Encuestas, hipotecas y el Dalai Lama
Hay que cambiar la ley electoral. ¿A quién le importan las encuestas cocinadas de quienes esperan un cargo?
Las encuestas echan humo. Todo el mundo tiene la suya, que le beneficia a él y hunde a los demás. Tezanos está haciendo horas extraordinarias y repartiendo tranquimazines en Moncloa porque hay ochocientos asesores, mil ministros y tres mil secretarios generales y directores y enchufados varios que han perdido el sueño. Todos hablan con miedo - los sillones vuelan como las inversiones en criptomonedas – miles me han propuesto a mi chinas, taiwanesas, coreanas, inglesas… vean los Timos para abuelos que publico en una revista policial: H50Digital-. ¿A quién le importan las encuestas cocinadas de quienes esperan un cargo para disfrutar del momio y vivir como Dios en el Sinaí?
“Grande es Dios en el Sinaí - decía Castelar en las Cortes contestando al carlista vasco Manterola, tras el triunfo de la Revolución que echó a Isabel II- el trueno le precede, el rayo le acompaña, la luz le envuelve, la tierra tiembla, los montes se desgajan”. A toda esa fanfarria – truenos, rayos, luces, temblores-, símbolo del poder, aspiran quienes se asustan y miran las encuestas una y otra vez por si les toca hacer el petate - los que están- o ni siquiera prepararlo - los que quieren estar-. ¿No habrá algo para mí… aunque sea una secretaría autonómica de algo? Me da igual de qué, aunque sea de emergencias que eso lo único que tiene es una libretilla con los teléfonos apuntados de los tíos de los helicópteros y de los aviones que se llenan en los pantanos para apagar incendios. Los llamas y se ponen como locos echando agua en aquellos montes que no se han cuidado, que no se han desbrozado, en los que no pastan ni cabras ni ovejas y están hasta el culo de maleza que arde como la yesca.
¿Una secretaria de algo para mí, cojones, que tampoco pido ser Conseller de golpe? Da igual el signo político, que yo me cambio de uno a otro como si fuera de ciudadanos, y me voy a los socialistas, a los populares, a los ultras o a los independes a hacer de bisagra y de líder de la gobernabilidad. Lo que importa es el sueldo que conlleva porque en el asunto del trabajo, ahí, no nos van a engañar.
Me he quedado gilipollas - más aún- viendo a Ortúzar este domingo en el Aberri Eguna. Acojonante el cinismo y la jeta – como todos-. Ortúzar ha superado en sentido del humor a los memos de la TV3 – les dije gilipollas con cariño y memos se lo digo igual, como descripción y sin ánimo de ofender- que se reían de los andaluces y del Rocío porque, evidentemente, todos los andaluces somos una mezcla de Lola Flores, Chiquito de la Calzada, María del Monte, la Veneno y Bibi Andersen. Claro. Andalucía no ha dado nunca a nadie con un mínimo nivel. Ni un poeta - Bécquer, Machado, Lorca-. Ni un pintor – Picasso- y no me pongo a citar gente de Castelar a Francisco Ayala, de Sabina a Carlos Cano a Muñoz Molina, a Alfonso Guerra o a Felipe González. Todos… gente sin nivel para estos tuercebotas, dicho con cariño y sin ánimo de ofender.
A lo que vamos, que llega Ortúzar a arengar a sus huestes y dice que Euskadi pide libertad. Cincuenta años llevo oyendo la misma monserga del oprobio español y del bombardeo de Guernica, como si Franco no hubiera bombardeado nada más que allí y, en el Mercado de Alicante, por ejemplo - con más víctimas que Guernica- los aviones fascistas italianos, en mayo del 38 hubiera arrojado pasteles de crema. Ortúzar, líder peneuvista, reincide una vez más – estos luchan por sus sillones lo mismo que todos- en las viejas teorías megalómanas de Agustín Chaho, de Federico Krutwig y, evidentemente, de Sabino, su gurú. He tenido dos grandes amigos peneuvistas de cuando mi estancia en aquel sitio maravilloso. Ambos han fallecido por lo mismo que tanta gente hoy y por eso no puedo quejarme de viva voz.
Un país vasco mimado, que lo gestiona todo, que recauda y pide y da menos que un delegado sindical, se queja de falta de libertad. Hay que desviarles el Ebro para que pase por Vitoria, Bilbao y San Sebastián. Hay que llevarles el anfiteatro romano de Mérida y la Alhambra de Granada; la catedral de León y la de Burgos. Calmemos a los nacionalistas insaciables, cosa que yo no soy, ni españolista ni nada porque el nacionalismo se cura viajando y he destrozado ya mil maletas yendo arriba y abajo. Vuelvo a mis predicas de cuando era etarrólogo y les daba ejercicios espirituales en las cárceles de toda España.
Un país no es nada eterno ni espiritual. Es una realidad política, económica, cultura y administrativa. España se ha formado a lo largo de los siglos y los vascos han ayudado a conformarla. Esto no se puede estar poniendo en cuestión cada treinta años o cada vez que treinta iluminados consigan un rebaño de seguidores para pegar tiros – los etarras- o empezar un “procés”. Hay que cambiar la ley electoral aunque a mi – anciano anarquista y ruinoso- eso ya me importa medio huevo.
¿A quién le preocupa ahora la política y sus líos con la que está cayendo? A mucha gente que lo que quiere y necesita son soluciones reales a los problemas de cada día y no discursos tan grandilocuentes como vacíos de contenido.
Tengo un amigo que lleva tres meses comiendo bocadillos de chopped. Él y toda su familia. Con la subida de los tipos de interés - esas que dictan los grandes gerifaltes para protegernos de la inflación y regular la economía y asegurar el crecimiento- le han clavado trescientos cincuenta pavos más cada mes en el recibo de la hipoteca. A ver ahora quién paga la luz, el agua, los móviles de los niños, las actividades extraescolares, las excursiones y la madre que las parió a todas juntas. Estoy pensando montar un grupo de mercenarios al estilo de los Wagner rusos - ¡qué nombre tan musical!- y nos vamos a dedicar al atraco. Cuando nos pillen nos vamos a un hotel que conozco perfectamente porque me he tirado cuarenta años en él y vivimos a costa del erario público como si fuéramos militantes un partido recién hecho. ¡No me denuncien, no se me querellen que esto no es apología del delito! ¡Esto es mera supervivencia!
También se me había ocurrido, en busca de la felicidad en medio de esta marabunta, apuntarme a una religión oriental, de esas lejanas que buscan la impasibilidad, el equilibrio, la quietud y la ausencia de emociones. O sea, que te dicen que te han pegado un clavo por una foto del radar…no pasa nada. Si te viene una púa de hacienda, del ayuntamiento o de la generalitat - no olvidemos que hay que pagar al jefe de las emergencias-…no pasa nada. Yo me hago budista o del Hare Krisna, respiro hondo y me la suda todo. Así pensaba yo hasta que ayer vi hacer una guarrada nada más y nada menos que al Dalai Lama, esa autoridad espiritual del Tibet. Eso lo hace el cura de mi pueblo, aquel que tenía novia formal y va preso con toda la razón. ¿Eso es una broma risueña o es pederastia? Darle un beso en la boca a un niño es lo más parecido que he visto yo en un telediario y decirle que te chupe la lengua es como para darte un par de hostias con la mano abierta y llevarte luego al cuartelillo. Ni Dalai Lama, ni bromas ni leches.