Y de nuevo la lengua
No es cuestión ni de nombres ni definiciones. Una trampa, acaso, de un Botánico que no digiere la derrota para meter cizaña en el Consell del Presidente Mazón.
El presidente Carlos Mazón ha dado el oportuno puñetazo en la mesa. No es de recibo la rebelión de algunos de sus conmilitones y nuevos amigos de Vox resucitando lo que los presidentes Zaplana y Camps enterraron: el embrollo lingüístico valenciano.
El 26 de julio de 1979 el Plenari de Parlamentaris elegía la tercera comisión redactora del Estatut. Sus trabajos se atascaron por varios motivos, uno de ello, y no el mas importante pero si entre los mas pasionales, la denominación de la lengua que la Comisión definía como Valenciano.
El problema, como se denominaba a lo hablado por mas de un tercio de los valencianos en ese momento histórico y, lo mas importante, como se escribía: o con las Normas de Castellón de 1932, o con las normas de El Puig de 1967. Las primeras, aceptada por la sección de filología del Institut de Estudis Catalans; las segundas, las alternativas inventadas por Casp y Adlert en los años sesenta y defendidas por la Real Academia Valenciana de la Llengua. Ni que decir tiene que los representantes del PSPV y del PCPV defendían las primeras y la UCD las segundas.
En plena efervescencia política, la Comisión se bloqueo y el Proceso Autonómico iniciado en octubre de 1978 saltó por los aires siendo la denominación de la lengua el motivo que tapaba el verdadero problema: quien mandaba aquí, o UCD o el PSOE-PCPV. La situación se resolvió en abril de 1981 cuando el Plenari eligió la cuarta Comisión Redactora que elaboró el proyecto de Benicàssim negociado en Madrid donde la lengua hablada se definía “valenciano”, nombre que ya había defendido Manuel Broseta en la Junta Democrática que presidia en 1975 y 1976 pero que Abril Martorell la quería denominar según las normas de El Puig que el PSPV y el PCPV no aceptaban.
La cuestión se zanjo parcialmente en 1982 con el Estatuto de la Comunidad Valenciana, como Ley Orgánica, y en su art. 6, definiendo la lengua como valenciana pero no entrando en su denominación y como se escribía. Así se quedo en suspenso durante mas de 27 años afectando, entre otros, a la homologación de títulos, el embrollo de la escritura y el perpetuo enfrentamiento con la Universidad de Valencia y el Tribunal Constitucional.
Por única iniciativa del Presidente Zaplana, ante un reticente Jordi Pujol –recuperen el articulo de Miquel Alberola en El País de 9 de octubre de 2002 “Crónica de una relación imposible”- y siendo presidente de un PPCV heredero de aquella UCD-Regional se zanjó la cuestión creando la Academia Valenciana de la Lengua, y siendo Presidente Camps con la reforma de la Ley Orgánica de 2006 por consenso de las Cortes Valencianas; se incluía el apartado 8 en el art. 6 del Estatuto a la AVL como única autoridad lingüística. Nacía el “valencià normalitzat” zanjando el embrollo.
¿A que viene resucitar una polémica que tardó tanto en cerrarse? No es cuestión ni de nombres ni definiciones. Una trampa, acaso, de un Botánico que no digiere la derrota para meter cizaña en el Consell del Presidente Mazón. Parece mentira que algunos no se den cuenta. Muy bien por el Presidente Mazón y su puñetazo en la mesa.