Estaban sanos. Pese a ello los mataron
¿Cómo te sentirías si la policía entrase a la fuerza en tu casa y mientras te retienen, tuvieses que presenciar cómo matan a parte de tu familia?
¿Cómo te sentirías si la policía entrase a la fuerza en tu casa y mientras te retienen, tuvieses que presenciar cómo matan a parte de tu familia?
Imagina la impotencia, la rabia y el dolor. Esta es la macabra experiencia que han tenido que sufrir los habitantes del santuario Cuori liberi, en Italia. Tras la muerte de dos de sus cerdos, por peste porcina, las autoridades dictaron sentencia de muerte para los otros diez que habitaban el santuario. Hay que destacar que la peste porcina, según la Organización Mundial de Sanidad Animal “no representa un riesgo para la salud humana”.
Sin embargo, para las autoridades, no importaba que los cerdos estuviesen sanos, sin síntomas, que se presentase un programa de cuarentena y seguimiento,...el hecho de ser animales considerados “de granja” es una losa que te persigue el resto de tu vida, aunque hayas tenido la inmensa y poco probable suerte de ser rescatado por un santuario, aunque nunca vayas a terminar en un plato, aunque no supongas riesgo alguno para nadie, porque el que ahora es tu hogar lo será para siempre y ya nunca más nadie comerciará con tu cuerpo.
El 20 de septiembre varios furgones de antidisturbios se presentaron en las instalaciones del santuario, desalojaron a los activistas que pacíficamente trataban de impedir que se ejecutase a los animales y, junto con los veterinarios que trabajan para la administración, accedieron al santuario y procedieron a matar a todos y cada uno de los cerdos.
Cerdos como Pumba. Como puedes ver en el vídeo, Pumba, de 5 añitos, no es distinta de un perro. Al principio mueve su colita, ajena a lo que está ocurriendo. Uno de los humanos del santuario intenta protegerla, mientras la policía se lo lleva, quedándose sola con unos extraños.
Poco a poco se da cuenta que algo no va bien y huye de sus captores. Desde que llegó al santuario nunca había vuelto a tener miedo, pero esta vez se respira en el ambiente algo diferente.
Se refugia en su casita de madera, pensando que estará a salvo. Desgraciadamente es en ese lugar, hasta ahora sagrado para ella, donde le dan una muerte terrible, gaseándola. Sus gritos son desgarradores.
Tras matarla, la cogen de sus patas, y la arrastran sobre el suelo hasta depositarla en el cazo de un dumper y, como si se tratase de basura, junto con el resto de cerdos ejecutados, es vertida al remolque de un camión.
Los santuarios de animales son espacios libres de violencia. Son burbujas de paz, destellos de esperanza para aquellos animales que, fuera de ellos están condenados a una vida de sufrimiento y miseria hasta el momento de su muerte.
Lugares en que dejan de ser un número en un crotal para pasar a ser alguien, con un nombre, donde sus intereses son respetados y, la que ahora es su familia los trata con el cariño y la dignidad que nunca nadie debió arrebatarles. Hay santuarios de animales en todo el mundo.
Los cerdos, las ovejas, los conejos,...no son animales “de granja”. Son animales, como tú y como yo. Como tu perro, como tu gato, como un lince o un elefante. Simplemente, en algún momento se decidió que a unos podíamos convertirlos en filetes o hamburguesas y a otros debíamos cuidarlos e incluso dejarles formar parte de nuestra familia. Y en los santuarios todos los animales, independientemente de la especie, son respetados.
Sin embargo, la experiencia me dice que nuestras administraciones están formadas por personas que no entienden del altruismo y generosidad que implica hacer las cosas no por dinero, si no por ética, empatía y compasión.
Tampoco quieren conocer de cerca la gran labor que realizan estas organizaciones sin ánimo de lucro, con lo sencillo que sería. Para quienes nos gobiernan, lo simple, fácil e interesado, es proteger los intereses de quienes hacen de la vida de otros un cruel negocio, aunque proteger esos intereses sea firmar sentencias de muerte contra inocentes, que nada tienen que ver ese macabro modo de producción.
Inocentes como Carolina, Úrsula, Bartolomeo, Mercoledi, Pumba, Crusca, Crosta, Freedom, Spino y Dorothy, que vivían felices en el santuario italiano Cuori liberi, hasta que el paso 20 de septiembre les arrancaron la vida.
No obstante, esta prepotente, absurda e injusta orden de ejecución estoy segura va a suponer un punto de inflexión en el modo en que las administraciones tratan a los animales de los santuarios en Italia.
Espero que no tengamos que vivir lo mismo en nuestro territorio y que, de una vez por todas, quienes nos gobiernan, se dignen a otorgar a los santuarios el reconocimiento y protección que merecen.
La sociedad va muchos pasos por delante de aquellos que deciden sobre nosotros y ya es hora de que pongan los pies en el suelo, dejen de ignorar la realidad y de plegarse a los intereses de los más fuertes y acompañen a quienes solo intentan hacer de este un mundo mejor, también para los otros animales."