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Gresca en el Ayuntamiento de Valencia por los megacruceros

La situación actual es el resultado de los acuerdos hasta 2025. No hicieron nada de lo que reivindican ahora cuando podían y debían, y ahora critican lo que es el resultado de su inacción

Cruceros en el Puerto de València VALENCIAPORT (Foto de ARCHIVO) 01/12/2020VALENCIAPORT

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¿Recuerdan el monstruo del Lago Ness que todos los veranos era noticia? El mes de agosto era el más esperado para ver aparecerlo. La falta de noticias en las redacciones de los medios lo propiciaba. No es el caso de estos años. Ya no hace falta hacerlo aparecer, pues son muchas las noticias que se abocan en las redacciones. Es este un mes de agosto plagado de noticias. Fueron la Pandemia o las elecciones anticipadas de Pedro Sánchez. Ahora, la ofensiva ucraniana en Kurts ruso, la segunda “huida” de Puigdemont, o el mosqueo de ERC por las declaraciones de la ministra de Hacienda. Un verano donde las noticias no faltan. Pero quizás la más cercana en Valencia ha sido la de esta tercera semana de agosto por la llegada de 18.000 cruceristas desembarcados en el puerto.

Desató la polémica en el Ayuntamiento por la avenida de unos visitantes que pueden superar en un año al número de habitantes de la Ciudad. Que vienen desayunados desde sus embarcaciones, permanecen unas pocas horas en la ciudad, su gasto medio no supera los 15 euros y regresan para comer al megabuque. Un hecho complejo que ha dado lugar a una crítica del PSPV y de Compromís al PPCV y a su líder municipal, María José Catalá, por permitirlo. Ignoran los primeros que durante la primavera pasada ya fue la misma alcaldesa quien llamó la atención al impacto en la ciudad de la visita de los cruceristas, que requería ser tomada en cuenta y ser regulada.

La televisión autonómica le dedicó un telediario. Y más de un medio municipal, página entera durante días. El PSPV municipal lo aprovecha e insiste en que el PPCV de la Ciudad no ha tomado las medidas necesarias para atajar el problema. Opinan que el bajo valor añadido de los 15 euros hace inviable el esfuerzo de la ciudad para acoger este tipo de turismo procedente de los megacruceros; tiene que ser limitado, y propone una tasa especial a pagar para todo aquel crucerista que quiera acceder a la Ciudad. Para Compromís, es ese un tipo de turismo no sostenible, que crea un impacto negativo por la contaminación que conlleva, utiliza servicios públicos municipales cuando no aporta ningún tipo de financiación, y aboga por su prohibición.

Para el PPCV municipal, ambas son una crítica gratuita. No hicieron nada cuando eran ambos, PSPV y Compromís, responsables conjuntos de la política municipal con Joan Ribó de alcalde. No negociaron con los operadores ni con la autoridad portuaria las condiciones más favorables, los accesos a la ciudad desde el puerto y las restricciones de amarre a ese tipo de buque. Y lo más grave, la situación actual es el resultado de los acuerdos hasta 2025. No hicieron nada de lo que reivindican ahora cuando podían y debían, y ahora critican lo que es el resultado de su inacción. Vaya, lo del perro del hortelano.

Las condiciones de las visitas turísticas de este tipo de megabuques debe ser negociada con esos operadores turísticos cuanto antes por el Ayuntamiento al terminar con acordado por la anterior autoridad municipal de El Rialto. Pero a su vez es muy importante tener en cuenta que no puede prescindirse de ese tipo de visitas que sitúan a Valencia en el mapa, al igual que se hizo por parte del Botànic y del Rialto con otro tipo de ofertas turísticas o eventos de repercusión mundial. El valor añadido de ser situada Valencia repercute positivamente para el global de la oferta turística. Ya se perdió la formula 1 y se la quedó Madrid, o la Copa América de vela celebrándose ahora en Barcelona . No puede pasar ahora con este tipo de turismo, cuando Barcelona y Alicante permanecen con este tipo de cabotaje.

Pero también la alcaldesa, María José Catalá no puede esquivar la polémica. Lo tiene fácil. Ya respondió en la primavera pasada muy acertadamente en una entrevista en La Vanguardia, el medio publicado en la ciudad de Barcelona. Ahora debe responder haciendo frente a un desafío actual de la izquierda con la contundencia debida. Su respuesta la espera la ciudadanía, a pesar del bien hacer de sus concejales.