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Las muertes que se debería haber evitado

Hay planes contra incendios para poner también a salvo a los otros animales. Poner en marcha estos planes, totalmente viables, no está entre las prioridades de nuestros gobernantes.

Imagen de un cuerpo de animal calzinado.

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Se inicia un incendio en tu edificio. Te acercas a abrir la puerta para escapar, pero se ha bloqueado. Es imposible salir. Tu familia está contigo dentro de la casa. El fuego está cada vez más cerca. El humo comienza a invadirlo todo. Buscáis desesperadamente una salida, pero es imposible escapar.

El terror y la desesperación se apoderan de vosotros. Pronto el humo comienza a dificultar la respiración, mientras las llamas avanzan, ya dentro de casa, engullendo todo a su paso. Escuchas unos estremecedores gritos de dolor que se te clavan en el alma. El fuego ha alcanzado a tu hermano. Lo está devorando, literalmente, mientras sigue avanzando hacia ti. Intentas proteger a tus hijos con tu propio cuerpo, arrinconados e interponiéndote entre ellos y el fuego, que cada vez está más cerca, implacable.

Lloras y gritas con todas tus fuerzas, pero nadie os ayuda. Tus peques, desesperados, piden que les salves. Es lo que se espera de una madre. Pero tú no puedes hacer nada más. El calor es ya asfixiante...y un dolor insoportable comienza a recorrer tu cuerpo. Ha llegado el final y sólo queda mirar a tus hijos por última vez y decirles que les quieres. Todo queda en silencio. Un silencio sólo roto por el crepitar del fuego.

Esta terrible situación es la que han tenido que vivir, no sabemos cuántos cientos o miles de animales, durante el incendio que durante más de una semana ha devorado parte del Alto Mijares.

La prensa se he hecho eco de la muerte de quince vacas de una granja que no pudieron huir y quedaron atrapadas en un cercado electrificado.

Y la destrucción de decenas de colmenas, con sus abejas. Pero no sabremos cuántos animales, encerrados en jaulas y corrales particulares, habrán muerto calcinados, sin posibilidad alguna de escapar. Ni los que pueden haber muerto atrapados en cercados cinegéticos. Ni los animales libres, ahora en época reproductiva, que se habrán quemado en sus nidos y madrigueras. De ellos no quedará ni siquiera un número en un registro estadístico.

En la gestión del dinero público, quienes nos gobiernan nunca consideran importante destinar suficientes recursos a la prevención de incendios. Sin embargo, el fuego todos los años hace estragos en el monte, devorando nuestro patrimonio ambiental, además de destruir edificios, viviendas y vehículos. En demasiadas ocasiones, hay que lamentar también víctimas humanas.

De las otras víctimas, de los otros animales, miles cada año, de esas no se habla. ¿Cuándo quienes nos gobiernan entenderán que, aunque sean acciones a largo plazo que no se monetizan en votos directos, es crucial invertir en prevención para evitar que nuestros espacios naturales sean aniquilados y el fuego se cobre tantas víctimas?

Por otra parte, hay planes de evacuación con propuestas para, en caso de situaciones de emergencia, como los incendios, poner a salvo también a los otros animales. Sin embargo, poner en marcha estos planes, totalmente viables, no está, ni mucho menos, entre las prioridades de nuestros/as gobernantes, siendo su desidia, inacción y falta de empatía las responsables de incontables y terribles muertes. Las de los animales atrapados y devorados por el fuego.

Hasta que esto cambie seguiremos, ante cada incendio, con el pensamiento puesto en aquellos que no van a poder escapar de las llamas y con el alma rota de dolor. No obstante, nuestro dolor no impedirá que sigamos luchando hasta que se ponga a salvo a cualquiera que esté en peligro, humano o no.