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El PSOE volviendo a las andadas

Descompuestos, pero vivos. Así andan, ministros y dirigentes, en comparecencias, declaraciones o entrevistas en radios y plató

El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, atiende a los medios de comunicación.Juan de Dios Ortiz

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Ha suscitado enorme interés, no exento de cierto morbo, la reciente entrevista televisiva al ticket González/Guerra, artífices de la imponente victoria socialista, tras la primera transición protagonizada por Suárez y la UCD, y lo que tuvo de contundente alternancia gubernamental y, también, de cultura democrática. O consolidación del aprendizaje tras la desaparición de la dictadura. Uno en modo presencial, y otro en imagen, (por cuestiones de agenda, es de suponer) expusieron con similar seguridad, pasión y coincidencia, reflexiones y posiciones decidida y decisivamente críticas con la dirección nacional del partido. Y con el propio Gobierno.

Si González, fiel a su propio estilo, dejó ese titular sobre los nombres de sus hipotéticos sustitutos del líder y las consecuencias que tendría hacerlos públicos, no se quedó Guerra atrás cuando en torno al asunto de la condenas de etarras, abochornando de paso al PP por su torpeza, sentenció sobre la pérdida generalizada de calidad en la política. Tendrá razones el primero. Al segundo no le falta ninguna. 

A esa hegemonía, cómodamente ejercida durante las primeras legislaturas dieron término episodios tan oscuros en lo económico con los casos de Rumasa y Galerías Preciados, Roldán en lo político y, en lo más reservado y delicado, los GAL. El caso “mi hermano”, pionero en corruptelas gubernamentales y conseguidores, se saldó con la dimisión del vicepresidente y la ruptura definitiva del tándem de éxito.

Supo aprovecharlo Aznar con el famoso “váyase señor González”. Y más pronto que tarde González fue. En la debacle posterior, aunque también en los propios antecedentes que la provocaron, se inició la descomposición moral del PSOE a cuyos epígonos estamos asistiendo. Es innecesario insistir en la figura nefasta de Rodríguez Zapatero, tanto como recordar la opinión de González sobre el segundo presidente socialista. Hay una derivada obvia cuando llama “ese canalla” a Maduro. Aunque su aplomo lo hiciera compatible con un gesto de cansancio a la vez. O de cierto repelús.

Y el caso Ábalos apunta por otros graves derroteros. Si en uno se mantuvo la incógnita de la X, en el más reciente se introduce la del 1

Las cosas no han mejorado para el partido que celebraba a bombo y platillo “100 años de honradez” en 1979 y cobraba sus mejores frutos apenas tres años después. Se han complicado bastante y cada año reciente parece restar honradez al último balance. Aunque evitando recordar el papel jugado en la II República, y su insignificancia durante el franquismo, cuando se llamaba revisionistas a los comunistas de Carrillo.

El ámbito familiar de conseguidores cerca hoy al propio presidente y no parece -ya reflexionó al respecto durante cinco días de vacancia- que vaya a seguir la estela del vicepresidente de entonces con su hermano. El caso del ministro de interior socialista José Barrionuevo, hijo del vizconde de Barrionuevo, y su condena -González fue a despedirle y abrazarle a la puerta de la cárcel- fue muy distinto al de Chaves y Griñán, como también lo han sido las consecuencias penales de uno y otros. Y el caso Ábalos apunta por otros graves derroteros. Si en uno se mantuvo la incógnita de la X, en el más reciente se introduce la del 1.

Aun así, el fondo de la cuestión es todavía de mayor trascendencia porque la deriva presidencial y gubernativa ha demostrado ya, y con indolencia, que no contempla límite alguno que le resulte adverso. No hay terreno, sea económico, político o moral que quede fuera de dominio. Dejando tibios los antecedentes en la materia. Mientras, el aparato monclovita y la apesebrada ralea de propagandistas de una suerte de fe laica, garantizan un suelo de electores que los mantiene vivos. Descompuestos, pero vivos. Así andan, ministros y dirigentes, en comparecencias, declaraciones o entrevistas en radios y platós, como una suerte de zombis políticos, peligrosamente adictos al poder.

Y así volvemos a las andadas y seguiremos teniendo que restar en el ábaco de honradez del partido que fundó Pablo Iglesias, en el que han militado personas de la dignidad de Joaquín Leguina y Nicolás Redondo. Y, hasta el final de sus días, aunque crítico, Toni Asunción. Lamentable. Muy lamentable.