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Salud mental en la adolescencia: signos de alerta

La presión académica, las expectativas sociales y las tensiones personales han llevado a un crecimiento en los casos de ansiedad, depresión y otros trastornos mentales en esta población.

El mural realizado por jóvenes usuarios del Hospital de día del Instituto para la salud mental de la Infancia y la Adolescencia de Baleares (IBSMIA) de la mano del artista Abraham Calero

Publicado por
Pilu Hernández Dopico

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En los últimos años, los expertos y datos, has observado un aumento preocupante en los problemas de salud mental entre adolescentes. La presión académica, las expectativas sociales y las tensiones personales han llevado a un crecimiento en los casos de ansiedad, depresión y otros trastornos mentales en esta población. Sin embargo, tanto las escuelas como las familias están tomando medidas proactivas para abordar esta preocupación creciente.

Según datos, el 20% de los adolescentes experimentan problemas de salud mental en algún momento de sus vidas. Esto no solo afecta su bienestar emocional, sino que también puede tener un impacto en su desempeño académico y relaciones interpersonales.

Los centros escolares toman un papel fundamental en la detección temprana de problemas de salud mental. Muchas instituciones educativas han implementado programas de apoyo emocional, ofrecen asesoramiento y promueven la conciencia sobre la salud mental. Hemos de incidir en que una detección a tiempo es de vital importancia.

Es extremadamente importante la colaboración entre las escuelas y familias. Por ello, es esencial estar atentos a los siguientes signos de alerta que pueden indicar que un adolescente está pasando por un momento delicado de salud mental:

  • Cambios en el rendimiento académico: Un descenso significativo en las calificaciones o un deterioro en el desempeño escolar.
  • Falta de interacción social: El adolescente se vuelve retraído, evita interactuar con compañeros o muestra una disminución en las relaciones sociales.
  • Aislamiento: Prefiere pasar tiempo solo en lugar de participar en actividades grupales o extracurriculares.
  • Cambios en la conducta: Comportamiento disruptivo, distracción excesiva, falta de atención o agresividad inusual hacia compañeros o profesores.
  • Expresión de emociones negativas: Manifestación de sentimientos de tristeza, ansiedad o irritabilidad en el entorno escolar o familiar.
  • Descuido de la apariencia personal: Falta de cuidado en la higiene personal o cambios notorios en la apariencia física.
  • Problemas de sueño y alimentación: Insomnio, dificultades para conciliar el sueño, dormir en exceso, pérdida de apetito o aumento en la ingesta de alimentos.
  • Cambios en el interés y la motivación: Pérdida de interés en las actividades escolares, familiares o extracurriculares, junto con una expresión de desesperanza en relación con el futuro académico o personal.
  • Uso de sustancias: Experimentación con alcohol, drogas o abuso de medicamentos como una forma de afrontar problemas emocionales.
  • Cambios en la comunicación y las relaciones: Dificultad en la comunicación abierta, evitación de hablar sobre problemas o sentimientos, conflictos frecuentes con la familia o compañeros, así como cambios en la dinámica familiar y las amistades.
  • Autolesiones y pensamientos suicidas: Manifestación de autolesiones visibles o expresión de sentimientos de desesperanza, falta de sentido en la vida o pensamientos sobre el suicidio.

Es fundamental que tanto los educadores, en las escuelas, como los progenitores, en el hogar, establezcan una comunicación coordinada, abierta y de apoyo. Si se observa alguno de estos cambios o se tiene preocupación sobre la salud mental de un adolescente, es importante buscar ayuda de un profesional. La detección temprana y el apoyo adecuado son fundamentales para el bienestar emocional de los adolescentes.

En última instancia, la salud mental de nuestros adolescentes es una responsabilidad compartida. Reconocer los signos de alerta y buscar ayuda temprana son pasos cruciales en el camino hacia el bienestar. Juntos, como comunidad educativa y familiar, podemos brindar el apoyo necesario para que nuestros adolescentes prosperen, crezcan y alcancen su máximo potencial. La conversación sobre la salud mental debe continuar, y el apoyo debe estar siempre al alcance de aquellos que lo necesitan. Después de todo, nuestros adolescentes merecen un presente y un futuro en los que su bienestar emocional sea una prioridad indiscutible.