Héroes en tiempos de guerra
En los lugares en que se viven conflictos bélicos, también hay activistas que tratan de ayudar en lo posible a los animales. Los grandes olvidados de las guerras, pese a ser también víctimas
Cuando eres consciente del sufrimiento al que se enfrentan los otros animales cada día, tu vida cambia y el dolor en el pecho se convierte en compañero inseparable.
Las tormentas, que tanto te gustaban, te recuerdan cuántos perros, que antes tenían un hogar y que por cualquier estúpido motivo fueron abandonados, estarán empapados tiritando de frío. Eres capaz de distinguir, a muchos metros de distancia, si una paloma que descansa en un jardín, junto a un árbol, está enferma. Y las lágrimas te empañan los ojos cada vez que, de camino al trabajo, ves la silueta de un camión con el indicativo “Transporte de animales vivos”, porque sabes que ese viaje les conduce hacia la muerte.
El movimiento por los derechos de los animales lo integramos personas muy diversas, en cualquier sentido. De todos los niveles sociales, culturales, con creencias religiosas diversas, todo tipo de identidad de género, etnia y nacionalidad.
Por este motivo, en los lugares en que se viven conflictos bélicos, también hay activistas que tratan de ayudar en lo posible a los animales. Los grandes olvidados de las guerras, pese a ser también víctimas que sufren sus consecuencias.
Lugares como la franja de Gaza, asediada y bombardeada constantemente desde hace 6 meses. Un gigante cementerio en que más de 30.000 personas han sido asesinadas (alrededor de un 70%, mujeres y niños). Un lugar donde los escombros que dejan las bombas se han convertido en el paisaje habitual. Sin apenas acceso a agua potable, a alimentos, medicinas,…
Así que, si viviendo en un lugar supuestamente “tranquilo” el día a día muchas veces se hace complicado, tanto desde el punto de vista emocional, como desde el punto de vista operativo, con los imprevistos y gastos que suponen los rescates y cuidados de animales, no quiero pensar el sufrimiento adicional de aquellas personas que tratan de sobrevivir a una guerra y, además, intentan salvar y ayudar a los animales.
Encontrar perros y gatos con las patas rotas o amputadas, enfermos, desesperados de hambre y sed, burros y caballos ancianos y desnutridos, que han perdido sus hogares y sus familias y hacer lo imposible por trasladarlos a un lugar menos peligroso (porque ningún lugar es seguro), donde poder refugiarlos.
Buscar ayuda para curarlos y mover cielo y tierra para conseguir algo de alimento para ellos, mientras cada noche sueñas con que al camión que lleva esos palets con latitas y medicamentos le permitan cruzar la frontera por el paso de Rafah y poder ofrecerles algo en condiciones que te permita mantenerlos con vida.
Todo esto, sumado a la tensión por mantenerte a salvo y procurar también lo básico para sobrevivir. Para ti, tu familia y la gente de tu entorno.
¿Imaginas vivir así un día tras otro?
La mayor parte de las personas que se dedicaban al cuidado de los animales, antes y durante la guerra, han sido también asesinadas. En algunos casos sus familiares continúan, a duras penas, con su legado.
A fecha de hoy, sólo hay constancia de una organización que opere en la zona, Sulala Animal Rescue, con muy pocos integrantes, haciéndose cargo de esas otras víctimas, vulnerables, colaterales e invisibilizadas, de este terrible, inhumano y vergonzoso genocidio.
Nunca sabremos realmente cuántas personas habrán sido asesinadas en esta guerra. Mucho menos cuántos animales habrán muerto por las bombas, disparos, de hambre, enfermedad,...nunca conoceremos su agonía y su dolor.
Lo que sí podemos saber es que en medio del infierno de la guerra, hay seres humanos extraordinarios, capaces de jugarse la vida por salvar la de otros, aunque no sean de su especie.
Mi reconocimiento, admiración y eterno agradecimiento a aquellos héroes y heroínas que, pese a todo, seguís siendo un rayo de esperanza y luz, también para los animales, entre tanta oscuridad.
Mi deseo, que acaben todos estos terribles y absurdos conflictos en los que siempre, quienes más caras pagan las consecuencias, son quienes menos tienen que ver con su origen.