Vienen a por nosotros
De la tontería al disparate, sigue Ione Belarra con una contumacia y talento semejantes a aquel empeñado que asó la manteca para sofreír una barra de hielo.
Ni, aunque Dios o la naturaleza le hubieran otorgado mejores luces, profieren en sus entornos más próximos, jamás habrían supuesto que la segunda secretaria de Irene Montero llegase a ministra de las Españas; lo cual no es óbice para que esta mandataria de altísimo nivel en el escalafón político que internacionalmente nos representa como nación, siga soltando perlas cultivadas en los mítines de Podemos, que pueden tener cabida entre las hojas de un apocalíptico panfleto de la formación morada, escrito para zumbados ácratas/comunistas y diletantes de la izquierda divina, pero, añado, resultan muy preocupantes, dada su lógica repercusión mediática, cuando traspasan el teatrillo mitinero de una formación a la baja y ávida de insuflarse el gas revolucionario antisistema con el que salió disparada desde la calle al Parlamento en 2016.
Al fin y al cabo, dirán ustedes, estamos en un país libre, donde cada cual puede soltarla tan gorda y extraviada como quiera, siempre y cuando se respeten unos mínimos morales (convenidos) y constitucionales (jurados o prometidos). Si bien, dentro de una libertad de expresión marcada por los tribunales, eso sí, con mayor o menor acierto por parte de quien la interpreta. También las puñetas se equivocan.
Hoy la Justicia debe andar saturada de reclamaciones porque a los políticos/as se les ha soltado la lenguaraz y vomitan sobre la escupidera de las imprecaciones y salidas de tiesto gruesas. Son como niños, que, por presumida elevación, acaban desafiándose a palabrotas malsonantes recién aprendidas, o a despropósitos imaginativos ajenos a cualquier racionalidad. Unos bocazas. Y, no sólo Unidas/es/os Podemos con su mejunje de siglas se dedica a caldear el ambiente hasta hacerlo explosivo por insoportable, sino y también, pongamos por caso, al faltón irredento ministro Bolaños, quien insulta más que habla.
Quizás porque la clase política haya generado tantísima desconfianza creando trileros del intercambio de favores legislativos, gracias y desgracias a unas minorías de lesa majestad y antiespañolismo declarado
Y si queremos dos tazas llenas de excesos verbales, ahí tenemos a media nación pendientemente asustada y en guardia ante la última chorrada que se le venga en ganas a esa medianía de Puigdemont, al cual otros independentistas más inteligentes pusieron de esparrin para dar y recibir bofetadas en el ring de la política bizantina dirimida en Madrid para si en las Cortes españolas, deben hablar (obligada y obligatoriamente) tantas lenguas como en Babilonia; o la recuperación posmoderna de los reinos taifas, aduanas incluidas; incluso si alcanzamos a conjugar el sexo de los ángeles: ni masculino, ni femenino, ¿tal vez andrógino?; por supuesto la distribución de la riqueza, Hacienda pública “somos todos”, puntúa sobresalientemente a quienes al por mayor quieren irse, aunque no lo hayan demostrado en las últimas urnas, para que así se queden un ratito más, siempre de grado, pero nunca por la fuerza del “hasta aquí llegó el agua” que, tras la riada dictatorial y cenagal franquista, marcan los democráticos niveles de la Constitución del 78, hoy en almoneda.
Asuntos baladíes que dejan indiferente a la otra media España. Quizás porque la clase política haya generado tantísima desconfianza creando trileros del intercambio de favores legislativos, gracias y desgracias a unas minorías de lesa majestad y antiespañolismo declarado, muy capaces de fraude contra las mayorías, y siempre dispuestas al contrabando de escaños que, entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz con la lugarteniente y Ione Belarra, han encontrado al mejor tándem de los maquis posmodernos.
...manejado en Bruselas entre Puigdemont y la banda de los cuatro, quienes han reconocido que parte magra del botín se invierte en promover la independencia de la Catalunya de Junts
Sin embargo, que las dos Españas de siempre alarmadas o descreídas, anden entre la apatía y el “susto o muerte”, no debieran ser óbice gubernamental para que otros poderes, pongamos por caso los mediáticos: prensa, radio, televisión, etc. dejemos de estar atentos a las amenazas, sobre todo si vienen del poder ministerial como es el caso de la señora o señorita Belarra, que profieren desde sus púlpitos contra la sacrosanta libertad de expresión en cualquier país democrático: España, es un suponer.
Y es que la ínclita ministra pasmada ha vuelto a poner voz al delirium tremens de Periquín y Yoli, haciéndose eco de la necesidad de acallar cualquier crítica de los mass-media, empezando con las fundamentadas, y por el simple procedimiento de ir a por sus cabezas y consejos de administración editoriales, buscándole las cosquillas en las cuentas corrientes e impuestos debidos. Investigaciones coactivas que se extenderán a columnistas y periodistas censores del Régimen sanchista y colaterales. Mientras, dejan inmune y por el morro negociador semejante capitalazo manejado en Bruselas entre Puigdemont y la banda de los cuatro, quienes han reconocido que parte magra del botín se invierte en promover la independencia de la Catalunya de Junts, porque cuanto piense el resto (pro o en contra de su alucinación-desconexión) les importa una verdadera figa, o un corte de mangas si proviene de ERC.
Cuentan que la revista más cachonda e irreverente – a pesar del franquismo – publicó una portada con la siguiente viñeta: “Bombín es a bombón, como cojín es a X, y nos importa dos X que nos cierren la edición”. Pues eso, queridísima Ione, que a quienes tú tildas de “machistas” y “corruptos”, unos desde la dirección, otros a pie de redacción seguiremos dando caña y cera al poder donde estás instalada como sonotone de Pablo Iglesias, que no por méritos propios.
Si quieres trabajar de tonta útil para el Gobierno de Sánchez, hazlo como palafrenera de vuestra “nación de naciones”, pero no arrojando piedras infamantes y cerrojazos contra los medios de comunicación, porque te la devolveremos con los “polvos pica pica”.