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Arquitectura de la vivienda en la construcción de la ciudad

Si en palabras de Octavio Paz, “la arquitectura en testigo insobornable de la historia”, podemos afirmar que la arquitectura de la vivienda es el espejo dónde la población se mira y refleja

Barrio de Casas Baratas, JM Cortina, 1910. Inaugurado por la reina Victoria Eugenia con motivo de la visita a la Exposición Regional

Publicado por
José María Lozano

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Aunque cabe incidir en aspectos tan específicos como la financiación y la gestión de la vivienda pública y apostar -por ejemplo- por la vivienda experimental, autosuficiente y de bajo coste (de hecho estoy personalmente enfrascado en la construcción de un modelo con materiales tradicionales y mano de obra local cerca del lago Karatil en Kerala -India-), no deseo terminar las columnas dedicadas al tema sin recordar la importancia de la arquitectura de la vivienda en la construcción de la ciudad. Siempre fue así, desde los castros y las insulae romanas, desde las casbas islámicas y las leyes de indias, hasta los berlineses Hansaviertel de Scharoun e IBA de Kleihues.

Cité brevemente en la última entrega los barrios del Neue Franfurter en los que intervino Gropius. Antes fue la Ciudad Jardín de Ebenezer Howard y las New Towns inglesas en las que derivó; o las Siedlungen berlinesas de Bruno y Max Taut, de Behrens y Wagner. O las soberbias Hoffen de la Viena Rossa, durante la República de Weimar, de Karl Ehn y el Amsterdam de Berlage. O la Cité Industrielle de Tony Garnier. Más tarde el Weisenhof de Stuttgart, capitaneado por Mies van der Rohe, con Hilberseimer, Le Corbusier, Oud y Stam; el Werkbund de Frank, la Gallaratese milanesa de Vittorio Gregotti … y tantas y tantas más, hasta llegar a la Ciudad Olímpica de Barcelona, surgida de la mano experta de Oriol Bohigas; con Piñón y Viaplana, Carlos Ferrater, Elías Torres y Martínez Lapeña. O las muestras geniales de las Torres Blancas de Saénz de Oiza, y la Torre de Valencia (tan denostada) de Javier Carvajal, en Madrid, o la Illa de Moneo en la Diagonal barcelonesa. En fin … que el discurso no acaba nunca. Afortunadamente.

En esto es un experto el profesor de Proyectos Arquitectónicos de la ETSAV Jorge Bosch, cuya tesis doctoral “Vivienda pequeña y forma urbana. Fundamentos de la Ciudad Moderna Alemana” tuve el placer de dirigir y, en el caso de Valencia, el también profesor doctor Juan Blat autor de extensa literatura sobre la vivienda pública durante el pasado siglo XX.

El déficit y el parón en la vivienda es un drama humano y amenaza con detener también el desarrollo urbano y la calidad humana y estética de su espacio

Precisamente denominé “Maestros de la arquitectura en la construcción de la Valencia moderna” con la intención de constatar -y hacer un justo reconocimiento a sus autores- el protagonismo de la arquitectura de la vivienda en la morfología urbana de la Valencia de hoy, que tras ocho años de incierta trayectoria parece querer recuperar unas señas de identidad que la caracterizan como ciudad amable, hospitalaria, confortable y cómoda para el ciudadano. Incluida, por supuesto, su condición verde, adecuadamente atendida por todos los gobiernos municipales.

Desde Francisco Mora -quizás más conocido por la opinión pública por piezas de la envergadura del Mercado de Colón o el Palacio de la Exposición Regional- hasta Rafael Tamarit, (“Mestre de Arquitectura del COAV” afortunadamente todavía entre nosotros) autor de edificios en Nueva York y Tokio, una nómina de excelencia como fueron Luis Gay, GODB, Mauro Lleó, Valls y García Sanz, Miguel Colomina, Pablo Navarro, Antonio Escario, Luis Marés -que también vive- y mi maestro Román Jiménez, son, con su legado construido, la mejor demostración de cómo la vivienda mal llamada colectiva o plurifamiliar, los conjuntos de viviendas ya sean en manzana abierta o cerrada, bloque lineal o torre, -housing en inglés internacionalmente adoptado por los especialistas- son la auténtica argamasa en la construcción de la ciudad. (Miguel López, García Solera, Guardiola, Alfonso Navarro, en Alicante; Maristany o Travér en Castellón …)

A diferencia del monumento, que representa y simboliza (Eiffel pudo elevar su famosa torre en ciudad distinta a París y hoy sería su icono), la vivienda encarna.

Edificio de Vivienda en el ensanche de Valencia. 1999. JM Lozano, I. Pascual

Da fe de las formas de vida, de los usos y costumbres, de la cultura, valores y aficiones de sus habitantes. Las mansardas y buhardillas parisinas, los semienterrados patios ingleses, los rascacielos neoyorquinos, las manzanas del ensanche barcelonés, las piezas de la ciudad lineal madrileña, las corralas sevillanas, nuestros poblados marítimos, son ejemplos de allá y de acá. Y así un sinfín de ejemplos más. Si en palabras de Octavio Paz, “la arquitectura en el testigo insobornable de la historia”, bien pudiéramos afirmar que la arquitectura de la vivienda es el espejo dónde la población se mira y se refleja.

De manera que el déficit y el parón en la vivienda -y en particular de viviendas sociales o públicas- no es únicamente un drama para ese amplio espectro ciudadano que carece de ella y ha perdido la esperanza de acceder a ella ya sea en régimen de propiedad o arrendamiento, sino que amenaza con detener también el desarrollo urbano y la calidad humana y estética de su espacio.

Aunque algunos, entre los que me cuento, no tiramos la toalla ni perdemos la esperanza. Los políticos valencianos actualmente en el gobierno y otros en el resto de España, parecen querérnosla devolver.

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