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La conjura de la Moncloa

Veremos si antes de abril P. Sánchez y Y. Díaz pueden presentar un Proyecto de Presupuestos exigido por Bruselas, aceptado por los disidentes de Podemos y sujeto a los chantajes de Waterloo.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz, saluda al recién nombrado presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Publicado por
Josep María Felip

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Va de conjuras. El encuentro televisado en Fitur de los presidentes de Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y Castilla-La Mancha ha desatado todo tipo de paranoias en las sedes del Gobierno de Pedro Sánchez y del PSOE de Santos Cerdán. Tanto, que al presidente de Castilla-La Mancha le han leído a cartilla cual recluta los ministros socialistas y más de un funcionario de la calle Ferraz. Y todo, por juntarse con sus pares que, junto a él, son los representantes del Estado en sus respectivas comunidades autónomas, las cuatro peor financiadas en el vigente sistema de la LOFCA que exige su justa renegociación. Eso sí, con el silencio cómplice de todos los socios de Pedro Sánchez, en especial Yolanda Diaz.

El presidente de Castilla-La Mancha disiente de las concesiones hechas por su secretario general a los 'conjurados¡ de la Moncloa para seguir siendo presidente del Gobierno de España. Ahí están Yolanda Diaz, Otegui, Junqueras y Puigdemont con Pedro Sánchez; a unos, la amnistía de sus delitos, a otros el acercamiento de etarras al País Vasco y acortamiento de sus penas, y a Yolanda una política económica que nos lleva al declive fiscal, y al Estado depender del crédito exterior para financiar la tremenda deuda acumulada. Todo un elenco de acuerdos que no es de extraña que irrite al presidente Page y a muchos militantes y votantes socialistas.

La política económica pactada con Yolanda Díaz era obvia que iba a tener repercusiones duras de asumir. Ha subido los impuestos, las cotizaciones sociales, la carga burocrática, la rigidez laboral, el salario mínimo interprofesional y hasta pretenden recortar la jornada en pleno hundimiento de la productividad. Así se lo han hecho saber a Pedro Sánchez el presidente de la CEOE y los empresarios banqueros reunidos con él en Davos hace pocos días. Le han dicho que, de seguir por ese camino, le conduce a un ataque frontal a las grandes empresas y el perjuicio causado a la fiscalidad del etado sería muy grave e irreversible.

Solo hay que seguir estos días a M. Llamas en Libereconomia o los informes reciente de la Agencia Tributaria para hacerse a la idea. Las multinacionales españolas amenazan con irse de España o desviar inversiones debido al expolio fiscal que aplica la conjura de la Moncloa. Repsol, por ejemplo, avisa que se llevará inversiones a Francia o Portugal ante los ataques del Gobierno. "Si tenemos un impuesto para producir hidrógeno que no tienen Francia o Portugal pues nuestra decisión será irnos", ha avisado Brufau el presidente del Consejo de Administración.

Primero fue el sonado traslado de Ferrovial a Holanda y, ahora, esa advertencia de Repsol en Davos. Ni es casualidad ni son casos aislados, sino el reflejo del profundo malestar instalado en buena parte de las grandes empresas españolas que en seis meses han visto caer sus ventas al exterior cerca del 5%. Un malestar a consecuencia de los graves ataques lanzados en forma de amenazas, inseguridad jurídica, trabas regulatorias, elevación de costes laborales y, muy especialmente, históricas subidas de impuestos.

Uno de los aspectos que más preocupa entre los directivos de las empresas cotizadas en el IBEX-35 es el fiscal. España no cuenta con una fiscalidad empresarial atractiva en comparación con otros países de Europa. En concreto, aplica un tipo general del 25% en el Impuesto de Sociedades, el quinto más alto de toda la UE, tan sólo superado por Portugal, Alemania, Francia e Italia, donde este gravamen se sitúa en el 31,5%, 29,9%, 28,4% y 27,8%, respectivamente. Sin embargo, el tipo general se eleva al 30% en el caso de las entidades financieras y las petroleras. Pero es que, además, a esta tributación cabe añadir los impuestos extraordinarios y, en principio, temporales aplicados igualmente a los bancos y las compañías energéticas, de modo que su fiscalidad real supera el umbral del 30%.

Ningún país de Europa aplica un tipo general del 35%. El Impuesto de Sociedades promedio a nivel mundial es del 23,5% y en la UE es del 21,3

Sea como fuere, hay otra amenaza fiscal muy relevante para las grandes compañías, cuya concreción podría resultar determinante para muchos negocios. Y es que Pedro Sánchez también han pactado con Yolanda Díaz establecer un tipo efectivo mínimo del 15% sobre "el resultado contable" de las grandes empresas en el Impuesto de Sociedades. Si se aplicase un gravamen del 15% al resultado contable, el tipo efectivo real del Impuesto de Sociedades en España se dispararía hasta el 35%. De hecho, esta es la única forma de aumentar la recaudación de este tributo en 10.000 millones de euros al año, un incremento próximo al 30% sobre los ingresos que hoy genera Sociedades. El resultado de aplicar la actual política fiscal a las grandes empresas españolas seria que se enfrentarían a uno de los impuestos más altos del mundo. Ningún país de Europa aplica un tipo general del 35%. El Impuesto de Sociedades promedio a nivel mundial es del 23,5% y en la UE es del 21,3.

Y todo ello sin contar que el argumento de la Conjura de la Moncloa para elevar la fiscalidad de las grandes empresas es una gran falacia. Efectivamente, España tan sólo cuenta con un total de 224 empresas con una facturación superior a los 1.000 millones de euros, apenas el 0,01% del total. Sin embargo, representan el 21,5% de la recaudación procedente del Impuesto de Sociedades; las que facturan entre 500 y 1.000 (266) son sólo el 0,02% del total, pero aportan el 6,15% de la recaudación; y si se clasifica entre las grandes a las que facturan entre 100 y 500 millones (1.726), el 0,11% soporta el 14,4% de la recaudación.

Es decir, las grandes empresas, siendo tan sólo 2.216, el 0,14% del tejido empresarial, aportan el 44% de la recaudación del Impuesto de Sociedades, lo cual desmonta por completo la afirmación del Gobierno de que pagan pocos impuestos. Solo un dato: las españolas aportan casi 10 puntos más que el promedio de la OCDE, un 35,4% frente al 25,7% de dicha organización.

Y si eso ocurre con la fiscalidad aplicada a las grandes empresas, que decir de los medianos y pequeños negocios, que son mayoría; su supervivencia amenazada cuando no se pueden marchar de España como las grandes.

las grandes empresas, siendo tan sólo 2.216, el 0,14% del tejido empresarial, aportan el 44% de la recaudación del Impuesto de Sociedades, lo cual desmonta por completo la afirmación del Gobierno de que pagan pocos impuestos

La Conjura de la Moncloa perjudica la fuente fiscal del Estado ante un excesivo gasto público financiado a través de la emisión de deuda que se acerca al 150% del PIB. Y en ese contexto, veremos si antes del próximo abril Pedro Sánchez y Yolanda Díaz pueden presentar un Proyecto de Presupuestos exigido por Bruselas, aceptado por los disidentes de Podemos y sujeto a los chantajes de Waterloo. Y si no hay Presupuestos antes de las Elecciones Europeas, y sus resultados pintan mal, será complicado mantener unidos a los conjurados para hacer a Pedro Sánchez inquilino de la Moncloa. Al tiempo.