El presunto asesino de Marta Calvo: "Hice algo terrible"
Jorge Ignacio Palma niega todos los delitos de abusos sexuales y de homicidio que se le imputan con un argumentario que deja abiertas muchas incógnitas.
La madre de Marta Calvo en la puerta de la Ciudad de la Justicia: "No me creo nada de él"
El presunto asesino en serie Jorge Ignacio Palma y autor confeso de la desaparición de Marta Calvo se sienta en el banquillo ante la Audiencia de Valencia para declarar y detallar cómo se deshizo del cadáver de la joven desaparecida hace más de dos años. Se trata de una jornada muy esperada en la que sus palabras han sido clave para determinar el veredicto final. Jorge Ignacio ha dado su versión de los hechos, guiado por las preguntas de su defensa con la intención de reforzar un planteamiento que presenta muchas incógnitas e incongruencias y que incluso ha sido desmontado por los especialistas.
Jorge Ignacio descuartizó a Marta Calvo en nueve partes, las repartió en contenedores de Alzira y Silla y permaneció fugado y vagabundeando durante 21 días hasta que finalmente confesó "casualmente" el mismo día en que los medios de comunicación dieron a conocer el fallecimiento de Arliene Ramos (su supuesta anterior víctima mortal). Como ya adelantó el técnico forense en la pasada vista, es casi inviable que llevara a cabo el desmembramiento con las dos sierras que compró y lo que es mucho más inverosímil, no se hallaron restos de sangre en el lavabo de su vivienda de Manuel donde confesó haberla descuartizado cuando, como detalló el forense, de haber sido así "se habría dado un baño de sangre". "Cuando yo la llevé abajo el cuerpo estaba rígido". Supuestamente descuartizó a Marta en la ducha del baño de la planta inferior. Un proceso que le llevó una hora y media y por el que acabó sudando, expone, pese a que se encontraba sin ropa y en pleno mes de noviembre. A lo que se suma el hecho de que se encontraron restos de sangre de Marta Calvo en una de sus prendas cuando supuestamente llevó a cabo el desmembramiento desnudo.
Jorge Ignacio ha narrado sin dificultades, de forma ágil y sin mostrar tristeza su plan atroz para hacer desaparecer el cuerpo de Marta que, dice, encontró sin vida junto a su cama a la mañana siguiente de tener un encuentro sexual. Compró “todo tipo de productos para limpiar" los restos de sangre y posibles vísceras resultado del desmembramiento de Marta Calvo. "Limpié hasta la saciedad", cuenta el acusado. Aunque reconoce que no hay pruebas que demuestren su método, defiende a la desesperada que "las ciencias forenses yo no se hasta qué punto son exactas". Jorge Ignacio justifica que descuartizó e hizo desaparecer el cuerpo "porque como me iba a suicidar, qué más da".
Y es que el presunto asesino en serie pretendía suicidarse, cuenta, por lo que estuvo pernoctando en la calle y en casas abandonadas hasta que se entregó a la Guardia Civil. "Cuando pasaron los días yo vi que no me podía suicidar. Yo quería poner la cabeza al tren y ese tipo de cosas", solloza sin derramar lágrima y rápidamente vuelve a recuperar la serenidad. Aquí la segunda incongruencia. El agente que le recibe afirma que presentaba una buena imagen e higiene. "Me aseaba en el Mercadona y en el Consum", indica el acusado.
Cuando la madre de Marta Calvo se dirigió a la ubicación que su hija le envió, Jorge Ignacio abrió la puerta. Negó conocer a Marta. Ahora, preguntado por un miembro del jurado, confiesa que se lo ocultó porque "habiendo ocurrido lo que había ocurrido, no le iba a decir lo que había pasado, perdónenme ustedes.
Jorge Ignacio ha confesado que "del 100%" de las ocasiones que contrataba servicios sexuales, "en un 40% he solicitado y he hecho lo que se denomina fiesta blanca", pero ha negado todos los relatos de las anteriores víctimas, quienes le acusan de intentar introducirle cocaína en la vagina. "No tiene sentido, ¿Para que la voy a ponerla ahí?. "Son hechos tergiversados. Se modifican maliciosamente", ha defendido. Se ha echado las manos a la cara y ha insistido en que varias declaraciones son "malintencionadas" ya que apuntan a "unos efectos de una droga que no existe. Eso es una fantasía de esas chicas". Preguntado por la fecha en la que finalmente Jorge Ignacio decidió entregarse ha respondido que "no tuve el valor de entregarme antes. Jamás pensé que desaparecería el cuerpo, pensé que lo localizaban y ya está".
Jorge Ignacio se enfrenta a 130 años de prisión por un delito de homicidio, dos más en grado de tentativa, 11 de abusos sexuales, siete de lesiones y un delito contra la salud pública. Una condena a la que el acusado teme: "El miedo de morir en prisión no me deja vivir".