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Mercurio en el pescado

Los peces más grandes son los que por su larga vida van acumulando mayores cantidades del metal.

El mercurio en pescados y mariscos puede estar relacionado con un mayor riesgo de ELA.

Publicado por
Raúl Martínez*

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La creciente contaminación de los mares pone en riesgo nuestra salud. Muchos de los alimentos que de ellos se extraen contienen sustancias químicas nocivas. De entre ellas, una de las más tóxicas, es el mercurio. Un metal pesado singular. En condiciones normales de temperatura es un metal líquido que presenta unas características químicas que lo hace tremendamente volátil. Se incorpora a la

atmósfera en forma gaseosa, siendo transportado a grandes distancias para después, arrastrado por la lluvia, contaminar las aguas de ríos y mares.

El mercurio se libera al medio ambiente por acción antrópica. Se origina en las actividades encaminadas a producir y transformar el metal, como la extracción minera y su posterior uso en diversos procesos industriales. Principalmente se forma por la depuración de gas natural, en la producción de la industria química, así como en la quema de combustibles fósiles en centrales térmicas, incineradoras y cementeras. Estas actividades favorecen su introducción de forma masiva en la atmósfera, aguas y suelos del planeta, aumentando con ello sus potenciales efectos adversos sobre la salud humana y el medio ambiente.

(*) Experto en Salud y Medio Ambiente. Biólogo

Por sus múltiples usos y aplicaciones se emplea para fabricar pinturas, baterías y pilas, lámparas fluorescentes, aparatos eléctricos y electrónicos, en la industria del plástico, en fitosanitarios y biocidas, en aparatos de medida como termómetros y barómetros, y en medicina como parte de vacunas, medicamentos y amalgamas dentales. Pero debido a su alta toxicidad las restricciones para la fabricación y prohibiciones de uso son cada vez mayores.

En Europa está prohibida la fabricación y comercialización de nuevos productos con mercurio, así como nuevos procesos de fabricación que impliquen el uso de este metal o de sus compuestos, excepto si existen beneficios significativos, y siempre que no existan alternativas viables al uso de este metal y que no impliquen riesgos para la salud y el medio ambiente.

El mercurio, en su viaje a través de la atmósfera, agua y suelo, sufre una serie de transformaciones químicas que lo llevan de la forma inorgánica metal hasta la forma orgánica, principalmente metilmercurio y dimetilmercurio, las más tóxicas para la salud. La metilación de mercurio inorgánico se produce por la acción de las bacterias en el agua y suelo. Una vez sintetizado entra en la cadena alimentaria al ser ingerido por las diversas formas de plancton y por los

succionadores de los fondos marinos que se alimentan de las bacterias. El plancton es el sustento base de gran número de especies de peces y crustáceos, ascendiendo el metil y dimetilmercurio al siguiente nivel de la cadena alimentaria.

La exposición a este tóxico daña el cerebro, corazón, riñones, pulmones y el sistema inmunológico.

Así sucesivamente. Los peces más grandes son los que por su larga vida van acumulando mayores cantidades del metal. Los depredadores acumulan el mercurio de sus presas. El metil y dimetilmercurio permanecen indefinidamente en el organismo. Son solubles en la grasa, acumulándose en el tejido adiposo. El pescado azul es el que concentra mayor cantidad de estas sustancias, esencialmente en las vísceras y en la grasa. La concentración del metal en los tejidos aumenta con el tiempo. Así, las especies que ocupan un nivel superior en la cadena alimentaria

acumulan diez veces más mercurio que la de las especies de las que se alimentan. Este proceso se denomina biomagnificación.

Los efectos nocivos del mercurio se conocen desde el siglo pasado. En 1956 se produjo una intoxicación masiva por el consumo de pescado contaminado en la bahía de Minamata (Japón). Una empresa química vertía directamente en el agua de la bahía el mercurio que empleaba como catalizador para la producción industrial. La exposición a este tóxico daña el cerebro, corazón, riñones, pulmones y el sistema inmunológico. En niños produce toxicidad neurológica, afectando principalmente a la función cognitiva, la memoria, la función visual- motora y al lenguaje. Incide negativamente en las primeras fases del desarrollo del sistema nervioso del feto, y continúa incidiendo en el desarrollo hasta los 10 años.

Ingerimos mercurio por el consumo de pescado y marisco. Las especies de pescado en las que se ha comprobado la presencia de altos contenidos de este metal son el pez espada o emperador, el atún rojo, el tiburón en sus distintas especies, como el cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera. Por el contrario, las especies de pescado más seguras por sus bajos niveles de mercurio son la

sardina, el boquerón, el besugo, la dorada, salmonete, bacaladilla y el calamar.

La forma más eficaz de minimizar la exposición al mercurio, evitando los efectos tóxicos que para la salud acarrea, es limitar el consumo de aquellas especies de las que se sabe con certeza que contienen un alto contenido de este metal.

Raúl Martínez

Experto en Salud y Medio Ambiente. Biólogo