ha hecho. Y lo sabe. Juanma Moreno también ha sabido contar con la gente adecuada para su gobierno. Desde la eficiente vicepresidencia de Juan Marín -que no será diputado pero podría ser consejero- hasta la viceconsejera de agricultura, la aceitunera Yolanda Sáez Cuevas, que demuestra su cercanía con la realidad y con las cosas de comer (aunque no sean torrijas). Juanma Moreno es el presidente eficaz y sin estridencias que los andaluces han descubierto tras salir del embrujo socialista del todo a cien. Es el padre de familia que acompaña a sus hijos al colegio y sabe hacer la colada doméstica. Es el político que ha desmontado definitivamente el mito de la derecha insolidaria y de la izquierda chantajista para llevar las cosas a su sitio. Y los andaluces así lo han comprendido.
De manera que los debates no han resultado neutros, sino innecesarios. Porque la política real, la que España necesita en estos tiempos estúpidamente sanchistas, es la de las cosas de comer. Y la de las cosas del vivir. Las de la paz cotidiana. Las de poder vivir tranquilos y sin sobresaltos, conformes e ilusionados a la vez. Dirigidos, gobernados, por personas que son como uno mismo. O como fueron nuestros padres. Así se ve ahora mismo a Moreno en Andalucía.
Tiene gracia que su opositor se llame Espadas, cuando pintan bastos -que no oros ni copas- en el panorama nacional. Pero no tiene gracia que a estas alturas alardee de “católico, taurino, familiar y bético” (Vanitatis dixit.13.06) ni de su amistad con la nefasta y controvertida Susana Díaz (De Sánchez no presume tanto).
Así que, diga lo que diga Tezanos -siempre al quite-, a mi criterio, la victoria de Juanma Moreno está asegurada. Y su mandato va a ser revalidado con un gobierno propio y sin dependencias, aun sin la casi imposible mayoría absoluta. Cuando faltan cinco días para las elecciones. Continuará