Todo se precipita
No he visto esas exageraciones gestuales que suelen ser propias de victorias tan contundentes. Pero sí mucha mirada clara, mucha sonrisa sana, muchas caras de complicidad.
Me permite mi dilecto director escribir de nuevo tras confirmarse sobradamente los pronósticos que mi particular sondeo demográfico entre andaluces cercanos -no necesariamente próximos en lo ideológico- ha ido consolidando durante los dos últimos meses.
Así que he celebrado, como anuncié, esa holgadísima victoria de los populares de Juanma Moreno, prescindiendo por un momento de su sensato y procedente llamamiento a la humildad tras conocerla. No he sido el único. No he visto esas exageraciones gestuales que suelen ser propias de victorias tan contundentes. Pero sí mucha mirada clara, mucha sonrisa sana, muchas caras de complicidad. Especialmente entre los más jóvenes.
Dice Juan Espadas, tras un discreto reconocimiento del ganador, que le cogió de improviso, que las convocó cuando le convino, que no ha tenido tiempo de hacer los deberes y que se presentará a la repesca. Será que con la Alcaldía de Sevilla -ayer el PP sacó 60.000 votos más que el PSOE en la capital-, se le han enredado las mulas, porque se tiró veinte años en la Junta de los Eres. De viceconsejero de Medio Ambiente a consejero de Vivienda y luego presidente de la Empresa Pública de Suelo. O sea que ya llegó muy currado en chollos y chanchullos. Pero eso no lo dijo.
No le falta valor a esa hija de Dios y soldado que es Macarena Olona -que no Macarena de Salobreña, ni de Los Palacios, ni del Ejido- para mantener el entusiasmo
La pobre Lastra, desencajada, ha pasado de llamar a la insurrección a adjudicarse la tutela gubernamental del ganador –“así cualquiera, y repitiendo”, vino a decir- y de paso alardear de encuestas nacionales tan inexistentes como sus comités de expertos. Aunque en secuencias distintas, la ministra Montero de los Eres -la otra no ha dicho esta boca es mía, con lo dirachera que es-, encajó por el contrario un rostro inédito, más propio de alguna mala copia de El Greco, en la reunión de la ejecutiva de los socialistas de Sánchez.
No le ha faltado valor a esa hija de Dios y soldado que es Macarena Olona -que no Macarena de Salobreña, ni de Los Palacios, ni del Ejido- para mantener el entusiasmo y su compromiso tras una subida tan tímida como inefectiva en la práctica. Ni dignidad a Abascal para proclamar su valoración positiva del resultado de las elecciones, porque favorecen a España en su conjunto. Aunque mucho me temo que ni lo uno ni lo otro, elevarán un techo electoral que acota ya su ascenso.
Y va y dice Teresa Rodríguez -cariñosamente observada por su Kichi- que bueno, que con sus dos escaños han frenado a “la ultraderecha”. Vox, como recuerda la siempre al quite Rosa Díez, multiplica por siete los suyos; y por dos los de toda la extrema izquierda (o la “ultraizquierda” si se quiere). De la que no dice ni pío es de Oltra la bailona (o la dimisionaria in pectore). Tampoco lo dice la comunista Inma Nieto que se ha dejado doce escaños en la gatera, diez contando la otra facción. Ni su jefa Yolanda Díaz, tan sonriente en la foto de la sororidad valenciana hace no mucho, que incluía a la también imputada Colau. Menuda foto.
Me sumo a la sensación de disgusto por la ausencia definitiva de Juan Marín, de la que él mismo, y elegante, ha informado. Tiene algo de injusticia, pero era un final anunciado. No le arriendo la ganancia a Inés Arrimadas.
He seguido con interés los pasos de Juanma Moreno desde que recorrió las sendas de Mackay en la Sierra de Cazorla de la mano de mi amigo José Ramón Navarrete. He observado su empatía y sus formas. Dotado y respetuoso para los acuerdos y firme en sus convicciones y consecuencias. He estudiado su inesperado y complejo primer mandato, conscientemente acortado tras una fructífera experiencia de gobierno, acompasando los tiempos al episodio de recambio en el PP y los primeros pasos de Feijóo. He creído entender su éxito, como entendí ayer su emoción al recordar a su padre después de agradecer a Andalucía -a todos los andaluces- su confianza. Han sido muchos los padres que esperaban esta fecha histórica que hoy vemos sus hijos, y a ellos cabe dedicársela. No me extraña que Sánchez esté tan desconcertado como perplejo. Son el día y la noche.