La izquierda desatada (y desarbolada)
Señora, más respeto a Felipe, que no está tan mayor como Tamames, pero sensible al halago, y puede llegar a creerse inventor de la Seguridad Social, la Escuela Pública y las Pensiones.
Sin ánimo de dramatizar -ya están para ello las redes sociales- hoy escribo con cierta preocupación sobre la situación actual y los previsibles resultados de las elecciones que se acercan. Sea cual fuere el resultado, que para mí está cantado que va a ser una debacle para la izquierda.
Sé muy bien que no proceden comparaciones inoportunas, y que el descarado asalto a Indra no es como el pucherazo del treinta y seis -cuando por cierto la izquierda se opuso al voto de las mujeres-. Ni el actual jefe de la banda es comparable a Largo Caballero escayolista que, de ser doctor, hubiera manuscrito de puño y letra su tesis doctoral. Y que España no es Venezuela, donde la Secretaria de Estado Pilar Cancela, coherente con la situación económica que atravesamos y la política de despilfarro en beneficio propio de su gobierno, ha encarecido sustancialmente la cesta de la compra electoral con su reciente viaje a Caracas.
Convendrán conmigo que la cosa está que arde. (En sentido metafórico. Pasando por alto el incendio de Villanueva de Viver, y el abandono del bosque y el ecologismo urbanita del Botànic, que es harina -o pienso- de costal distinto).
Ante la inminencia de los comicios municipales y parcialmente autonómicos que, esta vez más que nunca, se jugarán en clave nacional, los actuales dirigentes -de aquí y de acullá- están “desataos”. Y, aunque cuesta trabajo intentar un abstract de un sumario general que podría tener la extensión del Aranzadi, la ministra Montero de los Eres (Chiqui en los saraos) ha exhibido lo mejor de su desparpajo verbal y gestual, revestida con esa indumentaria de nueva rica cateta que atenta contra el buen gusto y la debida continencia, para divertimento de toda la Cámara y las espontáneas risotadas de la bancada de Vox (a la que se lo pone a huevo o tiro de pájaro). Señora, más respeto a Felipe González, que no está tan mayor como Tamames, pero igualmente sensible al halago, puede llegar a creerse inventor de la Seguridad Social, la Escuela Pública y las Pensiones (ya puesta a la faena, en su ceguera podría haberle adjudicado también la ONCE). Y aprenda del estilismo de Yolanda Díaz -más falsa que el color de su cabello- que de “ramos” a peras veremos hoy lo que Suma finalmente, además de Compromís. (Estupendo artículo de José L. Torró en ABC al respecto).
Mientras, el boss se quita de en medio viajando a China con su instant low cost de falcon, séquito sectario y “qué guapo soy”, a la manera de sus escapadas magrebíes, y Patxi López (¡ay, Patxi, quién te ha visto y quién te ve!) baila que baila en Alginet, remedando a Iceta y evocando al tito Berni.
Pero el que suma que da gusto es Joan Ribó. Tres millones en altos cargos digitales (y manuales), todos de la cuadrilla, multiplicando panes, peces y votos cautivos pero a la manera laica del Corán. Y sin cortarse, presumiendo del desmán de la última cena muslim, añadida al macrocontenedor de cachivaches y extravagantes celebraciones en que ha convertido la plaza principal de Valencia. O del nombramiento del último alto cargo, que percibirá 11.000 pavos antes de cesar de Comisionado de la Capitalidad Verde (¿o naranja, más bien?). (Menudo tamaño de escobón le toca esgrimir a María José Catalá en cuanto reciba la Vara de la Alcaldía, que todavía conserva el olor y el orgullo con que la ejerció Rita Barberá).
Y es que la izquierda está tan desatada como desarbolada (acepciones 2, 3 y 4 de la RAE, siempre la RAE), falta de objetos que la adornen, rota, destartalada, nerviosa y desencajada.
Lo estoy sufriendo en carne propia en el Consell Valencià de Cultura desde el fallecimiento del profesor Grisolía y la presidencia en funciones de Dolors Pedrós (también Compromís) hasta el punto que he presentado queja y solicitud de amparo al Síndic de Greuges. Veremos.
O los sacamos ya mediante las urnas y sonreímos definitivamente, o yo me vuelvo a Kerala y le pongo un tweet solidario a Ferrovial. Hosanna en el cielo.