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Valencia, candidata a Ciudad Internacional de la Mediación

El momento no puede ser más propicio, cuando el desacuerdo anda generalizado y el conflicto parece abonarse a diario. Tanto a nivel mundial como local

M. Guillaume-Hofnung, A. Guerrero y R. Monzó

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En el marco de la celebración del Día Mundial de la Resolución Pacífica de los Conflictos, tuve el honor de ser invitado al acto de entrega de los Premios Lysístrata 2024, otorgados por IMGH Formation & Mediation y MED 21 (Programme MED21) y el auspicio de la Asociación Valencia/Mediterráneo para la UNESCO, y la propia UNESCO. Ello en el marco también, para la proclamación de Valencia como Ciudad Internacional de la Mediación.

La idea no es sorprendente ni nueva. Valencia, con su Tribunal de las Aguas -como lo es Orihuela con su Jurado Civil de las Aguas- acumula prácticamente un millar de años de exitosa experiencia en la mediación de conflictos en el uso de un bien tan preciado, en un trabajo tan noble como es la agricultura. Y no es nueva porque también estuve presente cuando Federico Mayor Zaragoza, Presidente de la Fundación Cultura por la Paz, la puso sobre la mesa con motivo del 25 Aniversario de la Declaración de Responsabilidades y Deberes Humanos, suscrita en esta ciudad e impulsada por el Ayuntamiento presidido por Rita Barberá, tras intensos y relevantes congresos.

Declaración y propuesta fueron bienvenidos por el Consell Valencià de Cultura al que me honro en pertenecer, una de cuyas antiguas vocales, Rosa María Rodríguez Mazda, ha jugado un papel determinante.

En el acto, Mayor Zaragoza se dirigió mediante grabación a los presentes y, naturalmente a los premiados, en un entrañable francés, con la sensibilidad habitual de sus razonamientos. Y con la misma contundencia.

No es casualidad, sino afortunada coincidencia, que Francisco Almenar Cubells, en su calidad de Presidente, recibiera la distinción otorgada al Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia. Implícito reconocimiento a la ciudad.

Con él, fueron laureadas la Presidenta y Cofundadora de Guerrières de la Paix, Hanna Assouline y la Directora de País-Palestina Search for Comoon Ground, Huda Abuarqoob, de manos de la Directora del Instituto de Mediación Guillaume-Hofnung, Michele Guillaume-Hofnung.

M. Guillaume-Hofnung y F. Almenar

La calidad humana de los galardonados amerita el esfuerzo constante de Valencia/Mediterráneo, con su Presidente Rafael Monzó a la cabeza, y la presidencia de honor de Alberto Guerrero, que ostenta la Presidencia de la Federación Española de Asociaciones y Clubes de la Unesco. Y ambas cosas son un soporte sólido para esta nueva oportunidad cultural y humanística de Valencia.

El momento no puede ser más propicio, cuando el desacuerdo anda generalizado y el conflicto parece abonarse a diario. Tanto a nivel mundial como local. Y, si se me permite un cierto optimismo, los actuales mandatarios, en el plano autonómico como en el municipal, están empeñados en su actitud de diálogo y negociación en el ejercicio de un gobierno responsable.

Ignoro los filtros necesarios y los organismos decisorios en una elección como la que se deduce de ambas oportunidades, pero no su envergadura y trascendencia. De manera que animo en mi modestia a unos y otros a consensuar una acción común que lo persiga. Sería, en si misma, la mejor acreditación postulativa.

Como en el Cant dels ocells de Pau Casals que interpretó la violinista Chani Stroobant, el canto a la libertad y la certeza que habita en la mediación del conflicto y el desistimiento de la violencia, retumbó pacíficamente en la hermosa sala principal de la Beneficencia.

El abanderamiento de la iniciativa que ejerce la Asociación Valencia/Mediterráneo para la UNESCO no sólo merece el aplauso, sino el seguimiento y apoyo, en consecuencia, con nuestras “responsabilidades y deberes humanos” como valencianos.