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Numerosas familias, pero “familia numerosa” no

Hace años reconvine con ternura a un estudiante que se atrevió a calificar como grupo familiar el formado por una persona y su mascota.

Numerosas familias, pero “familia numerosa” no

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José María Lozano

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Conmocionado como todos los valencianos por el incendio de Campanar, pensaba escribir hoy sobre el IVAM con motivo de la efemérides, pero me daré una tregua por respeto a la recientísima dimisión de su directora. Tiempo habrá.

Menos de actualidad, pero mucho más importante, la actualización de la Ley de familias, o como se llame exactamente ese nuevo/viejo engendro del -como se llame - ministro de la cosa, al parecer reactivada con la inclusión del algún eufemismo y sin deslindar cuestiones de injerencia territorial o simplemente de competencias administrativas, la ley de esa Belarra victoriosa en Galicia, vuelve a la palestra con su muestrario de organizaciones domésticas a modo de vademécum woke. Y con la familia numerosa como víctima propiciatoria.

El titular de la cosa, de Sumar, - otra de las victorias sonadas a golpe de gaita - se aplica en juegos de palabras que por cómicos no resultan hirientes con tal de evitar el término que le huele a franquismo, ejército, quicos y opus dei. Infantilismo puro y duro. Hace años reconvine con ternura a un estudiante que se atrevió a calificar como grupo familiar el formado por una persona y su mascota. (Y tengo en cuenta que los animalistas del PACMA han superado en voto a los podemistas gallegos).

El gobierno de la amnistía, con la Sra. García de las tres emes, encabezado por el líder de la victoria entre los derrotados - primus inter pares - está a lo suyo que es el despiste, la espera, la prórroga y el Dios dirá.

La izquierda, como con Las Fallas, siempre ha tenido una relación difícil con el concepto de familia. En realidad la izquierda mantiene una relación difícil con todo aquello que no sea un constructo artificial ideado para ostentar el poder. Es decir, con todo aquello que resulte natural. Como lo son, por ejemplo, la familia o las fiestas populares. Fracasaron las comunas soviéticas en las que se pretendía apartar a los padres de los hijos y han fracasado todos y cada uno de los inventos para organizar un tejido social más consistente. Algo parecido ocurre con la ciudad y el barrio.

Aquella señora que afirmó desde el ministerio de educación que “los hijos no son de los padres” y estos otros a los que les molesta la familia numerosa, son además de un modelo de estulticia, una muestra de cinismo e hipocresía. Con las cifras más alarmantes en demografía en España, con la tasa de natalicios descendiendo progresivamente de forma trágica (En la CV 0,17% inferior al año anterior), con el envejecimiento real de la población, y aun reconociéndolo, los gobernantes de turno están entregados a la frivolidad reglamentaria y a la idolatría de su timonel.

Sin perjuicio de la extensión de ayudas sociales a otras organizaciones domésticas -o de casa común- que pudieran ser bien procedentes en la debida proporción en el conjunto de asistencias sociales, coincido con quienes sostienen que la desaparición del término es una manera de invisibilizarlo y, en consecuencia, tan inoportuna como perversa. Pero la imposición es la marca del perdedor devenido en autócrata.

La reflexión crítica del Consejo de Estado, aludiendo al exceso de intromisión en la privacidad y la intimidad de las personas no es baladí. Ni sorprendente. La insistencia de la izquierda en regular las pautas sociales, siempre ha fantaseado con hacerlo hasta con el pensamiento (ha estado acertado Feijóo al hacérselo ver al otro) si así pudiera ser. O del izquierdismo de endémica enfermedad infantil, parafraseando a Lenin. Y hablando de niños.

La familia es un concepto, más que un término, que se hace acompañar de adjetivos muy diversos. La familia cristiana, la portuaria, la ferroviaria, la fallera, la artística, la militar, la judicial, la universitaria … y un largo etcétera que no excluye la “famiglia”. La Sagrada Familia, y la familia numerosa, de la que he sido hijo feliz (de cuatro) y soy abuelo feliz de la de mi hija con mis tres nietos.

La izquierda, también en esto, se equivoca.

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