El hundimiento del Sanchanic... o el linchamiento de Frankenstein
El Sanchanic irremisiblemente se hunde; acreditado como indudable el milenario olfato de pintorescos animalitos para detectar tantos naufragios.
Siempre se dijo que las ratas son las primeras en abandonar la nave que se va a pique. También cabe preguntarse que por mucho que corran, adónde realmente podrán escapar o ponerse a salvo, en una embarcación que se encuentre, por ejemplo, en mitad del océano... Qui sap...
Cosa que desde luego no afecta a algunos de los roedores que pululan por las tertulias de las televisiones y las radios, y que como todos hemos visto, y oído, se han pasado cuatro largos años defendiendo a capa y espada todos los desmanes, abusos y locuras del Sanchismo/Frankenstein, pero qué ahora, precisamente ahora, oh cielos, fingen hacer ascos al engendro. Puajjj...
Esta quizás sea la mejor encuesta. O la más fiable de que en efecto el Sanchanic irremisiblemente se hunde; acreditado como indudable el milenario olfato de estos pintorescos animalitos para detectar tantos naufragios.
Junto a esta entrañable raza, es cierto que pulula pontificando por las ondas la otra especie, que podríamos comparar con las hoy casi desaparecidas mulas, en nuestros pueblos y campos de labor, se entiende, que impasibles el ademán, y tiernamente como un Adolfo en su bunker, o un Machado cualquiera al inmortalizar a aquel olmo seco, siguen esperando otro milagro de la primavera, en este caso más bien de la jodida canícula o del azar en el polémico 23 de julio. O porqué no, un socorrido apaño postal...También tan consuetudinario en nuestras Españas.
De ahí que estos/as tan tercamente arrecien estos días con sus coces, con más ahínco y rebuznos que nunca, profetizando agriamente, cuáles patéticas asustaviejas, sobre el fascismo y la emergencia climática que cuales plagas bíblicas se nos vienen encima, para el improbable caso de que su mantenedor Sánchez no logre desposarse; esta vez no ya con Frankenstein si no con su propia novia, interpretada en su día, por cierto, y tan genialmente, por Elsa Lanchester. Se entiende. El venidero 23...y por cuatro años más. No te digo...