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Alfonso Rus: "Me crucificaron, nada menos que 370 portadas sin estar imputado"

"Me han hecho hacerme del PSOE, son los únicos que hacen amnistías", dice con sorna el ex líder del PP tras la sentencia que le da la razón y deja en evidencia a la Fiscalía y a la UCO.

Alfonso Rus, durante una comparecencia en Les Corts

Publicado por
Á. Errazu

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Segundo juicio y segunda victoria. Fichado en su día por Mariano Rajoy y bendecido en un banquete que incluyó una vuelta en el Ferrari del entonces peculiar alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus (1950), subraya que nunca ha perdido la sonrisa. Tampoco la sorna. Lleva once años bajo el vía crucis mediático-judicial, "de sufrimiento personal y familiar".

"No he ido a un psicólogo, no he tomado pastillas, no me he vuelto loco", "Un búlgaro -prosigue- me enseñó: Alfonso, los disgustos hay que darlos, no hay que cogerlos". En su punto de mira está el instructor de los casos y el Fiscal Anticorrupción, ahora en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. El miércoles conoció el fallo judicial que le absolvía.

-La Fiscalía le pedía ocho años de cárcel por la contratación de un 'call center' aprobada en pleno extraordinario de la Diputación de Valencia en 2006. Usted, según la Fiscalía Anticorrupción, es el líder de una 'banda criminal'. ¿Cómo valora la sentencia que también absuelve a los otros tres acusados?

-(Silencio 3 segundos) Como algo normal. Contra mí sólo venía la Fiscalía (Anticorrupción), con el acompañamiento de la UCO -Unidad Central Operativa de la Guardia Civil-, sin nada, sin pruebas. Por eso me preguntaba: ¿Yo aquí que hago? ¿Para qué me llaman? Los dos juicios que he tenido -el anterior por el caso Ciegsa- han sido lo mismo, para qué me llaman. No tenía firma, no podía contratar a nadie. Eso lo hacen los técnicos.

Estaba y estoy muy tranquilo. Entiendo que ha sido todo un tema político. Lo mío, no digo lo de los demás, ha sido un juicio político y sabía que los jueces no entran en temas políticos. La justicia no es dogma de fe, es dogma de pruebas y no han traído ni una prueba. La fe es para ir a la Iglesia y no para ir a un juzgado. Me plantearon que recurriéramos a la ponente porque fue directora general del PSOE. Mire, yo no tengo por qué recusar a nadie porque no he hecho nada. El Tribunal ha sido escrupuloso. Que la sentencia te absuelva vale, pero las hostias que le ha pegado a la Fiscalía y a la UCO -el órgano central del servicio de Policía Judicial de la Guardia Civil- es de juzgado de guardia.

-El fallo judicial dice que la investigación estaba viciada y basada en apriorismos. "No hay prueba de instrucciones, ni siquiera de indicaciones de Alfonso Rus, y no se ha hallado ni un solo correo electrónico u otra clase de comunicación de Rus dando órdenes”. Usted ha apuntado siempre al Fiscal Vicente Torres como responsable de lo que llama como infamia.

-La Fiscalía desde el primer momento pactó para ir contra Rita Barberá, Paco Camps, Zaplana y Rus. Montaron esto para liquidar el PP en el Comunidad Valenciana. Les salió bien. Al instructor Vicente Torres le avalaron, le dieron de regalo un puesto en el Tribunal Superior de Justicia. Están ahí los datos, yo no me invento nada. A los dos años le hicieron capitán general. En estos momentos, la Fiscalía no puede dar marcha atrás y ahora salen las evidencias. A Torres le avalaron Esquerra Unida, el PSOE y Podemos. Hizo el trabajo y le dieron el cargo que le prometieron.

-¿Cuáles fueron los motivos por los que la Diputación de Valencia contratara un call center que antes no existía?

-La Diputación recibió el encargo para que se cobrara los nuevos recibos por reciclaje. Se pasaba de gestionar 1.300.000 recibos a 3.200.000 aproximadamente. El jefe del servicio vino a hablar conmigo porque para ponerlo en marcha hacía falta diez o doce personas. Le pregunté cuanto costaba las personas y la rentabilidad que había. Una vez analizado dije que adelante. A partir de ahí, la ley Montoro nos impedía contratar y avisamos a los consorcios de residuos que no podíamos asumir la gestión. Con posterioridad, el Interventor y el diputado me comentaron que era preciso hacerlo ya que se había adelantado dinero y el proceso estaba ya en marcha. Como solución me propusieron recurrir a una empresa externa. Salió a concurso. Se presentaron cinco empresas. Se adjudicó a la más barata por cuatro años. Finalmente se hizo un contrato de dos años prorrogable con la aprobación de un pleno extraordinario por parte de todas las fuerzas políticas, menos la señora de Esquerra Unida (Rosa Pérez) que no aprobaba nada. El call center costó unos 800.000 euros y la Diputación pasó de ingresar seis millones a doce millones de euros.

-Es decir, la causa por la que le han juzgado y por la que le pedían 8 años de cárcel no venía por una contrato que ustedes tuvieran previsto para darlo a "un amigo", sino por 'culpa' del decreto del entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

-Eso es. No podíamos contratar a doce personas que estuvieron todo el día al teléfono para explicar en qué consistía el recibo que le había llegado a casa y que era otro distinto al que ya pagaba en el ayuntamiento. La afluencia de llamadas al recibir un recibo colapsaba la Diputación. Aquí se dice que costaba 800.000 euros el servicio del call center, pero no se dice la realidad de que costaba 800.000 euros en tres años y nada más y nada menos que había aproximadamente 12 millones de más de ingresos. Eso sí que no lo dicen. Por eso se hace lo del servicio telefónico externo. Si hubiéramos podido contratar a personal no se habría generado este lío. Bueno, este lío se ha generado porque iban contra mí. La prueba es que todos han salido absueltos, todos.

-Este es el segundo juicio. En el anterior, el denominado caso Ciegsa que afectaba a la construcción de colegios, no quedó acreditado ni el cohecho, ni la prevaricación ni la malversación. Ahora, está a la espera de la sentencia del caso Imelsa más conocido por el de los 'zombies', contratados por la Diputación que no iban a trabajar

-En realidad es el tercer juicio. El primero lo alargaron porque como tenían engañado al yonki del dinero para que siguiera cantando... El segundo, ese de los mil millones que se inventaron de los colegios -caso Ciegsa- yo no sabía nada y el Fiscal retiró la acusación. Y ahora éste -el del call center-. Al final todo esto es un montaje contra mi persona. Si alguien que ha hecho algo mal, eso es otra historia. En el juicio de la central telefónica contratada no llamaron al diputado responsable. Es decir, al que firma, al que contrata, al que da su supervisión. Ni lo llaman al juicio. Es muy fuerte. Yo no firmé nada como dice la sentencia. Cada diputado es responsable de su área. Yo soy responsable de lo que firmo y no de lo que hagan los demás.

-Supongo que habrá recibido muchas llamada tras la absolución. ¿Cuál le hizo más ilusión?

-Todas. Hay mucha gente que no ha dudado de mi credibilidad y sobre todo de mi honradez. Pero también hay gente que no se ha alegrado. No me caliento la cabeza. Estamos hablando de ocho años, de ocho años de sufrimiento personal y familiar. El desprestigio ya me es igual, ya me he acostumbrado. Nada más y nada menos que 370 primeras páginas de periódicos, ojo, sin estar imputado. Me crucificaron sin estar imputado. Lograron que me imputaran al año siguiente.

-¿Se arrepiente de haber entrado en política?

-No, no. En política he conocido a gente muy buena, regular y mediocre. Y en mi partido he tenido a gente muy mediocre que estaba en puestos muy altos y que han vivido toda la vida de la política. Sólo hablo de mi partido, del PP. De los otros no hablo. En el PP ha habido gente que lo primero que ha hecho en esta vida es ser político y no saben lo que es el día a día de la gestión. Yo empecé a trabajar con 14 años. Cuando entré en la Diputación, en el capítulo de personal se destinaba 80 millones de euros cuando me fui lo dejé en 62 millones. En ocho años, bajé nada más y nada menos 86 millones de euros sólo en personal a parte de conseguir mayores ingresos gracias a una mejor gestión.

-Si no hubiera entrado en política no estaría entrando y saliendo de los juzgados.

-Pero igual hubiera tenido un accidente y me habría matado con el coche, eso nunca se sabe. Lo que he vivido lo he vivido con intensidad, con alegría, con ilusión. Entramos en Diputación y bajamos el gasto. Comíamos en mi despacho a siete euros alitas de pollo y ensaladilla para ahorrar.

-Ahora, ¿vuelve a recuperar la alegría?

-Siempre he tenido alegría. No he ido a un psicólogo, no he tomado pastillas, no me he vuelto loco. He estado muy preocupado por mi familia, por mis padres que eran mayores y han fallecido hace un año. Me preocupaba por mi mujer, por mi hija, por mi nieto, que ya tiene una edad y alguien le puede decir 'tu abuelo no se qué', por mi hermana... ¿Por mí? Siempre he estado muy tranquilo. Lo único que me podía pasar es que por una desgracia pudiera ir a la cárcel. Mire, a mi edad, si estuviera en la cárcel sería el número uno y seguro que me traían un purito. No pasa nada.

-Con esta sentencia absolutoria se desmonta la acusación de una banda criminal

-Eso de la banda criminal... Yo me volvía loco. Sería la banda del Mirlitón. ¡Criminal! Pero qué banda. La banda era de trabajo, de lucha. De la Diputación salía a las nueve y media de la noche, trabajando a muerte, para gestionar bien. Yo no he hablado nunca mal de nadie. He ido a la mía. Puede hablar con los políticos que estaban allí, del partido que fuera, quitando a esa señora de Esquerra Unida que no hubiera podido llegar en la vida a ser consellera si no hubiera por eso. Ella no se habla ni con sus compañeros. He tenido a un señor de IU que venía a hablar todos los días a la Diputación, y los jefes del PSOE y de Compromís. Les he escuchado y si han dicho algo que fuera importante he llamado al diputado y le he dicho: 'señores arreglen esto y lleguen a un acuerdo'. No he tenido ningún problema.

En mi partido, pues... bueno las envidias: 'Ese bajito, decían, resulta que es el que más manda'. Yo no mandaba 'na'. Mandaba de la gestión que era envidiable . Todo los años sacábamos 70 millones de arreglos de carreteras y ahora estoy viendo que sacan 7, 8 , o 10 o 12. Fuimos los primeros en España que hicimos la mediana doble para que los motoristas no se mataran. Ese bajito de Xàtiva no ha tenido envidia de nada. Tengo admiración a la gente que ha empezado de la nada, a gente como Roig, como el de Porcelanosa, que lo que hacen es trabajar y trabajar.

A los que no tengo admiración son a aquellos que van todo el día puestos de traje, que no han trabajado en su día y que tiene como único currículum ser político toda la vida. Acabaron la carrera de derecho pero no han ejercido nunca como abogados. Esos no saben lo que es gestionar. Y yo entré en el Ayuntamiento y en la Diputación para gestionar, mejor o peor. Y he gestionado en compañía de mi gente, los número uno como Emilio Llopis.

-Ahora a la espera una nueva sentencia por el caso Imelsa

-Vamos a ganar todos porque no hay nada, no hay nada contra mí ni contra otras personas que están sufriendo. En el último juicio que hicieron de los zombis hubo cuatro personas que firmaron la conformidad por su familia. Un acuerdo ¡qué vergüenza! La Fiscalía le dijo ven aquí y lo arreglamos. Che que risa. Y a las familias las han arruinado. La gente que sí iba a trabajar y han dicho que no y pagan por si acaso iban a la cárcel. La Fiscalía se ha vuelto loca. Además, el día de mi alegato la Fiscalía no ha ido nunca, no están allí para dar la cara. Es una vergüenza. No lo he visto en mi vida, pero bueno... Mi abogado me dice que es normal, pero yo escucho lo que dice el fiscal y él no me escucha lo que digo yo. Una risa. Esto es así.

-Cuando acaben todos los procesos, ¿qué piensa hacer?

Me han hecho hacerme del PSOE que son los únicos que hacen amnistías. Entonces ya no soy del PP, soy del PSOE (ríe). Los del PSOE tienen cojones. Sin estar imputado me tiraron a la calle quince días antes de una elecciones. Mira si eran perdedores. Para cubrirse ellos... Mira si eran mediocres.

Cuando lo cuentas (ahora) te ríes un rato. No tengo odio. Ahora lo cuento y me divierto. Antes tenía odio y eso es malo. Un búlgaro, que tiene un bar, me enseñó: 'Alfonso, los disgustos hay que darlos no hay que cogerlos". Lleva razón. El odio no sirve para nada.