Arriesgada estrategia de Camps en la Audiencia Nacional
La forma con que Camps parece afrontar el Juicio que comienza el próximo lunes en la Audiencia Nacional, puede considerarse arriesgada a ojos de los más cautos.
El ex presidente de la Generalitat Valenciana Francisco Camps, dio comienzo el pasado martes a su conferencia ante más de 300 personas en el Casino de la Agricultura citando el Aria “La Calumnia” de la conocida ópera de Rossini El Barbero de Sevilla. Pudiera haber citado también a quién fue su Conseller de Empresa, Universidad y Ciencia, Justo Nieto. Un pionero de la Innovación, que entre sus rasgos característicos considera el riesgo medido. Y, por supuesto, el concepto de oportunidad temporal, descartando esperar a una situación crítica porque ya es tarde.
Efectivamente, la forma con que Camps parece afrontar el Juicio que comienza el próximo lunes en la Audiencia Nacional, puede considerarse arriesgada a ojos de los más cautos -hoy que la moderación es tema de actualidad- pero no es novedad, ni carece de antecedentes favorables en su caso.
Tan convencido de la doctrina nuclear -la presunción de inocencia- que Cesare Beccaria enunciara en 1764 en su obra “De los delitos y las penas”, como de que la justicia es el nervio que garantiza la libertad y la democracia, no es por azar que sus radicales pronunciamientos sobre la objetividad y alcance de informes policiales, sobre la Fiscalía Anticorrupción, o el compromiso y anterior colaboración política con gobiernos socialistas de sus juzgadores -sin pelos en la lengua- se produzca apenas una semana antes de sentarse en el banquillo.
Enumeró hasta ocho decenas de causas estériles, pero enormemente costosas para los encausados en destrucción reputacional y económica. Algo por cierto que el abogado y ex magistrado, precisamente de la Audiencia Nacional, Santiago Milans del Bosch, en el juicio llamado del IVAM -que acabó en absolución de todos los procesados-defendiendo al hijo del artista Gerardo Rueda, llegó a llamar una suerte de prevaricación del Ministerio Fiscal, que algún día debiera incorporarse a la práctica judicial.
De manera que no es de extrañar que Camps arriesgue a ejemplificar y hasta poner nombres, ni adelantarse a lo que con seguridad será objeto de exhaustivo tratamiento mediático. Este periodista, tan moderado en las formas como radical en los principios, detecta en su actitud más honestidad y firmeza que cualquier otra cosa. Y no discuto que tales virtudes conlleven riesgo. Suele ser así.
No eludir el discurso político, no orillar la responsabilidad incluso individual -la de Ximo Puig (presidente de la Generalitat), la de Ángel Luna (actual Defensor del Pueblo valenciano)- de sus adversarios, además de ser muestra de valentía ha rentabilizado eficacia en anteriores ocasiones.
No descarto que la defensa de sus intereses que ejercerán los letrados Pablo Delgado y Belén Gil -como vienen haciéndolo en cada una de las causas archivadas o motivo de absolución- reiteren en sus cuestiones previas la aplicación de la Directiva Europea 343 de 2016, por la que se refuerza el derecho a la presunción de inocencia, que nunca ha sido traspuesta aquí en su totalidad. Instada su aplicación ya con anterioridad, y sin éxito. Ni extrañará que esta u otra defensa introduzca el complejo discurso de la cosa juzgada o una sutil mención al magistrado, ahora en Eurojust, La Haya, José de la Mata.
Camps suele recordar que dimitió para no sentar en el banquillo a la Presidencia de la Generalitat, para ganar moralmente y para demostrar más dignidad que los socialistas. Catorce años más tarde parece luchar por los mismos ideales.