Elogio de Jorge Bellver
Es sin lugar a dudas una pieza maestra de la política valenciana de las últimas décadas.
La noble disciplina arquitectónica, que amo tanto y a la que he consagrado y consagro tanto esfuerzo, distingue entre su estructura organizativa, constructiva y estética, piezas fundamentales -llamemos maestras- que garantizan su funcionamiento adecuado, la firmeza y unidad constructiva, y la oportuna belleza. Corresponde a sus autores, y muy a menudo a sus estudiosos y críticos, establecer el papel que esas piezas juegan en el resultado final y en su percepción por el usuario. O dicho de otra manera, su protagonismo estilístico.
Aun coincidiendo en el objetivo común y principal, que es el bien estar social a escala territorial y doméstica, el lenguaje creativo del autor, la elección del material, pueden añadir una relevancia formal a esas piezas de fundamento estructural, o por el contrario relegar, si no opacar, su presencia en un conjunto armónico. Sea cual fuere la elección, sin desdoro alguno de su cualidad estructural fundamental.
En realidad no es una excepción al amplio campo de la cultura y de la ciencia humanística. Y no se me antoja raro que la estructura política-la económica y social en ella subsumidas- goce de características semejantes. Ni que entre esas piezas fundamentales garantes del rigor del discurso, de la estabilidad del proyecto, y de la debida sensibilidad, haya que contar personas.
He podido titular Tributo u Homenaje, Encomio o Panegírico. O más académico, Laudatio, que quiere decir Alabanza. Elijan ustedes a la manera de titular abierto.
La figura de Jorge Bellver, a quien he tenido la oportunidad de seguir y estudiar su trayectoria política durante un buen puñado de años, hasta gozar de una cercanía que me honra, es sin lugar a dudas una pieza maestra de la política valenciana de las últimas décadas. Su permanente disponibilidad, unida a una simpatía compatible con su habitual humildad, su capacidad para el diálogo noble y sincero, su sentido de la responsabilidad y del compromiso, lo ha erigido en el político deseado. Honesto y eficiente.
En su larga y fecunda trayectoria municipal adquirió una profunda cultura territorial y urbana que siempre basó en la confianza en los expertos y en el mérito como categoría. De ello se desprendieron no pocos éxitos en materia de planeamiento, protección patrimonial y vivienda.
Impecable parlamentario, nunca apasionado más allá de los límites de su firmeza de principios, ha representado junto a sus colegas -y en dos mandatos de distinta dirección del partido- la dignidad de la oposición popular y la representación de sus votantes. En su escaño y en su silla de la Mesa.
Confieso ser de los que hubiera deseado para Jorge Bellver cargos y responsabilidades que evidentemente no deseó él. Ahora ha anunciado un comprensible descanso. Esperaremos su regreso. Y yo no renuncio a la cercanía.
He asistido a la presentación del Programa Abierto de María José Catalá, y a sus “¡Ganas! de Valencia” y he visto entusiasmo y entrega más allá del electoral. Hay programa y hay ganas. Y hay talante y disposición para ello. En el área de urbanismo municipal hay un importante legado de Bellver. Algo más que una útil jurisprudencia, una suerte de manual de cultura y gestión urbanas.