¿Qué está pasando en el Consell Valencià de Cultura?
Lejos quedan aquellos tiempos calmos de un CVC diverso, como siempre, con nombres de la cultura valenciana propuestos por los distintos grupos políticos.
Artistas, escritores, profesores, profesionales y algún político, convivían y competían en rigor con el mismo fin de hacer de su trabajo la excelencia.
Con la renovación de 2011 -el año de la dimisión de Camps- y la presidencia de Santiago Grisolía, aterrizaron en el CVC los primeros militantes de carnet con independencia de que sus méritos culturales fueran mayores o menores: el arquitecto González Móstoles que fue número dos de Carmen Alborch en su fallido intento de acceder a la Alcaldía; Ana Noguera, eterna candidata; Pepa Frau tras perder Gandía después de tres mandatos y pasar por senado y Les Corts Valencianes, por parte del PSPV. El veterano Martín Quirós por los populares. Y Gloria Marcos propuesta por Esquerra Unida. Pese a ello el ambiente resultaba cálido y las diferencias de criterio se resolvían por consenso y la cuidadosa, y sempiterna, mediación del presidente.
La última renovación, con el gobierno del Botànic, incorporados nuevos vocales a propuesta de Podemos y Ciudadanos e incrementados hasta cuatro los de Compromís, descendieron en consecuencia los representantes de socialistas y populares. Repitió el profesor en la presidencia, esta vez en la lista elaborada por el PSPV, se mantuvo el sempiterno Jesús Huguet -hombre de la confianza de Ximo Puig- como secretario. Y se pactó, verbalmente, que la vicepresidencia correspondiera al PP. Así fue, la catedrática de la UVEG Petra María Pérez ocupó la vicepresidencia durante los tres primeros años de mandato. Pero en la preceptiva renovación tras la insaculación de la mitad de los vocales, el PP optó por un nuevo perfil, la que fue Directora General de Patrimonio con María José Catalá, Marta Alonso. Y Vox no propuso a nadie entonces.
La izquierda maniobró para que Grisolía, rompiendo el pacto inicial, propusiera a Dolors Pedrós (Compromís) para la vicepresidencia. Las formas provocaron un plante de los consejeros populares que se ausentaron en la votación e iniciaron más tarde un Contencioso que fue admitido a trámite (aunque posteriormente retirado con motivo del fallecimiento de aquel). Desde entonces, las relaciones entre los vocales propuestos por el PP y el resto -los dos de Ciudadanos han votado permanentemente con la izquierda- se fueron tensando y reproduciendo episodios de desencuentro más o menos sonados.
¿Por qué Ximo Puig renunció a nombrar una persona para la presidencia entre los vocales consolidados propuestos por él mismo? ¿Porqué prefirió mantener la sustitución por parte de la vicepresidencia como presidencia en funciones, o accidental, de acuerdo con lo previsto en la Ley en caso de vacante, enfermedad o ausencia?
A la baja del presidente se sumó poco después -también por fallecimiento- la del vocal alicantino propuesto por los populares Joaquín Santo. Ambas siguen sin cubrirse. Se manejaron nombres como el de Ana Lluch o Adela Cortina que pudieran haber estado en el ánimo del Botànic para ocupar la nueva presidencia, pero no consta que se llegara a negociar con los de Mazón. Antes del próximo verano se deberá renovar la mitad que permanece desde el inicio de mandato. En esa lista están Móstoles, Frau y Noguera. Y Lozano, que fue el único que repitió en la propuesta de Isabel Bonig hace seis años. Conviene recordar que los candidatos deben ser avalados por dos tercios de los diputados, y que es la primera vez que se mantienen vocales propuestos por grupos ahora sin representación parlamentaria (Podemos y Cs). Y que es previsible que esta vez Vox haga sus propuestas propias. Dicho de otra forma, la renovación no se antoja sencilla ni fácil de gestionar.
Mientras tanto, cobra visos de ser acertada la hipótesis de que la estrategia de Puig fue mantener en el CVC, la última estructura institucional de poder de la izquierda ante el temor, constatado, de perder las elecciones. La protesta por la restitución del nombre original del Auditorio de Torrent, el tuit de apoyo a la AVL en relación con la lengua, las reiteradas alusiones al País Valencià en informes, documentos y actos oficiales, ha provocado numerosos desplantes de los consejeros en minoría, incluso cartas abiertas a la presidencia en funciones, quejas y peticiones de amparo sin éxito alguno. Recientemente se han podido oír incluso insultos dirigidos por algún vocal muy popular.
La situación empieza a resultar insostenible para unos y otros, además de crear cierta incomodidad y mal ambiente laboral entre los funcionarios. Pero unos y otros coinciden en que el asunto no parece estar entre las prioridades de la Conselleria de Cultura o de la propia Presidencia de la Generalitat, por lo que amenaza con prolongarse.
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