Mascletá y caretas
"Me fabricaré una careta con la cara de Mateu Lahou, mismamente, para gozar el pasacalles mientras bailo la conga de la trigésimo cuarta. A la salud de Piqué, por supuesto, que tendría que aguantarme a cara descubierta".
Cuando algún aficionado culé decidió celebrar el descenso a Segunda del Espanyol con fuegos artificiales que iluminaban el cielo de Barcelona, el madridismo no pudo disimular una sonrisa: esa pirotecnia, empleada como mofa y escarnio hacia el vecino, posiblemente fuera la que tenían almacenada para celebrar el título liguero. Un título liguero que ahora mismo tienen en chino, como el propietario del club perico. Con lo que eran ellos y para lo que han quedado.
Para tirar fuegos artificiales han quedado, sí. Los mismos fuegos artificiales arbitrales que, desde el regreso del fútbol postpandémico, lleva lanzando Gerard Piqué para infravalorar al que ahora mismo tiene pinta de que acabará por ser el campeón. El Madrí. Me consta, por algún amigo común, que Piqué es una persona sumamente inteligente, y lanzó sus cohetes al aire en el momento exacto, cuando peor jugaba su equipo y cuando parecía inevitable que sucediera lo que acabó sucediendo: que perdería el liderato.
En cuanto se consumó el hecho de que los de Setién se pegaban un par de atragantones ligueros, todos aquellos que guardaban tracas en el trastero se sumaron a la fiesta. Y así ha sido. En la mascletá de Piqué, Valencia, Athletic y hasta el Atlético, que se apunta a cualquier fiesta donde te pongan una chapita azulgrana, han pegado unos cuantos petardazos para incrementar el ruido.
Mientras, el Madrí sigue a lo suyo, que incluye tener a Hazard de visitador médico (qué ruina de fichaje, algún día tocará hablar sobre este desastre) y a Jovic haciendo más trastadas que Guillermo el Travieso. El calendario parece cuesta abajo y el título liguero se acaricia con la yema de los dedos. Dicen los que saben de esto que habría celebración moderada en caso de que LaLiga caiga del lado blanco, pero yo si fuera perico aprovecharía para lanzar un par de cohetes al cielo de Barcelona. Como no lo soy y me tengo que limitar a ser del Madrí, me fabricaré una careta con la cara de Mateu Lahoz, mismamente, para gozar el pasacalles mientras bailo la conga de la trigésimo cuarta. A la salud de Piqué, por supuesto, que tendría que aguantarme a cara descubierta.