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Lo siento... este Gobierno hace aguas

¿Si los inmigrantes le dan algún problema en los CIEs, los va a poner en la calle, les va a dar mil pavos a cada uno y un billete para Zamora, Avila o Badajoz?

El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, a su llegada para comparecer en una rueda de prensa para explicar los detalles del acuerdo de investidura con el PSOE

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Creo que el título de este artículo viene del mundo marítimo, un mundo en el que yo no he entrado ni entraré porque me mareo como un pollo sin cabeza en los barcos. No me ha quedado más remedio que utilizar el barco de Denia a Mallorca varias veces , por aquello de trasladar conmigo el coche o la moto, y en mi vida he pasado peor rato. Prefiero tres entrevistas de hora y media con Txiquierdi o con Kubati, con los del PNV o los Puigdemones, si me apuran, antes de entrar en ese bamboleo marino que te hace echar la primera papilla que te dio tu madre cuando Franco aun estaba en la academia militar. Hace aguas cuando la cosa se va a pique irremediablemente y hasta las ratas abandonan el barco.

El gobierno hace aguas porque está permanentemente -desde días antes de la investidura- bajándose los pantalones una y otra vez ante las amenazas de esos socios que son mucho más enemigos que cómplices y socios.

Lo hemos visto -ya escribí sobre eso en el artículo anterior por lo que no voy a repetirme- en la primera votación seria. Los Puigdemones, han apretado las tuercas y han sacado las promesas de todo lo que pedían -lea quien quiera el artículo de hace unos días porque las tuercas apretadas no han hecho más que empezar- . Fijémonos en una concesión que está trayendo cola: la cesión a la autonomía catalana en materia de extranjería.

El artículo 149.2 de la Constitución dice bien claro que “El estado tiene competencia exclusiva sobre...Nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería y derecho de asilo”. Más claro agua. Pues bien, parece que Sánchez ha cedido alguna de esas competencias o un poco de cada una de ellas o de todo a Cataluña. Hoy lo oigo en Radio Nacional invocar precisamente a la Constitución diciendo que hay que matizar, que hay que precisar que hay que reducir… y rápidamente los Puigdemones han dicho que las transferencias en inmigración son íntegras. ¡Joder! ¿Quién está diciendo la verdad y quién miente? También oigo al señor Turull, abogado que viene del partido de Pujol, perro viejo en la política y el manejo, que afirma en otra entrevista de radio: Si no hay referéndum de autodeterminación vinculante, o sea, cuyo resultado obligue a todos los poderes públicos... colorín colorado. Es decir, el cuento se termina y Sánchez se va a su casa. Ya ven, en plan chulo y dejando claro quién manda en el chiringuito.

Fíjense en una cosa: los vascos callan, otorgan y sonríen por “lo bajini”. La razón es muy sencilla: sus aspiraciones son idénticas y cada vez que los puigdemones consigan una competencia, ellos pedirán la misma. El estado al desguace, al vaciamiento de cualquier contenido. Ya verán que se va a quedar con cuatro ONGs, la sacristanía de la concatedral y el ser superior provincial de alguna congregación de curas y monjas que le ceda Francisco a Yolanda en la visita del próximo lunes. A mí todo esto me importa ya un huevo porque tengo a la Parca pisándome los talones, pero ¡leches! No me hace gracia la idea de dejar a mis nietos -mis hijos que se busquen la vida que ya son mayorcitos- un país, una nación –lean, por favor “La construcción de la nación española” de Mario Onaindía, etarra condenado a muerte en el proceso de Burgos- un país, una nación, repito, en liquidación por derribo.

Ahora mismo -son las seis de la tarde cuando escribo esto- en mi condición de analfabeto y de no tener ni puta idea de nada, me tortura una pregunta para la que no tengo respuesta: Dice la Constitución que las competencias en materia de inmigración y extranjería son exclusivas del Estado. Esas dos realidades - solo hay que echar un vistazo a las pateras, a los pobres negros que, buscando una vida mejor, mueren en el Mediterráneo y en el Atlántico; a las mujeres prostituidas por las mafias que vienen de Sudamérica o de países del Este, a los garndes delincuentes que se establecen en las costas con casoplones que espantan, etc...- la inmigración y la extranjería, son problemas que sobrepasan con mucho la capacidad nacional y afectan a Europa entera. ¿Va a firmar Puigdemont su entrada en el tratado de Schegen para que Cataluña funcione sin pasaporte con Dinamarca, con Polonia o quien sea? ¿Las decisiones que él adopte en materia de extranjería afectarán al resto de Europa o Bruselas se va a desentender no teniendo en cuenta lo que diga el residente en Waterloo? ¿Si los inmigrantes le dan algún problema en los CIEs, los va a poner en la calle, les va a dar mil pavos a cada uno y un billete para Zamora, Avila o Badajoz? ¿Así se va a quitar los problemas de encima y le va a pedir luego a Sánchez la pasta que le ha costado para aprobar el siguiente decreto en la votación del Congreso? ¿Es otro paso más por la independencia tan nombrada?

Mi ignorancia supina, mi analfabetismo enciclopédico hace que me haga preguntas que no sé responder. Voy a dejar de oír la radio porque un anciano, al borde del crematorio no puede estar sujeto a estas emociones volcánicas que le desequilibran el metabolismo y le complican la testosterona, la glucosa, los triglicéridos y las transaminasas a la vez.

Mi ignorancia hace que le haga una petición a Sánchez, a voz en grito, de manera educada pero vehemente, solemne y decidida. Sánchez, presidente: he oído en la radio cómo has querido matizar las cesiones a Puigdemont en materia de extranjería. He oído también cómo Turull ha afirmado que “las competencias en esa materia son íntegras” y también he oído -porque me gusta Julia en la Onda desde que empezó en la Cero que es donde yo hago el programa de literatura- que el próximo lunes mandas un emisario a hablar con el tal Jordi Turull. Vamos a ver ¿otra vez vas a enfrentar al abogado catalán con el electricista? Que yo no tengo nada contra los electricistas, te lo juro. Que la electricidad es algo que escapa a mi comprensión como tantas otras cosas. Como la Santísima Trinidad y la resurrección de la carne; como que un barco flote o un avión vuele; como que se pueda trasplantar un corazón a un tío y siga vivo, como que te juren amor eterno y sea verdad.

La electricidad me parece importantísima, pero que un tío experto en electricidad, con su formación profesional bien hecha, se enfrente a un abogado con más capas que una tortuga del Sáhara, me parece que es jugársela. Cógete a Pepe Asensi, que es catedrático de Constitucional y sabe bien de qué va esa película. Cógete a Manuel Desantes, que es catedrático de Derecho Internacional Privado y sabe de Europa más que nadie. ¡Cojones! Que nos van a llevar al huerto, ya te lo digo.

Acuérdate del refrán viejo: zapatero a tus zapatos. Acuérdate la que lio la Montero – la podemita, la que ahora ni se habla con Yolanda y os vota en contra- la que lio con la reforma del Código Penal, que montó un pollo de tres pares. Cada uno a lo suyo. Mira, a mi, cuando era joven, me nombraron administrador de una cárcel. Te lo juro. Y tal como firmé el nombramiento pedí la dimisión con un argumento irrebatible: No tengo ni puta idea de contabilidad. No sé a quién se le ha ocurrido nombrarme a mi esto. Yo soy de los que piensan que un asiento contable es la silla del que administra. Me pueden pasar dos cosas: la primera que quede como un chorizo porque falte pasta y no sepa qué ha pasado con ella. La segunda que quede como un inútil. No apetece ninguna de las dos. Recibieron mi escrito y echaron para atrás el nombramiento, pero me llamaron antes. ¿Oye cómo se te ocurre renunciar si aquí no dimite nadie? Pues yo sí y eso mismo hice cuando estaba dirigiendo la cárcel de Palma de Mallorca, ganó Rajoy y ya sabía un servidor por dónde iban a ir los tiros. Los cojones y la cabeza son algo que hay que llevar siempre puesto, incluso.

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