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Aquel día en el que el Atlético ya jugó en la Ciudad Deportiva del Real Madrid

El desaparecido Ramón Mendoza obligó al Atlético a jugar un partido de la Copa del Rey de 1987 en la Ciudad Deportiva del club. El rival era el ya desaparecido Real Madrid C.

Entrada del partido de Copa del Rey que el Atlético de Madrid disputó contra el Real Madrid C en la Ciudad Deportiva.

Entrada del partido de Copa del Rey que el Atlético de Madrid disputó contra el Real Madrid C en la Ciudad Deportiva.

Publicado por
Miguel Queipo

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Mañana, a partir de las nueve de la noche, se vivirá un derbi especial. Real Madrid y Atlético se citan en el Alfredo di Stéfano, el estadio más amplio de los situados en la Ciudad Deportiva madridista de Valdebebas. La pandemia sigue mandando y ese reducido campo ya se ha convertido en el feudo habitual del primer equipo merengue. Sin embargo, esta no será la primera vez que el Atlético de Madrid dispute un partido oficial en uno de los campos de entrenamiento del club blanco. Aquí va la historia.

Hay que remontarse a 1986. La Federación Española de Fútbol, entonces presidida por José Luis Roca, decidió cambiar el sistema de Copa del Rey para darle más fuste a la competición. El modelo a imitar, el de la FA Cup, claro. Duró una temporada la prueba, porque en 1987 se recuperó el sistema antiguo. Eliminatorias a partido único hasta octavos de final y 141 equipos participantes, entre Primera División, Segunda, Segunda B y Tercera.

Podían participar los filiales, lo que permitió que Real Madrid, Castilla (en Segunda División) y Real Madrid Aficionados, nombre por el que por aquel entonces era conocido el Real Madrid C, disputasen el torneo. El Madrid Aficionados pudo disputar la Copa por haber acabado la temporada anterior cuarto clasificado del Grupo VII de Tercera División, en el que también militaban Leganés (campeón el curso anterior), Getafe o Fuenlabrada, por citar otros clubes ilustres.

En aquel Real Madrid Aficionados, entrenado por un histórico del Real Madrid casi olvidado, Juan Gea, el hombre que descubrió a Butragueño cuando el Buitre aún jugaba en el Calasancio, destacaban futbolistas que luego fueron importantes como Santi Aragón o José Luis Pérez Caminero, que posteriormente triunfaría en el Atlético.

En las primeras eliminatorias el Madrid dejaría fuera al Valdepeñas y al Atlético Madrileño, cuya gran estrella era, por aquel entonces, Quique Estebaranz. Las cosas comenzaban a complicarse porque en la tercera ronda ya entraban en liza los equipos de Primera División, pero el Real Madrid Aficionados no se arredró y acabó, consecutivamente y en medio de una gran sorpresa, con el Racing de Santander y la Unión Deportiva Las Palmas.


Y llegó el Atlético…

Para eso aún quedaba. El partido de ida de octavos de final no tendría lugar hasta el 28 de enero de 1987. El sorteo fue diabólico y emparejó al Real Madrid Aficionados, un equipo amateur de Tercera División… con el Atlético de Madrid. Con el primer equipo, a cuyo filial ya había ganado en la segunda ronda. Y en una eliminatoria a doble partido. La ida se jugó en el Vicente Calderón. El equipo fue dirigido en ese primer partido por Jesús Martínez Jayo, quien había sustituido a una leyenda madridista, Vicente Miera, en el banquillo rojiblanco.

Ante 8.000 espectadores y con Vicente Calderón en el palco, el Atlético formó con Elduayen; Tomás Reñones, Ruiz, Arteche, Rodolfo; Julio Prieto, Landáburu, Marina, Rubén Bilbao; Julio Salinas y Uralde. En el segundo acto también jugaron Paco Llorente (padre de Marcos Llorente) y Quique Ramos.

Mientras, Juan Gea dispuso sobre el ya derruido estadio rojiblanco a Diezma; César, Ruiz, Pérez Hurtado, José María; Mediavilla, Aragón, Alcaraz, Mantecón; Vallejo y Caminero. El partido fue una guerra: el filial madridista endureció el juego muchísimo, y un gol de Julio Salinas pareció templar los ánimos. No pasó gran cosa en el partido, salvo las incontables faltas madridistas, que adolecieron de una agresividad mal entendida, y la enorme pitada de los rojiblancos a su equipo, incapaz de triturar en casa a unos aficionados con la camiseta del eterno rival. Al final, 1-0 y a la espera de la vuelta.

Ese segundo partido se programó para el 11 de febrero. Y Ramón Mendoza, presidente madridista, hizo sufrir al Atlético una de las mayores humillaciones de su historia. No se doblegó ante la presión mediática ni federativa y el encuentro de vuelta entre el Real Madrid Aficionados y el Atlético de Madrid se jugaría en el Campo 3 de la Ciudad Deportiva, no en el Santiago Bernabéu, ni siquiera en el campo 1 del recinto, donde entrenaba el primer equipo y tenía graderío aunque fuera de cemento, un edificio propio para vestuarios y párking. Allá, al final de La Castellana, en un recinto sin gradas, sin techar y en vestuarios compartidos con otros campos de entrenamiento.


Luis Aragonés y Quique Setién, en la vuelta

Los locales repitieron once: Diezma; César, Ruiz, Hurtado, José María; Mediavilla, Aragón, Alcaraz, Mantecón; Vallejo y Caminero. También jugarían Toledano II y Josito. El Atlético, mientras, tenía nuevo entrenador: el ya tristemente desaparecido Luis Aragonés, ex canterano blanco y posteriormente exitoso seleccionador español. Zapatones alineó en la Ciudad Deportiva, ante 9.000 espectadores, a Mejías; Clemente, Arteche, Sergio, Rubén Bilbao; Marina, Landáburu, Quique Ramos, Paco Llorente; Julio Salinas y Da Silva. También jugaron Quique Setién y Uralde.

Un gol de Vallejo, de nuevo en un partido accidentado, esta vez con el rojiblanco Arteche repartiendo estopa a diestro y siniestro, igualó la eliminatoria y el sueño de alcanzar los cuartos de final estuvo presente unos minutos sobre el campo. Exactamente, cuatro, el tiempo que tardó el Polilla Da Silva en hacer el empate. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo para los rojiblancos: Julio Salinas antes del descanso hizo el 1-2 a pase del uruguayo y Marina falló un penalti tras el descanso antes de marcar el 1-3 definitivo.



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