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Puig ya ha tomado una decisión: Mónica Oltra fuera

Si no lo decide ella o su partido el martes, el presidente Puig destituirá a Oltra. Su fiesta del sábado provocó vergüenza en el Palau. Y por si faltaba el resultado en Andalucía.

Puig ya ha tomado una decisión: Mónica Oltra fuera

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Á. Errazu /E. Martínez Olmos

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Pasadas las doce del mediodía del sábado llegaba a Presidencia de la Generalitat un vídeo con los saltos de Mónica Oltra en la fiesta que le había organizado su partido en el Jardín del Turia. "¿Esto es verdad?" se preguntaban con incredulidad los principales colaboradores de Ximo Puig. "No puede ser, no puede ser". Era tal cual. Oltra cantaba, bailaba con Baldoví, con Joan Ribó -algo más serio en el semblante- y con Àgueda Micó dando a entender que su imputación en un caso tan grave como el de encubrimiento de abusos sexuales es algo menor.

El alipori y la indignación se extendió en el Palau de la Generalitat, muy presionado por Moncloa y por los medios 'amigos' para que tome una decisión inmediata respecto a la vicepresidenta. Puig, que sabe desde hace meses que esto iba a acabar como ha acabado, confiaba en que Oltra hiciera caso a su compañera en el Gobierno, la consellera de Justicia Gabriela Bravo, de hacerse a un lado. Pero, los que conoce a la 'vice' de sus años en el PCE saben que es mujer de morir matando.

Puig trata de que sea Compromís en su ejecutiva del martes convenza a Mónica Oltra de que deba dejar el gobierno y centrarse en su defensa. El argumento de la consellera de Igualdad de una "conspiración de la ultraderecha", que incluso esgrimió en Les Corts, no lo compran ya ni los más afines. El juez Vicente Ríos y la fiscal jefe Teresa Gisbert, experta en menores, gozan de gran prestigio profesional.

"Som molt de Mónica", como los de Compromís titularon a los tres años de Botànic II, puede convertirse en fiesta de despedida, alguno incluso puede pensar que de funeral divertido. El líder de los socialistas valencianos sabe que si el martes Oltra sigue con el apoyo de los suyos no le quedará más remedio de tomar una decisión, aunque ello suponga un terremoto político. Y será antes del día 6 de julio, fecha en la que en principio debe declarar Mónica Oltra en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. Puig es consciente de que no puede unir su futuro al de la imputada y que cada hora que pasa su imagen se desgasta por apoyar a la número dos de su gobierno.

En la fiesta de Oltra no estuvo Vicent Marzà, ex consellera hasta hace unos meses. Marzà no ha participado en el homenaje a su compañera y ni siquiera ha puesto un mensaje de apoyo en redes. Su prudencia dice mucho. Horas después del baile y del cante, en La Sexta Noche, un programa que convirtió a Mónica Oltra en musa de la izquierda y en estrella política nacional, no hubo condescendencia. Ha perdido hasta el favor mediático de los creadores e impulsores de su figura política. La doctrina que predicaba para sus contrincantes políticos se convierte ahora en su peor pesadilla más allá de lo que diga la justicia.

Y por si fuera poco, el resultado de las elecciones en Andalucía, con la histórica mayoría absoluta del PP y el hundimiento de la izquierda, añade más presión a Ximo Puig y al PSOE. Cada minuto que pasa con Oltra en el gobierno valenciano es un minuto más que da argumentos al PP para volver al Palau de la Generalitat. Con una derecha que puede ahora coger aire con el resultado en Andalucía, darles la baza de Oltra meses imputada como vicepresidenta y con los medios hablando del caso y no de la gestión es regalarle a Carlos Mazón las elecciones de 2023. Por eso, o se corta ya, o si se espera puede ser demasiado tarde.