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La estrategia de la alcaldesa Catalá para rebajar el acuerdo con Vox en Valencia

La alcaldesa Catalá ha gestionado los tiempos y ha marcado una estrategia perfectamente diseñada para cerrar el acuerdo de gobierno que rebaja las exigencias iniciales de Vox.

La alcaldesa de València, María José Catalá, observa al portavoz de Vox, Juanma Badenas, en la presentación del pacto de gobierno municipal.

Publicado por
Á. Errazu / Sonia García

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Los 27 ministros de comercio de la Unión Europea congregados en la Cumbre de Valencia han sido testigos casuales del pacto de Gobierno en el Ayuntamiento de Valencia que ha tardado en gestarse cuatro meses y que ha tenido tutela exterior. El 19 de junio, la alcaldesa María José Catalá hacía público el organigrama de su gobierno, integrado sólo por concejales del PP, si bien advertía que tenía carácter "provisional".

Con el otoño en marcha, y la hojas de los pocos árboles de la plaza del Ayuntamiento cayendo, será Vox, en concreto el nuevo teniente alcalde segundo, quien tenga a partir de ahora la responsabilidad de la recogida y del mantenimiento de los jardines de la capital. La parodia que grabó en campaña vestido con chaleco amarillo barriendo en el suelo "el pancatalanismo" con un rastrillo se ha hecho realidad.

Desde la dirección nacional de Vox se debió pensar que habían llegado demasiado lejos sus concejales en Valencia, tras la última semana: negativa a aprobar la composición del Consejo de dirección de la EMT y amenaza de dinamitar a la bajada de impuestos del PP. Abascal movió ficha y envió el marte a Valencia a la experta en comunicación Monserrat Lluis que en agostó dejó su puesto en la Junta de Castilla y León para liderar la estrategia de Vox a nivel autonómico y local. Hubo acuerdo rápido para compartir la alfombra gubernamental.


Entre los más veteranos en las filas populares se había instalado el nerviosismo al comprobar como Vox pasaba a dar munición a Compromís y PSOE . La alcaldesa María José Catalá, experta en negociaciones y situaciones de crisis -fue consellera nada menos que de Cultura en la peor etapa del PP con Alberto Fabra al frente del Consell- ha gestionado los tiempos conforme a una estrategia muy definida. En el Palau de la Generalitat no había duda de que Catalá tomaría la decisión idónea en el momento oportuno.

Los alcaldes populares de Castellón, Elche o Torrent, por ejemplo, cerraron lo acuerdos con Vox siguiendo el modelo Mazón. Catalá emprendió una vía distinta y meditada. Un acuerdo que deja contentos a todos los actores. E incluso a la oposición que tras la toma de posesión de Catalá mantuvo que habría pacto sí o sí.

Un menú sin lentejas


Detrás de la foto de familia de PP y Vox se halla un claro ejemplo de lo que venía sucediendo durante los cuatro meses. Con un Vox a la delantera, la rúbrica del pacto iba tener lugar por separado inicialmente. Las dos convocatorias de los dos partidos a diferentes horas y distintos espacios para anunciar la boda acabaron convirtiéndose, in extremis, en una puesta en escena conjunta sin foto de los novios y con una rueda de prensa rosa en la que la no-relación entre ambos acaparó toda la atención mediática.

El singular teniente de alcalde, Juan Manuel Badenas, advirtió en entrevista a ESdiario que no se vendería "por un plato de lentejas". Pedía ni más ni menos las delegaciones de Urbanismo, Hacienda y Grandes Proyectos. La carta que finalmente ha aceptado está compuesta por las áreas que calificó como "de segunda": Parques, Jardines y Espacios Naturales, Familia Educación y Consumo y también compartidas con el PP las de Bienestar Social y Fiestas y Tradiciones. Un menú rebajado, pero que cumple las expectativas para que el partido que obtuvo menos representación en el Ayuntamiento toque poder y pueda demostrar sus capacidades.

Ha sido un acuerdo también "satisfactorio" para el PP, que resulta victorioso de la negociación, pues podrá aprobar los presupuestos de 2024 con el ahora sí apoyo de Vox, a cambio de las delegaciones menores con una nueva reorganización de la corporación municipal con algún que otro desdoblamiento para no perder competencias determinantes, además de la creación de cuatro tenencias de alcaldía para que el PP siga teniendo mayoría en la cúpula con tres teniente alcaldes del PP frente a uno de Vox.

El presidente Carlos Mazón aplaude este pacto, que no solo aporta "estabilidad", sino que también ratifica el modelo que estableció en la Generalitat con un acuerdo mucho más ágil, eso sí, el conocido como "pacto de la servilleta". El de Catalá y Badenas, aún sin bautizar, no tiene apodo, pero no han tardado en llegar las ocurrencias de la enrabietada izquierda que ya habla de los siete males.

Joan Ribó recupera su célebre cita del "embolado guapo", apelando a la astrología y al poder de las estrellas, le denomina "el pacto del embolado" que ya estaba escrito, mientras la pretendiente "mari Grezzi" -mote que puso Badenas a la socialista Sandra Gómez- llega tarde a la boda y pinta una alternativa antinatura que nunca existió.