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Raul Martínez

Toallitas húmedas, suaves pero letales

Raúl Martínez, Experto en Salud y Medio Ambiente. Biólogo

Toallitas húmedas

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Las toallitas húmedas son un producto necesario en un gran número de hogares. Por su fácil uso las utilizamos prácticamente para todo. Son ideales en el aseo de los niños, para el cuidado del bebé, como desmaquillantes faciales, para la limpieza corporal, la higiene íntima, la limpieza de manchas, para dar lustre a los zapatos o para limpiar superficies de distintos elementos del hogar, como muebles y baños.

Son tan útiles en el día a día que nos permiten ahorrar tiempo, aunque su empleo no está exento de problemas. El principal inconveniente de las toallitas húmedas viene originado por la forma en la que nos deshacemos de ellas. Gran parte de los usuarios las arrojan al inodoro una vez usadas, no parándose a pensar en los inconvenientes que se derivan de apretar el pulsador de la cisterna. Son suaves pero letales. Comercializadas como una alternativa más limpia que el papel higiénico, tienen el potencial de crear grandes problemas en el sistema de gestión de aguas residuales.

Por más que las veamos inofensivas las toallitas húmedas son lo terriblemente peligrosas para las infraestructuras de saneamiento y el medio ambiente. A pesar que su apariencia y tacto nos hacen pensar que son de algodón, en su práctica totalidad están hechas de plástico, estando fabricados en poliéster y polipropileno. La mayoría de toallitas húmedas se producen con materiales sintéticos mediante hidroligadura o enmarañamiento hidráulico de fibras sintéticas. También podemos encontrar toallitas que están formadas por un tejido mezcla de fibras sintéticas y de celulosa unidas por calor, que se conoce como airlaid. El 90% de las toallitas que se venden contienen algún tipo de plástico.

Su composición a base de polímeros plásticos hace que no sean degradadas por las bacterias y hongos, no pueden ser biodegradadas. En las etiquetas de las toallitas se informa que son un producto desechable, y en algunas se indica claramente que se pueden eliminar por el inodoro incluso con un pictograma. Esta información errónea es el origen del problema. Que sea desechable no significa que sea un producto biodegradable, y que de forma natural puedan alterarse y descomponerse no implica que este fenómeno se lleve a cabo en el tiempo que dura el proceso de transporte y tratamiento de las aguas residuales. Una toallita biodegradable debería estar formada por materiales que se pudiesen descomponer en un plazo de entre cinco y treinta días. Una toallita de composición plástica puede tardar en descomponerse cientos de años.

Una vez tiradas al inodoro las toallitas solo generan problemas. A diferencia del papel higiénico, formado por celulosa, las toallitas no se disuelven en el agua. A medida que viajan a través de las tuberías de alcantarillado van provocando acumulación, obstrucción y emboce en el sistema de alcantarillado y de bombeo. Cuando llegan a la estación depuradora de aguas residuales las toallitas están prácticamente intactas y vuelven a provocar innumerables problemas en su funcionamiento, produciendo rotura de equipos y atascos de bombas que no están preparadas para acoger estos desechos.

En ocasiones se van acumulando hasta formar un formidable tapón que puede llegar a ser kilométrico, obstruyendo del todo las alcantarillas y los sistemas de tratamiento de aguas residuales. La consecuencia del emboce es el desbordamiento de las aguas residuales sin tratar, que acaban vertidas en el medio ambiente, lo que supone un serio riesgo para los ecosistemas acuáticos y pone en peligro la salud y el bienestar ciudadano.

Es necesario tomar conciencia y considerar a las toallitas como lo que son, residuos sólidos de composición plástica, y por ello hay que darles una gestión acorde al uso al que las hemos sometido y enviarlas a su contenedor correspondiente. Debemos, por tanto, trata a las toallitas húmedas al igual que hacemos con cualquier otro residuo solido de los que a diario generamos.

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