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En el Palau, Diana Morant se equivocó de sombrero

Durante su encuentro con Mazón, Morant, invitada como líder de la oposición, lució su papel de ministra sanchista dejando de lado los intereses comunes de la Comunitat.

La ministra de Ciencia, Diana Morant, durante una reunión con el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, en el Palau de la Generalitat

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Josep María Felip

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Aceptó el pasado miércoles Diana Morant la invitación del president de la Generalitat, Carlos Mazón, a ser recibida en el Salón Dorado del Palau de la Generalitat. Cruzó el Puerto de Contreras procedente de su palacete madrileño y se olvidó cambiarse el sombrero de “ministra” por el de “lideresa” de la franquicia valenciana del PSOE. Estaba invitada como la líder de la Oposición en Les Corts “por el deseo impuesto de Pedro Sánchez” en el recién congreso socialista de Benicàssim. Pero no fue así porque ella no quiso. Le salió el argumentario de ministra política del “sanchismo”, que no es lo que se esperaba de ella.

El president, Carlos Mazón, es un liberal. Se somete al ritual de toda democracia parlamentaria donde, el líder que forma gobierno con el apoyo mayoritario de la Cámara lleva adelante el programa de investidura, pero sabe que, más allá de las políticas demandadas por los electores y satisfechas con su acción de gobierno, sometido a control de la Cámara, existen temas que deben abordarse por amplio consenso. Y ahí es donde entra el dialogo con el líder de la oposición. Designada “líder” del PSPV-PSOE, la reconoció como tal y la invitó a tratar el contenido de la Agenda Valenciana. En ningún caso cerrada.

La Agenda contiene una serie de temas urgentes, y de años, que afectan a la Comunitat en su relación con el resto de las comunidades autónomas y con el aparato del Estado Central. El déficit hídrico, que afecta al Bajo Segura y las Marinas, un problema de cuencas del Plan Hidrológico Nacional. Las infraestructuras pendientes de ejecutar o en ejecución por el Estado, como el Arco Mediterráneo en el tramo a Castellón después del paso por Valencia, o el soterramiento de las vías de Alfafar-Benetúser, o la ampliación de los aeropuertos del Altet y Manises. O la renovación de las instituciones estatutarias, como el Consejo jurídico-Consultivo. Y el más agudo, que estrangula las cuentas de la Generalitat: la reforma del modelo de financiación de la LOFCA y la actualización de las entregas a cuenta y del FLA.

Y la “lideresa” se salió por peteneras. Echo mano del argumentario y lo primero que exigió para hablar de la Agenda era que el Consell saltara por los aires. Que el presidente Mazón rompiera con los “consellers” Barrera, Núñez y Aguirre argumentando que “el PPCV es prisionero de Vox”. Vaya, de la extrema derecha malvada. Solo cabe pensar que trataba de desviar la atención y tapar, con ello, la explicación de su pertenencia a un gobierno, el de Madrid, donde su partido, el PSOE, ha suscrito un acuerdo de gobierno con Sumar, el producto estratégico del Partido Comunista de España, con apoyos en el Congreso situados fuera de la Constitución. ¿Vaya, la extrema izquierda “benévola”?

Con esa actitud descartaba cualquier posibilidad de acuerdo sobre la Agenda y exhibía su “sombrero” de ministra con el argumentario “sanchista” en la mano, que no el de lideresa del PSPV-PSOE. Adobaba la explicación con el ataque a la Libertad de Prensa, que ahora se estila, y condicionaba el dialogo posible a que el Consell retirara los cinco proyectos de Ley que derivan del acuerdo de investidura de Carlos Mazón. “Un sometimiento a los deseos de la extrema derecha” los calificó, cuándo es él, el presidente Mazón, quien ha puesto frontera a las pretensiones de Vox. Todo un atrevimiento

Pero lo más chocante es el encubrimiento del hecho que estrangula la acción de gobierno del Consell: la caja está vacía. Y Diana Morant despistó. La etapa de ocho años de Ximo Puig se cerró con una deuda de 57'9 mil M €, el 42,2% de su PIB, y proyectos sin crédito en el Presupuesto de 2023, con menos del 40% de ejecución en julio de 2023. La Comunitat es la segunda autonomía de España con más deuda acumulada. Desde 2003, ha incrementado su deuda en casi 50.000 millones de euros según un informe publicado recientemente por FEDEA y las estadísticas del Banco de España. Solo debía consultar Diana Morant al que fue Conseller de Hacienda, Vicent Soler, y no mentir: sin la penalización del actual sistema de financiación autonómico de la LOFCA, la Comunitat arrastraría una deuda manejable de doce mil millones de euros. Pero no solo quedó ahí: se opone al fondo de nivelación transitorio para el equilibrio del sistema, o a la actualización al IPC de 2024 de las entregas a cuenta cuyas moras ahogan las cuentas del Consell.

Y vuelve a mentir: ignora las recomendaciones del Comité de Expertos de Les Corts que preside Francisco Pérez, el director del IVIE, al afirmar que “el Consell carece de modelo para hablar…", cuando el modelo que le exhibe Carlos Mazón es precisamente ese, el que los suyos también suscriben, y con el que Ximo Puig se agotó ante la indiferencia de la ministra Montero, su compañera de butaca en la Moncloa y de “hiperventilación” en la calle Ferraz.

El que va con un cojo, al año cojo medio. Los años pasados con Pedro Sánchez han educado a Diana Morant como una artista del despiste y el engaño, pues saber mentir con total sinceridad es todo un arte. Debería saber que en los tiempos que corren, sin respeto al funcionamiento de las instituciones y sus rituales, como es el “fair-play” Gobierno-Oposición en Les Corts; sin el respeto a la Libertad de Prensa como la atacada por sus delegados en el Ayuntamiento y en Les Corts, Sandra Gómez y José Muñoz; sin el respeto a las minorías como la practicada por sus amigos políticos Vicent Marzà y Joan Baldoví a los que no comparten su valencianismo; sin el respeto a los principios y rituales de la Democracia Liberal, los epígonos del totalitarismo “sanchista” amenazan la Libertad de los ciudadanos de La Comunitat. Eso, es mucho más que equivocarse de sombrero.

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