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Mazón: diario de un equilibrista

Ser presidente de todos, como pretende, no debería pasar por mantener en sus cargos y prebendas a quienes han demostrado durante un año altas dosis de ideologización y nula adaptación al cambio.

Carlos Mazón durante la sesión de control en Les Corts

Carlos Mazón durante la sesión de control en Les CortsCorts Valencianes

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Sin duda lo más llamativo de la semana política en la Comunitat Valenciana ha sido el episodio fake sufrido en sus propias carnes por la alcaldesa de Valencia. En mi opinión, el control del rendimiento táctico llevado a cabo por María José Catalá -obteniendo ventaja del ataque- tras la ofensiva sinfónica de la izquierda hacia su persona por sus palabras sobre las banderas del Día del Orgullo es digno de destacar. 

En los Kihon (fundamentos) del judo, figura precisamente como premisa básica la optimización de la agresión porque de la fuerza inherente a la acción sufrida pueden aprovecharse ventajas definitivas. La “anatomía del bulo” -en perfecta definición de Luis Casal y Dani Valero en El Español-, define el sistema de trabajo de determinada izquierda que, a través de la manipulación de las palabras de la alcaldesa sobre las banderas y los días internacionales, la edición de las mismas, el reduccionismo del análisis, la intervención de políticos locales primero y nacionales después -como Iñigo Errejón y Reyes Maroto-, y la acción consensuada y organizada de las terminales mediáticas y pseudomedios progres junto a la infantería de las redes, ha logrado hacer mella en la reputación de la alcaldesa de Valencia María José Catalá. Catalá -que no eligió bien el momento, ni el lugar para pronunciarse así- no es ni una homófoba ni equipara la homosexualidad con la enfermedad, pero lo ha parecido a consecuencia de la contaminación del ambiente. La primera edil estaba siendo atacada por algo que jamás dijo.

La respuesta del PP, inmediata en este caso, ha logrado -no como en otras ocasiones- cauterizar la herida a tiempo y devolver el golpe con mayor daño del recibido -aprovechamiento de la fuerza-. Para tapar algunas bocas, el primero en la estrategia defensiva fue Carlos Mazón la misma noche de autos, en directo y en El Faro de La 8, cuando desnudó los argumentos de la oposición usados para atacar a la alcaldesa. Repitió los mismos argumentos al día siguiente en sede parlamentaria. En la entrevista televisiva el Molt Honorable estuvo generoso en el análisis y tuvo para todos: su propio partido, la oposición, las instituciones y sus dirigentes y el Gobierno de España.

El verano caliente de Mazón

Encara Carlos Mazón un verano caliente y sus breves vacaciones -si puede disfrutarlas- las pasará en alguna de las 104 ciudades o islas a las que se puede viajar en vuelo directo desde el aeropuerto de Manises o las 138 localidades e ínsulas a las que se puede desembarcar sin escalas desde el aeródromo de Alicante-Elche Miguel Hernández. Solo así podrá responder con la urgencia necesaria y una vuelta relámpago en el caso de que su WhatsApp se encienda con más alarma de la necesaria por un aviso de la consellera de los incendios, Elisa Núñez.

Sin duda su gran reto para los meses venideros es gestionar los brochazos de política “verité” con los que de vez en cuando le obsequia su socio, aunque lo cierto es que la versión valenciana de Vox es más edulcorada del “gran reserva” que sirve la formación de Abascal en otras latitudes. Dirigir un equipo con 3 jugadores que no has seleccionado -ahora que España se pasea por la Eurocopa- es complicado, más todavía si se encaraman a la batalla cultural, fijan su relato en las cuestiones de género, inmigración o delincuencia y orientan su azimut hacia Madrid.

Es Mazón un líder acostumbrado al funambulismo, es lo que tiene vivir en el centro del tablero, intentando “convencer a los que jamás me votarán”. No rehúye el compromiso de responder a cuestiones como las de la televisión pública valenciana, admitiendo que su receta para À punt -o como vayan a rebautizarla- es “que se vea”. Yo le recomendaría cautela respecto a la expectativa sobre la respuesta de los audímetros a los posibles cambios que introduzca en el ente público. Ni la televisión es una ciencia exacta, ni se la van a inventar ahora, ni va a tener muchas ayudas, pero este es un tema que merecería un fondillo aparte.

Ser presidente de todos, como pretende, no debería pasar por mantener en sus cargos y prebendas a quienes han demostrado durante un año altas dosis de ideologización y nula adaptación al cambio. A estas horas todavía resisten agazapados en puestos de responsabilidad cargos públicos del Botànic que no han demostrado la solvencia profesional suficiente para aferrarse al puesto. Las palabras que dedicó, además, a una Diana Morant convalenciente -fue él quien la invitó a ella a una primera reunión, la líder socialista jamás la solicitó- refleja el carácter de quien cree realmente en el pacto independientemente de las siglas y aunque solo sea por espíritu táctico, y eso ciertamente descoloca a sus adversarios. El equilibrista, pues, afronta un verano de alto voltaje.

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