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La lección alemana

Las consecuencias de esa pérdida cultural pueden ser dramáticas para la gobernabilidad de nuestra democracia parlamentaria

Alberto Núñez Feijóo en la última reunión de la junta directiva del PP.

Publicado por
Josep María Felip

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Quien compare el Estatuto de Boon de 1948 que dio lugar a la existencia de la República Federal de Alemania y nuestra Constitución de 1978 encontrara equivalencias. Los ponentes de la nuestra leyeron el texto alemán, apostaron por una democracia parlamentaria, como allí, y parte de sus lecciones les influyeron como fueron las del sistema electoral. Europa superó sus atávicos fantasmas de guerra entre Estados y hemos tenido más de 40 años de estabilidad política.

Una de las lecciones aprendidas fue, ante todo, la estabilidad y la gobernabilidad de una democracia parlamentaria fundada en la competitividad y pluralidad de partidos, que prima las mayorías electorales con un juego de barreras para acceder a las cámaras regionales y estatales, y una formula electoral que transforma los votos en escaños para que gobernara aquel que consiguiera el apoyo mayoritario del parlamento, el Bundestag allí y el Congreso de los Diputados aquí.

Si bien la lección alemana la aprendieron los grandes partidos que han vertebrado nuestra democracia parlamentaria, a la actual cúpula dirigente del PSOE se le ha olvidado. Allí, entre la democracia cristiana y la socialdemocracia ha existido y sigue existiendo la voluntad de garantizar la gobernabilidad del Estado después de lo que significó la caída de la Republica de Weimar, de tal modo que, entre ambas, quien gana las elecciones recurre al apoyo de quien no la ha ganado para alcanzar la mayoría legalmente requerida. El olvido de la lección viene a cuenta, porque los “viejos socialistas” sí que recuerdan aquello que al actual Secretario General del PSOE Pedro Sánchez se le olvida, al igual que también a Rodríguez Zapatero en sus soflamas radiofónicas.

El resultado de las elecciones del pasado 23 J configura un Congreso y un Senado muy determinado: quien las ganó fue el PP y quien no las ganó el PSOE, y en la liza entre Feijóo y Sánchez para liderar y formar gobierno, es Feijoo quien le toca gobernar, sea mediante una coalición “a la alemana”, como sostiene Javier Paniagua, o de apoyo al más votado mediante el mecanismo de la abstención parlamentaria. Pero la lectura que hicieron aquellos ponentes la ha olvidado Sánchez, y la cultura alemana de la que aprendieron nuestros mayores no se encuentra en el manual de instrucciones de la actual elite de poder del PSOE.

Las consecuencias de esa pérdida cultural pueden ser dramáticas para la gobernabilidad de nuestra democracia parlamentaria: o gobierna el inquilino de Waterloo y sus 9 diputados de JuntsxCat, o si Waterloo le dice que no a Sánchez, entramos en un periodo de inestabilidad política a solucionar en una nueva convocatoria electoral antes de las Navidades de este año. Y vuelta a empezar. En fin, las consecuencias políticas de un ego crecido, de aquellos que Alfonso Guerra no dejaba salir en la foto.