Vox y Diana Morant tienen un plan
La pregunta es: ¿hará falta Vox para gobernar? Seguramente que no. Cuanto peor le vaya al PPCV y a Mazón, mejor para la dirección de Vox. Extraña coincidencia con las expectativas del PSPV.
La política hace extraños compañeros de cama. Las iniciativas impulsadas por los comilitones de Diana Morant, que en menos de diez días será la gerente de la franquicia del PSOE en la Comunitat, y el personal madrileño de Vox residente o de visita por Valencia, comparten un objetivo: desestabilizar la acción de gobierno de Carlos Mazón. Una acción de gobierno
construida sobre la estabilidad de los acuerdos PPCV-Vox en las instituciones políticas de la
Comunitat a resultas del 25M. Paradójico en el caso de Vox. Pero ese es su plan.
En Córdoba se encontraron hace pocos días los barones regionales del PP con Feijóo. Caracterizaron la situación política española de Emergencia Nacional. Y lanzaron como alternativa al caos de Pedro Sánchez el garantizar la estabilidad política fijando, como ejemplo, la manera de gobernar del PPCV. En los nueve meses presidiendo el Consell, ha impulsado políticas de simplificación de trámites administrativos; de rebajas fiscales y aumento de la productividad sobre descuento o eliminación de impuestos propios; de atención a nuevos sectores como el biomédico o el aeroespacial, o tradicionales como cerámica, automoción y turismo; o la acción unitaria y reivindicativa frente al gobierno de Pedro Sánchez en materia de infrafinanciación; o fijación de refuerzos judiciales ante la desidia del ministro Bolaños; o la reclamación de inversiones en infraestructuras para dar solución a lo pendiente del Arco Mediterráneo. Contando con el apoyo de las organizaciones empresariales que cuentan por primera vez, después de ocho años del Botànic, con la expectativa de estabilidad política e institucional para tomar sus decisiones de inversión a largo plazo. Una forma de gobernar que Feijóo, a imagen de Carlos Mazón, puede hacer realidad en España.
Ni que decir tiene que esa imagen en absoluto le interesa a Diana Morant. En tanto se estabilice en la opinión pública que el PPCV va solucionando los problemas que afectan a la sanidad, a la educación, a la vivienda, a la integración social o a la justicia, contrapartidas sociales de ese programa del buen gobierno, menos posibilidades tiene Morant y su franquicia del PSOE de ser alternativa en 2027. Si es que llega a esa fecha sin ser apartada por los que ahora no han tenido más remedio que aceptar el “dedazo” de Pedro Sánchez: el “tándem” Soler-Bielsa-Bernabé.
El “mantra” que el PPCV no sabe gestionar se ha impuesto en el argumentario que repite Diana Morant cual papagaya. Pero la realidad la desmiente. Solo hay que ver, como ejemplos, la reducción fiscal que favorece la capitalización de las familias y las Pyme; la defensa de la singularidad valenciana, de su idioma, y sus señas de identidad estatutarias; el desmantelamiento de los chiringuitos montados por el Botànic con la reducción del gasto público; la garantía de los servicios públicos pese a la infrafinanciación; o la simplificación burocrática. Son resultados que desmonten ese argumentario. Resultados de la actual estabilidad política después de la experiencia vivida con la Caja de Grillos del Botànic. Estabilidad que a Diana Morant no le queda más remedio que atacar y descalificar obsesivamente si quiere hacer algo y que no se la coman los suyos.
Pero lo peor del actual panorama político valenciano quizás sea la traslación de los intereses políticos de la actual dirección de Vox en Bambú, su sede central en Madrid, a las instituciones de gobierno de la Comunitat. La dirección madrileña de Vox se ha puesto nerviosa ante el declive que les marca los sondeos demoscópicos publicados: de 33 diputados que lograron en el 23J pasarían, ahora, en marzo, a menos de 25; un diputado menos por mes. Un pánico a perder su espacio electoral, a ser fagocitado por el PP y que, a este paso, ya no sería necesario para la gobernabilidad de España. Ver con atención el sitio-web “Electocracia” y el histórico de sondeos 2020-2024.
Y esa paranoia que embarga a la dirección de Vox, que considera al PP y a Feijóo como “el enemigo”, da lugar a la radiación de consignas paradójicas por medio de sus enviados y residentes en los territorios donde gobiernan en coalición con el PP que, sin ningún respeto, trasladan, como mandato imperativo a sus cargos públicos con un objetivo: dificultar la acción de gobierno para “visualizarse y diferenciarse” a costa de aquella gestión que pueda favorecer al PP. Vamos, todo un incumplimiento unilateral de contrato.
Estabilidad que a Diana Morant no le queda más remedio que atacar y descalificar obsesivamente si quiere hacer algo y que no se la coman los suyos
Oposición y descalificación de Vox a iniciativas suscritas en los gobiernos de coalición PPCV- Vox en la Comunitat por el solo motivo que es el PPCV quien las impulsa, o que Vox no puede capitalizar. Por ejemplo: en el Ayuntamiento de Valencia, oposición el 8 de marzo a una moción reivindicativa en defensa de la igualdad de la mujer presentada por el PP, con recochineo posterior entonando el “Viva España torero” como éxito después de votar en contra; o en la Generalitat, oposición y descalificación pública a la solidaridad hídrica con Cataluña sin motivo manifiesto; o la oposición a reclamar al Gobierno de Pedro Sánchez financiación y el plan de nivelación con el argumento de “las autonomías malgastan” cuando no es el caso de la Comunitat que arrastra una vergonzosa deuda histórica; o deshacer acuerdos por unanimidad en Les Corts contra la violencia fascista como es el “caso Agulló”; o descalificar públicamente a “patricios” valencianos como Manuel Broseta; o asociar “inmigración ilegal con violencia”, cuando aquella es producto del tráfico mafioso y criminal de personas, y esta depende de conductas delictivas, sean inmigrantes, o no; o descalificar la política de acogida e integración de los MENAS, a pesar de la crítica y la queja del Consell a la
“centrifugación” desde Canarias realizada por el Gobierno de Pedro Sánchez; o la manipulación de las emergencias para crear movilizaciones sindicales y acciones de la oposición en Les Corts que comprometen y descalifican al Consell. Y muchos más palos en las ruedas de los acuerdos suscritos.
Acciones encubiertas, o no, pero típicamente sectarias, que atacan la línea de flotación de la
estabilidad política en la Comunitat que la Declaración de Córdoba puso como uno de los
ejemplos de buen gobierno para España, y que a la dirección madrileña de Vox no le queda
mas remedio que desestabilizar si quiere mantener su parcela electoral. Una dirección
asustada por el ejemplo de Portugal que acaba de celebrar elecciones; la derecha, que ha
ganado por poco a la izquierda, dice que no quiere gobernar con los amigos portugueses de
Vox, y la izquierda asegura que no obstaculizará la investidura del candidato de Alianza
Democrática y los liberales. Si el PSOE “liquida” en otoño a Pedro Sánchez el panorama político
cambiará, y si la tendencia demoscópica del PP se mantiene al alza, entre otros factores por el
éxito del buen gobierno del PPCV de Carlos Mazón en la Comunitat, la pregunta es: ¿hará falta
Vox para gobernar? Seguramente que no. Pues eso, cuanto peor le vaya al PPCV y a Carlos
Mazón, mejor para la dirección madrileña de Vox. Extraña coincidencia con las expectativas
valencianas de Diana Morant; posiblemente se deba a que Ximo Puig, al que ella admira, es del
Real Madrid y amigo de Florentino.