Reflexión
Me he puesto a reflexionar sobre los gobiernos formados por coaliciones extravagantes, cuyo nexo es más la ambición personal (y el lucro) que el servicio al ciudadano.
Me he pasado el día reflexionando. Empecé temprano, casi de madrugada, porque entiendo que la jornada empieza con la media noche, cuando todos los gatos son pardos -y pardas las gatas, sobre tejado de zinc caliente alguna-, no sé si impelido por la permanente y lastimera perorata de Puig, noqueado con la imputación de su querida Mónica (Oltra), o por la obligación electoral en tierras de Andalucía.
Y he reflexionado de lo más bien rodeado de amigos cercanos y de mis paisanos de allí. Es decir, de aquí. Sobre una y otra cosa, Oltra y Juanma Moreno, pongo por caso. De la primera -que es la segunda del Govern valenciano- con cierta repugnancia. La inicial, tras estudiar su trayectoria desde los jóvenes comunistas y la expulsión de Gloria Marcos hasta las camisetas contra Camps, acrecentada por su oportunismo e ineficacia, elevada al sumo por su comportamiento con la menor abusada, y rayana en el vómito al verla bailar como una ordinaria en la fiesta de sus conmilitones. La cobardía manifiesta de Ximo Puig, proporcional a su extrema debilidad circunstancial, es parangonable al cinismo político, ético y estético de la buena señora.
He reflexionado, más allá de los hechos, sobre la maldad y sobre la ignorancia. La mezcla de ambas es definitivamente letal. El empobrecimiento intelectual como método y el sometimiento como objetivo, es la receta de ese tipo de formaciones en cuanto llegan al poder. Se subrayan con maneras déspotas y ajenas a las necesidades reales del pueblo del que han obtenido un confiado mandato. Y como el pueblo parece acatar, al menos con su silencio, ensayan un epílogo glorioso que consuma el engaño elevándolo a la categoría de salmo civil. Embusteros de sus propias invectivas.
La cobardía manifiesta de Ximo Puig, proporcional a su extrema debilidad circunstancial, es parangonable al cinismo político, ético y estético de la buena señora.
Y he reflexionado, claro que he reflexionado, sobre esas cuatro décadas de mandato socialista en Andalucía, hasta perderme en el mapa y las cifras de esa trama corrupta que construyeron y habitaron con el único propósito de garantizar su permanencia en el poder (Lo que no deja de ser coincidencia con la presunta conducta de la todavía vicepresidenta valenciana). Aunque la de aquellos ya ha sido probada por la justicia, y ha dejado graves condenas de natural proporcionalidad con los delitos cometidos. Y he reflexionado sobre el salto cualitativo en prosperidad, emprendimiento y empleo del mandato del Gobierno de la Junta de Juanma Moreno que ahora termina. Justo es reconocérselo a sus protagonistas. Y justo seguir confiando, en consecuencia, el apoyo popular.
Me he puesto a reflexionar sobre los gobiernos formados por coaliciones extravagantes, cuyo nexo es más la ambición personal (y el lucro) que el servicio al ciudadano. Sobre las vergonzosas concesiones que, con tal propósito, frecuentan los socialistas con sus socios perennes o caducos en ocasiones. Hay ministras en el Gobierno de Sánchez que se han plantao en la campaña andaluza de Espadas, sin rubor ni vergüenza por haber abrevado en el mismo pesebre que los condenados. Y las hay que se regalan con consignas triunfalistas y trasnochadas que sueñan a coña de chirigota de Kichi, o se declaran ausentes si la rabia les pica.
No sé si me he pasado reflexionando, o si será una rebeldía prematura al decreto que penalice pensar (aunque los Ministerios de Ciencia, Innovación y Universidades ya lo practiquen de hecho). No les oculto que mis reflexiones me han aportado algunos matices y precisiones. Intentaré resumirlas.
Hay ministras en el Gobierno de Sánchez que se han 'plantao' en la campaña andaluza de Espadas, sin rubor ni vergüenza
Mi repugnancia hacia Mónica Oltra no tiene límite. Lo que me obligará a repasar mis matemáticas superiores (ajenas por cierto a cuestiones de género ¡Qué pensaría el gran Manuel Valdivia!)y a José Luis Santos, que fue un comunista como Dios manda. No es menor mi desprecio por Ximo Puig (sin recurrir al asunto de su hermano).
Y si hoy, cuando me leen, no me equivoco, celebraré ese triunfo holgado -y merecido a mi juicio- de los populares de Juanma Moreno, que resultará acta fidedigna de que Andalucía ha pasado página, y de que los andaluces se enfrentan con ilusión -no sin esfuerzo- a un futuro optimista que borra un pasado a olvidar definitivamente.