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Los 100 días de Carlos Mazón: serenidad, continuidad y cambio en la Generalitat

La clave del éxito del Consell de Mazón ha sido dar la continuidad a los avances sociales con una remodelación económica frente al habitual derribo de lo construido.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en la toma de posesión de su cargo.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en la toma de posesión de su cargo.

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Hace 100 días, el que fuera presidente de la Generalitat durante ocho años, Ximo Puig, dejaba en la mesa de su despacho un mapa para su sucesor. Entre los obsequios que el socialista entregó a Carlos Mazón se encontraba el plano del Antiguo Reino de Valencia de 1762, un guiño a la supuesta "destrucción cultural" que iba a suponer, según la izquierda, la entrada de Vox al Gobierno valenciano.

Lejos del apocalipsis que se pronosticaba, la gestión de Mazón durante estos tres meses, cuyo éxito radica en dar la continuidad a los avances sociales con una remodelación económica frente al habitual derribo de lo construido por los anteriores, ha traído serenidad y paz social. El entonces anónimo Carlos Mazón, con el merecimiento que ello implica, logró derrocar al Botànic. Contó con un aliado imprevisible, Pedro Sánchez, que lastró las propuestas de Puig torpedeando así su reelección.

El primer éxito fue formar la actual estructura de Gobierno con Vox. Mazón llevó a cabo una inteligente distribución de las competencias que se plasman ya en una imagen de un Ejecutivo templado y unido. Primero, despachando al candidato Carlos Flores, sobre quien pesaba todavía una condena ya prescrita por violencia machista veinte años atrás. Fue habilidoso al otorgar Agricultura a Vox, sin dejar que su animadversión por la Agenda 2030 centre la política medioambiental del Consell, pues ha salvaguardado de las posibles críticas este área adjudicándoselo a su consellera 'popular' Salomé Pradas. Para amurallar el sensible y polémico ámbito de la Igualdad y Dependencia, más aún con un socio torpe que transmite una falsa imagen de negacionista de la violencia contra las mujeres, puso al frente a quien fuera impulsora del primer pacto de Estado contra la violencia machista . Así pudo permitir el lujo a Vox de contar con un vicepresidente renombrado, siendo consciente de que la apuesta por el torero Vicente Barrera era arriesgada en cuanto a que se convertiría en el blanco perfecto para la izquierda. Sin embargo, este empresario y abogado, además de torero, vinculado históricamente al PP viene manteniendo durante estos tres meses un perfil bajo y, en general, Vox ha adoptado un rol sumiso. Y es que el 'president' dejó todo bien atado internamente estableciendo unas reglas del juego basadas en el consenso absoluto entre los dos partidos. Todas las iniciativas de Vox deben recibir el visto bueno, no solo de sus jefes en Madrid, sino también del equipo de Mazón.

Además, el jefe del Consell ha mantenido a altos cargos del PSOE en el Consell para entablar una transición tranquila y ordenada como fue el caso, por ejemplo, del responsable de Emergencias e incendios, José Mª Ángel Batalla, o también el encargado de cerrar las negociaciones Volkswagen para la gigafactoría de Sagunto. En definitiva, Mazón ha tenido la destreza de dar continuidad a los proyectos de la izquierda, y eso les molesta. También ha prorrogado la gratuidad del transporte público y el aplazamiento del canon de saneamiento del agua.

La legislatura arrancó con mucho ruido por la incómoda terminología que impedía a los de Abascal posar delante de una pancarta en Las Cortes. Mazón supo neutralizar las ofensivas de la oposición, que no le concedieron los 100 días de gracia y comenzaron a enjuiciar su gestión desde el minuto uno, remarcando el compromiso del Consell en la lucha contra la violencia machista. Pese a que la relación entre los socios durante estos tres meses ha sido fraternal, esta es la única desavenencia que llevaría a los dos partidos a votar en sentidos opuestos en el pleno del parlamento valenciano.

La medida estrella del Consell que tarda poco en llegar es la rebaja de impuestos anunciada antes de la campaña electoral, una muestra de honestidad y compromiso de Mazón. La reforma fiscal alegró y a la vez enfurruñó a sus socios, que la propusieron primero, pero ven como el mérito recae sobre el PP. En menos de tres meses el jefe del Ejecutivo valenciano ha consolidado un alivio fiscal para las familias. Ha bonificado al 99% el impuesto de sucesiones y donaciones -no al 100% ya que al ser un tributo del Estado no es posible eliminarlo- ha aplicado rebajas del IRPF y nuevas deducciones fiscales con efecto retroactivo que suponen 199 millones de euros de ahorro para los contribuyentes y beneficia al 87%'5%. Una amplia mayoría social que la izquierda quiere ignorar ya que su cruzada se centra en el argumentario del Robin Hood invertido. Con esta rebaja fiscal Mazón demuestra que, a través de una buena gestión, menos impuestos no equivalen a más recortes en servicios públicos como sostiene la oposición. Se ha comprometido a que el agujero fiscal no perjudique en la Sanidad ni a la Educación, evidencia de ello es el primer recorte ejecutado por Mazón que ha sido en gasto político eliminando conselleries y asesores frente al Consell de Puig que fue el más caro de la historia.

El otro frente abierto, es el cultural. Ya se han dado los primeros pasos para recuperar la identidad propia de la Comunidad Valenciana, de esos ocho siglos de historia a los que hacía referencia Puig en su mapa a Mazón que Compromís y PSOE habían catalanizado de un plumazo. La hoja de ruta de PP y Vox pasa por las negociaciones que se llevan a cabo con la Acadèmia Valenciana de la Llengua para valencianizar la ortografía del dialecto que había sido catalanizada bajo el mandato del socialista Joan Lerma. El Consell de Mazón ha acabado con los hematófagos chiringuitos de Compromís cortándoles el grifo y, para avanzar en esta línea, también tendrá que revertir la instrumentalización de la televisión pública valenciana, así como la manipulación de la historia valenciana y la ideología instalada en la docencia de los más tempranos niveles educativos.

Los próximos retos

Pero todavía es pronto y el conseller de Educación está librando otra batalla. Este es el punto flaco del Consell por los problemas ocasionados en el inicio del curso escolar. El conseller Rovira ha desarmado la continua ofensiva de la oposición responsabilizando al Botànic por el estado en el que dejó el proceso de adjudicación de plazas a medias antes de irse de vacaciones.

Tanto Rovira, como Barrera, han sido acusados sin éxito por conflictos de intereses por su participación en la dirección de empresas y ahora la obsesión del PSOE por vincular al PP con la corrupción se ceba con el conseller de Sanidad. En este ámbito el presidente afronta el mayor desafío, el de devolver a la sanidad pública a la normalidad y revertir el colapso estructural y permanente que sufren los servicios de Urgencias y Atención Primaria de los hospitales valencianos. Para ello, no necesariamente se privatizará la sanidad pública como vaticinaban PSOE y Compromís, pues el Consell de Mazón ha sorprendido instalando el modelo público para los departamentos de salud de Denia y Manises. Esa es, como se hacía referencia anteriormente, la clave del éxito de un Gobierno estable que sabe dar continuidad a los aspectos prácticos y profundizar a través de la gestión en aquellos deficientes.

El próximo y más inminente reto para el Gobierno de Mazón en el que ya trabaja será presentar los presupuestos que definirán la hoja de ruta para el próximo ejercicio 2024 en un contexto en el que la deuda heredada asfixia las cuentas.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en la toma de posesión de su cargo.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, en la toma de posesión de su cargo.

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