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La bolera

Esa Superliga europea con la que sueña, entre otros, Florentino Pérez para su Real Madrid, sería una Liga con un campeón y diecinueve puestos sin premio o castigo, y eso suena a chufla.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, con el trofeo de la Youth League, conseguido este pasado verano.

Publicado por
Miguel Queipo

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Los voceros lo tienen claro: por el horizonte asoma una Superliga Europea de fútbol. Aunque también se le podría llamar la bolera, la del hortera, el lugar de esparcimiento del que se cree nuevo rico porque le ha caído en herencia un ático en El Encinar de los Reyes y allí que se ha ido con la furgoneta y la colección de casetes de Los Chichos, justo al revés que la fabulosa Schitt’s Creek.

Nos cuentan que algunos clubes europeos, los que se consideran “los más importantes del Continente” por la gracia de quién sabe quién, van a conformar una competición propia, privada, cerrada, que los nuevos ricos son muy exquisitos y las aceitunas se las comen de las caras, de las rellenas, y no quieren compartirlas con nadie. El deporte del pueblo ignorando al pueblo para incrementar el income y el revenue, que es como los reyes del pelotazo llaman a los ingresos y a los beneficios para dárselas de políglotas.

La idea podría tener un pase. Pero es que no lo tiene y, vistos los tres primeros trancos de sus andares, el toro debe ser devuelto a corrales por manso y porque no es un toro, sino un gato. Miau. Primero, porque los presuntamente impulsores de la competición pretenden, además de jugar esa Superliga, seguir disputando las Ligas nacionales, y encima con equipos descafeinados, de relleno, pero para seguir trincando pasta de todos lados. Como si les fueran a dejar.

Segundo, por el propio formato de competición: una liga podría hasta tener sentido, aunque una Liga con un campeón y diecinueve puestos sin premio o castigo suena a chufla, pero lo de una Final-8 en una sola sede hace prácticamente inviable que los aficionados a esos equipos puedan acudir al evento. Tres entradas (cuartos, semifinales y final), estancia de seis noches, manutención y viaje, para el aficionado de a pie. A algunos no les gustan los presidentes-jeque, pero están convencidos de que los hinchas-jeque son los chipén, los que interesan.

Y tercero, porque los deportes profesionales, y esto implica a todos, han sufrido un retroceso tremendo en las audiencias televisivas y no terminan de enganchar a las nuevas generaciones. La plataforma futbolística más importante en EEUU hace apenas 48 horas que reconoció unas pérdidas de 400 millones dólares en lo que llevamos de 2020. Y sin audiencias, ay, no hay dinero.

Queda, por cierto, un pequeño asunto por el que algunos han pasado de puntillas. Si la Superliga Europea pasa a ser el torneo más importante, el más lustroso, el que más refulge, ¿dónde van a parar las trece Copas de Europa del Real Madrid? ¿Serán valoradas como Copas de la UEFA?¿Como Supercopas o los Mundialitos? ¿Como un Teresa Herrera? ¿Contarán en el palmarés como las Copas Latinas ahora?

Dicen los que le conocen que Florentino Pérez tenía, desde que llegó por primera vez a la presidencia del Madrí, cinco obsesiones para construir su megalómano proyecto madridista. La primera era la de formar un equipo con jugadores de renombre, siguiendo la senda de Luis Usera (y no la de don Santiago Bernabéu, conviene recordar). La segunda pata era poder conseguir tantas Copas de Europa como el gran patriarca blanco, y justo es reconocer que quedarse a una sonaba a imposible y la cosa va 6-5, así que bien por él.

La tercera era montar una nueva Ciudad Deportiva aunque sea la única ciudad deportiva de un club social a la que no tienen acceso libre sus socios para tomar parte en actividades, pese a que pagan una cuota. La cuarta era edificar un nuevo estadio que se convirtiera en el eje central del negocio para conseguir después que le pongan su nombre. Y la quinta, ser el impulsor de una nueva competición para la elite europea pasando a la historia tal y como Bernabéu y L’Equipe lo hicieron con la Copa de Europa. La Superliga Europea. La bolera. En estas dos últimas anda ahora.

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