Siguen desatados de los nervios
Después del revolcón no existe la autocrítica. Recuerdan todos la frase del clarividente, Alfonso Guerra: “el que se mueve no sale en la foto”. O sea, se cae de las listas y va a la calle.
No cabe la menor duda de que nos jugamos el futuro. Las elecciones municipales – y autonómicas en bastantes Comunidades – han sido unas primarias en toda regla. Incluso los socialistas que lo niegan se tientan la ropa y, tras el revolcón de derechas, se ven abocados a la oposición con el pánico irremediable que eso conlleva. Por cierto, hay muchos que en silencio y trabajando en la sombra por conservar el sitio como “culiparlantes” – así han llamado muchas veces a quienes asientan sus culos en los sillones del Congreso ¿Por qué llamarlos posaderas? - piensan que les da igual estar en la oposición siempre que tengan la paga generosa y fija a final de mes. De ahí nacen los navajazos en la confección de las listas. Repasen, repasen a los congresistas y vean, para su asombro, cuántos hay de esos, fantasmas que andan perdidos por los pasillos del edificio de la Carrera de San Jerónimo como almas en pena.
Después del enorme revolcón – me dice una información en primera fila que, en la mañana siguiente a la debacle, aplaudían a rabiar y ponían sonrisa profiden para no enfadarlo ante el Jefazo -. Después del revolcón no existe la autocrítica. Recuerdan todos la frase del clarividente, Alfonso Guerra: “el que se mueve no sale en la foto”. O sea, se cae de las listas y va a la puta calle. La horquilla de las encuestas - no las de Tezanos que ha quedado inhabilitado de facto- da casi ciento cuarenta diputados a los populares y deja con menos de cien a los socialistas. ¿Qué hacer ante eso? Ya han puesto todos a sus estrategas a trabajar. El amor de mi vida se ha hecho de derechas. Mecagoentoloquesemenea.
Sánchez intenta hacer valer y extender una frase brillante. “la extrema derecha y la derecha extrema”, que encierra el miedo al facha como recurso último para seguir disfrutando de la progresía y huir del integrismo. Tienen difícil convencer a la peña de que los que han emulado desde el minuto cero “La rebelión en la granja” orweliana, son la progresía que necesitamos porque han empezado por comprarse un chalet con piscina y por cortar la calle para vivir ajenos a miradas de paseantes curiosos. Han dejado el metro y han gozado ufanos del coche oficial con escoltas, que eso viste mucho. Esos, los que iban a seguir integrados en la plebe y viviendo en Vallecas.
Los populares, por su parte, como los equipos que van ganando, se ponen a conservar la ventaja de estas primarias y a situarse en la estela de la ola que los lleve hasta la victoria. Siguen intentando aumentar la ventaja que les ha dado Sánchez por aliarse con los que quieren desguazar a España. ¡Ojo! Está en su derecho de aliarse con quien quiera que la política hace extraños compañeros de cama, pero debe afrontar las consecuencias de tal encamamiento.
La palabra y la realidad España tiene su enganche. La gente, con su corazoncito, cuando le nombras a España, a muchísimos, se les enciende la luz de alarma y quieren seguir con ella. Eso implica que les jode enormemente todo lo que suene a desguace y a machacarla.
El recurso a la derecha extrema y la extrema derecha no es suficiente, pero Feijoy, que de tonto no tiene un pelo, ya ha dado las órdenes a todos los barones ganadores: ralenticemos los pactos con Vox, paralizados hasta después de la fecha esperpéntica de Sánchez en pleno veraneo. No hay prisa. La bulla – como dicen en mi tierra como sinónimo de prisa, no de juerga ni de jaleo- solo es para los ladrones y para los malos toreros. Hay que pactar con Vox, imprescindible, pero después del veintitrés de julio. Menos mal que Sánchez, en su afán de ser el primero en todo no ha tenido la ocurrencia de poner las elecciones el día 18 del mismo mes.
Dice Sánchez, el jefe de todos los estrategas reunidos - me cuentan que no han dejado entrar a Simancas porque lo consideran cenizo desde el Tamayazo- que, ante la ola del 28 M que empuja a la derecha, hay que rearmar al electorado de izquierdas, sin contar evidentemente con podemos, Bildu ni Esquerra que han sido los grandes causantes del desastre. Nadie sabe muy bien en qué consiste ni cómo se consigue ese rearme, aunque siguen los sabios áulicos investigando y dando consejos sobre el mismo.
El optimismo, sin vender la piel del oso antes de cazarlo, se extiende en la derecha como mancha de aceite imparable. El pesimismo - hablaban bajito hasta de cambiar de candidato pero nadie se ha atrevido a verbalizarlo para no ser fulminado- se extiende entre las huestes de Sánchez que esperan el milagro del genio de la lámpara y de los consejeros del rearme para salir de la ruina de finales de mayo.
Luego está la izquierda a la izquierda de los socialistas - dicen ellos- que no se ponen de acuerdo ni a la de tres por los personalismos y los estrellatos. Solo Garzón ha dicho que va a dejar paso a nuevos talentos, los demás siguen peleando por el sillón de sus entretelas que cantaba el grandísimo Forges. Van a la ruina porque – aprendan de los independentistas- los votos que se agrupan en territorios pequeños valen mucho más que los dispersos. Si Yolanda va por un sitio y la Montero y Belarra van por otro, ya se pueden dar por amortizadas tras el leñazo que le han supuesto las municipales.
Los abuelos somos tontos – me incluyo-. No somos capaces de hacer valer nuestro peso. Más de diez millones de jubilados. Sánchez dijo que aumentaba las pensiones como el índice de precios, o sea un 8.5 % y lo hizo. Pero, por la puerta de atrás, lo que subía de pensión lo subía en la renta y nos quedamos como estábamos a la vez que engañados. Feijoy – no es mío el nombre sino del gran De Manuel, que no me gustan los plagios- ha sido más claro y ha dicho que no va a subir las pensiones, sino que va a trabajar por estabilizar los precios. Macabro anuncio.
Y en medio de este revoltillo cargado de incertidumbres con la única certeza de una pelea feroz por los sillones, me llega una invitación de una mujer espectacular, valiente, inteligente, decidida. La primera mujer boina verde de España: una teniente coronel médico anestesista, me envía el libro “Boinas verdes” y me invita a presentarlo en el Casino de Alicante. Cincuenta personas. Muchos de ellos han dedicado media vida a ser eso que en la mili - los pocos que quedamos ya que la hemos hecho- llamábamos “guerrilleros” o compañías de operaciones especiales, que tienen su sede en Rabasa. El ejército siempre ha estado cuestionado, como la policía, como la guardia civil, como los de hacienda, como las cárceles. Todos cuestionados y todos imprescindibles porque la condición humana lo exige, dada la tendencia del hombre de subirse a la chepa del prójimo.
¿Creen ustedes que a Putin se le puede parar con sermones y con frases bonitas? “Si vis pacem, para bellum”. Esta verdad ya se decía en tiempos de César, ese general y escritor romano cuya “Guerra de las Galias” traducíamos cuando los planes de estudios no eran un desastre como ahora es el caso, que hablas con universitarios y son bastante más analfabetos que mi chacho Francisquillo, gañán en el cortijo de un señorito andaluz por la comida y la cama. Si un país no tiene un ejército preparado y potente - señor pacifista de tebeo y pacotilla- está a merced del egoísmo, del interés, de la megalomanía y de los afanes imperialistas del que sí lo tiene. Punto y final.
Boinas verdes - allí estaban un montón de ellos- abuelos ya, con años y años de servicio y mandados a una jubilación paupérrima tras jugársela en mil sitios. Hoy florece la novela negra. Los autores se parten la cabeza buscando argumentos nuevos y situaciones retorcidas que hagan vibrar al lector. En el libro de relatos de estos hombres tienen historias reales, tiros de verdad, emboscadas, incendios, secuestros y bombas. La realidad supera a la ficción. Enhorabuena a los escritores-soldados.