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Naturaleza y artificio

Dos decenas de premios Nobel han prestado un sólido apoyo a la propuesta del Ayuntamiento de Valencia a la UNESCO para hacer de la Albufera Reserva de la Biosfera.

Pesca tradicional en la Albufera de Valencia

Publicado por
José María Lozano

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Como si se tratara ya de una tradición digna de cierta protección patrimonial, dos decenas de premios Nobel de diferentes modalidades y nacionalidades han visitado Valencia con motivo de la edición número 36 de la convocatoria de los premios Jaume I. Es habitual también que los jurados de los campos de investigación en que concurren algo más de dos centenares de candidatos -una cuarta parte mujeres- efectúen una Declaración conjunta antes del comienzo de sus respectivas deliberaciones en el claustro del Convento de Santo Domingo. La de este año -de la que participan además de los científicos con tan alto reconocimiento otros setenta profesionales de prestigio- ha elegido el Parque Natural de la Albufera como sujeto y, de forma operativa y expresa, ha prestado un sólido apoyo a la propuesta del Ayuntamiento de Valencia a la UNESCO para hacer de ella Reserva de la Biosfera.

Numerosos premios Jaume I se pronunciaron en idéntico sentido con antelación, a iniciativa del científico valenciano, premio de protección medioambiental en 1996 José Luis Rubio, que tuvo ocasión de exponerlo en el CVC en marzo pasado.

Esta significativa adhesión se produce, por cierto, en un momento crítico en el que resulta imprescindible el cumplimiento de acuerdos anteriores con la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) -dependiente del Ministerio de Transición Ecológica que todavía es responsabilidad de Teresa Ribera- y la aportación urgente del caudal pendiente proveniente de esta cuenca que es casi el noventa por ciento de lo comprometido. La sequía por la que atraviesa gran parte del territorio de la CV es un agravante.

De la sequía se ocupa precisamente uno de los científicos premiados en esta última convocatoria en la que, de manera inusual, no hay nombres de mujer. Lo que produce extrañeza más por la rareza del hecho en sí mismo cuando las mujeres se han incorporado ya inopinadamente al mundo de la investigación científica y, lamentablemente, no ayuda a su visualización social. Margarita Salas fue en 1994 la primera galardonada, y en 2007 lo fue María Blasco, por citar dos nombres muy significativos. Entre las más recientes, Nuria Oliver y Ángela Pérez. Aunque sin sacar las cosas de quicio.

El científico sevillano Manuel Losada Villasante (Carmona 1929), poseedor de un currículum de excelencia fue el primero (y único) ganador en Investigación Básica en la convocatoria de 1989.

Si las cuestiones medioambientales, con todas sus derivadas de calidad territorial y paisajística, salud humana y animal, y bienestar social, resultan por su transversalidad relevantes, no lo son menos las de carácter tecnológico. La Declaración de Jurados de la anterior convocatoria lo fue en defensa del uso razonable de la Inteligencia Artificial (AI por sus siglas en inglés). Poco antes la Fundación que gestiona los premios y de la que es Presidente Ejecutivo el catedrático Javier Quesada, puso en marcha la plataforma “sinmiedoalaIA.es” .

Y no es poco el beneficio que, a mi criterio, puede aportar la IA (por sus siglas en español) al terreno de la mejora de la calidad de vida del ciudadano en todos sus aspectos. Bien lo sabe la Universitat Politécnica de València (UPV) que acaba de ocupar el primer puesto en el ranking de la universidades españolas, y bien lo puede demostrar el profesor -y vicerrector- José Francisco Monserrat, único español elegido para el último programa de liderazgo internacional de los EE UU. A propósito fue también compareciente no ha mucho en el CVC.

Naturaleza y artificio, y un razonable equilibrio en su coexistencia, es un binomio de presencia constante en el desarrollo de la humanidad. Cabe hoy exigirlo para un desarrollo sostenible. Y no es casualidad, sino coincidencia afortunada, que sea el Ayuntamiento de Valencia quien financia la modalidad de Nuevas Tecnologías recaída esta vez en el investigador Luis Serrano Pubull.

Saludo y me adhiero en mi modestia con entusiasmo a la iniciativa municipal y el apoyo científico prestado. Y hago votos por la obtención de la condición de Reserva de la Biosfera para nuestro lago, por la importancia que ello tendrá para el reconocimiento de nuestro patrimonio y el desarrollo de nuestro territorio.