Una vela a San Valtteri
Hamilton consiguió la 93ª victoria de su carrera y en la próxima carrera se hará con el séptimo Mundial. Sainz acabó en esa misma posición, la séptima en el Gran Premio de Emilia Romagna.
Récord de 93 victorias, con ésta del GP de Emilia Romagna celebrada en el aperitivo del sábado en Imola (Italia), y dentro de unos días (a menos que el COVID-19 lo impida), siete títulos de campeón del mundo, tantos como Michael Schumacher. Lewis Hamilton está ya en el pináculo de la máxima categoría del mundo del motor sobre cuatro ruedas, la Fórmula Uno.
Pero una parte ingente de esas victorias y títulos han llegado gracias a Valtteri Bottas, el finlandés errante, San Valtteri de las Extrañezas, al que le debe poner una vela antes de cada carrera. Cuando al otro lado del box no hay rival y,cuando puede serlo no le pasan nada más que cosas raras, todo es más fácil. Bottas acabó segundo y tercero, Ricciardo, el australiano sin botas tras un accidente por rotura de Verstappen. Sainz, estancado en el trenecito de un Gran Premio muy aburrido, acabó séptimo sumando otro puñado de buenos puntos para seguir engordando la cuenta.
La carrera fue un tostón desde el principio: Bottas salió bien desde la pole, Hamilton mal desde la segunda posición y Verstappen aprovechó para superar al británico y encaramarse a la segunda posición. Detrás, en un trenecito a un segundo de distancia, todos los demás, sin poderse adelantar, sin alteraciones salvo que Sainz se deshizo de su compañero Lando Norris en una excelente maniobra. Un poco más atrás, Checo Pérez, Kimi Raikkonen y Antonio Giovinazzi, comenzaban a maximizar su elección de neumáticos y la gestión de los mismos.
Todo empezó a desencadenarse con las paradas en boxes. Mercedes, que con los puntos cosechados en esta carrera es campeona del mundo de constructores otra vez, metió en el box a Bottas a cambiar gomas pero no a Hamilton. De repente, un mensaje de radio para el finlandés: “tienes dañado el fondo plano y has perdido carga aerodinámica, desde la segunda vuelta en la curva siete”.
Lo que estaba siendo una carrera sin tacha del finlandés acabó, de nuevo, en un bajón de rendimiento inesperado quién sabe por qué. Pero son ya demasiadas veces. Bottas, para colmo, se pasó un par de veces de frenada en la Variante Bassa y a la segunda Verstappen le adelantó para colocarse segundo: por delante, Hamilton había aprovechado el tapón del finlandés para hacer un undercut a ambos y situarse primero.
Cuarto, por cierto, marchaba el Checo Pérez, brillantísimo de nuevo en la gestión de gomas y en su ritmo de carrera mientras Lance Stroll volvía, una vez más, a demostrar que sin su padre estaría corriendo la Fórmula Fiat Punto, con suerte. Sin embargo, el Checo perdió el podio porque Verstappen sufrió una rotura en el tren trasero que acabó con su Red Bull atrapado en la grada de Tamburello y un safety car de muchas, muchísimas, vueltas porque también se accidentó Russell cuando su Williams parecía que podía arañar por fin un puntito. El británico se estrelló calentando sus gomas duras frías, en un error de novato. Pero de novato ambicioso, y eso puntúa.
Sólo tres pilotos decidieron no cambiar gomas durante el safety car, y Ricciardo se encaramó a la tercera plaza del podio con su Renault. Y ya no lo perdió. La relanzada fue bastante sosa porque en Imola es casi imposible adelantar, pero sí dio tiempo a que Albon volviera a evidenciar que el Red Bull le viene, de momento, grande. Sainz remontó hasta el séptimo lugar con Norris por detrás. Pero el McLaren, que nadie se engañe, ha perdido empuje en la zona media y ahora mismo no destaca ni para bien ni para mal.
Apetece ver a Carlos en una Ferrari que casi mete a sus dos coches en los puntos, pero un desastroso pitstop de Vettel volvió a condenar al alemán, igual de descentrado que de perseguido por la mala suerte, al furgón de cola del Gran Premio con Leclerc cuarto.