Recambios de desguace
El sanchismo ha movido la semana con dimisiones varias por motivos sanitarios personales. Y cambios que se antojan recambios de desguace, sin pasar por el concesionario a conocer novedades.
Existió el “felipismo” y no duró poco. Empezó en Suresnes en torno a una simbólica tortilla de patatas, muy española, y la “ruptura democrática” (lo del PSOE con el término democrático es obsesivo. Dime de lo que presumes …). Con un pase in short de Nicolás Redondo, la resignada dignidad de Ramón Rubial y Mitterrand oficiando de gran mentor anfitrión.
Isidoro se hizo con las riendas del primer nuevo PSOE de la dictadura tras la vergüenza del último republicano. Teóricamente en la clandestinidad, gustaban del uso de nombres simulados –“de guerra” los llamábamos quienes por entonces acusábamos de revisionistas a los de Santiago Carrillo; a los socialistas no los tomábamos en serio como oposición al franquismo, y nos parecían cobardes y muy de salón- y el del patrón de Sevilla (tampoco fue muy original, ni seguro como contraseña) era el que gastaba para la ocasión Felipe González. Allí estuvo Guerra (su hermano, no), mi querido Múgica Herzog y Xiqui Benegas (luego se quedó con el mote) entre otros jóvenes o no tan jóvenes profesionales amantes de la chaqueta de pana. Y se dejaron el marxismo en las tarteras al terminar el picnic.
Ocho años más tarde se consolidaría con la aplastante victoria que llevó a González a la Presidencia del Gobierno y su brillante inicio, para acabar con un desgaste que llegó a ser absoluto. Errático en lo político, nefasto en lo económico, soberbio y hasta corrupto en las formas, el felipismo mutó en florero chino y joyería de diseño para pijos (sin olvidar el bonsái, ni el chascarrillo ocurrente; ambas especies de su esmerado cultivo). No tuvo éxito entonces lo de las “jóvenas” de Carmen Romero, primera dama y diputada también (qué le vamos a hacer, una oportunidad perdida). A mí me sorprende la insistencia de la derecha para citarlo con reverencia por el simple hecho de que no comulga con el otro. En fin.
El felipismo mutó en florero chino y joyería de diseño para pijos, sin olvidar el bonsái, ni el chascarrillo ocurrente; ambas especies de su esmerado cultivo
El “sanchismo” es otra cosa. Y ya dura más que suficiente; al menos a mí me tiene estragao (que no es castúo, pero podría serlo). En la mente de su creador tal vez viene de lejos y ocupe su pensamiento con el tamaño de lo que fuera en la patética foto extremeña, pero en la práctica empezó con las primarias que él sabrá cómo ganó sorpresivamente a la engreída Susana Díaz. Y se ha consolidado, con un grupo diverso de secuaces, asociados y palmeros como caldo de cultivo, hasta posicionarse como un lobby de intereses personales, tal vez al servicio de otros más arriba. Qué se yo.
La supervivencia de un lobby es proporcional a su capacidad de influencia y su hipotética desaparición consecuencia de la pérdida de liderazgo y el desuso ciudadano del producto de su interés. Antes de aceptar el fracaso el buen lobby se reinventa (veáse el Manual de Resistencia del menda). Y hace cambios entre la dirigencia. Un nuevo colapso será letal.
El sanchismo (o el nuevo PSOE) ha movido la semana con dimisiones varias por motivos sanitarios personales. Y cambios que se me antojan recambios de desguace, sin pasar por el concesionario a conocer las últimas novedades. Patxi, Patxi López, que fue lendakari con el apoyo del PP, carga con el lastre de acabar sucediendo a Lastra, y tan contento, que para eso es perito y experto en chalaneo. “(Pedro ¿qué es para ti una nación?" tiene hasta un toque de Deusto). La sustitución de Delgado por su lugarteniente es de cuento de piratas ingleses del XVI; no recuerdo ahora el nombre del susodicho, pero sí su stampa. Las ministras de enlace -nosotros teníamos “citas de paso”- son de órdago a la grande: la Montero de los Eres y la Alegría de los libros de texto, cada una con su particular desparpajo. Y el partido controlao. Recuerda al Movimiento, todo dentro de él, nada fuera. Ole el aprendizaje de la memoria democrática.
Sánchez ha recurrido al desguace porque es una marca abandonada de la que ya no se fabrican repuestos originales
Este sí que suma, la otra va más despacio aún con el empujoncito de Tezanos. Un oponente en las últimas primarias y una que apoyó con firmeza a la otra en liza. Se deshará de ellos con idéntica facilidad a como acaba de hacerlo con sus antecesores, en cuanto se salgan del guión. Y atentos a Bolaños y Albares.
El sanchismo (o el nuevo PSOE) es un aparato repugnante que se alimenta con sus propias ambiciones mientras se cisca en España, y en todos los españoles. Ha recurrido al desguace porque es una marca abandonada de la que ya no se fabrican repuestos originales. Tal cual está dejando el albero nacional.