Sainz dice adiós a McLaren a lo grande en el paseo de Verstappen
El Mundial de Fórmula 1concluye con Carlos Sainz sexto en la clasificación y con el mismo puesto en la última carrera. El año que viene regresará con Ferrari.
Fue un paseo. Lo de Verstappen, claro. El holandés tuvo uno de esos fines de semana perfectos cuando Mercedes decide desaparecer y no desperdició la ocasión de ganar el GP de Abu Dhabi por delante de Bottas y Hamilton. Carlos Sainz acabó sexto (aunque su puesto está pendiente de una investigación que salvo sorpresa no cambiara nada) y, con los resultados de sus competidores, contribuyó decisivamente a que McLaren, la escudería a la que ya no pertenece porque desde el final de esta carrera es piloto de Ferrari, acabara tercera en el Mundial de Constructores.
De aquel chaval que aterrizó en el carro de polos papaya hace dos temporadas, uno de los dos peores monoplazas de la parrilla, al que ahora llega a Ferrari hay para escribir un libro. Carlos Sainz llegó a McLaren casi aferrándose al tablón de salvación tras la llegada de Ricciardo a su asiento en Renault, y se marcha dejando a los de Woking con nuevos inversores, terceros en el Mundial, con motores Mercedes a partir de la próxima temporada… mientras da el salto al asiento que todos quieren, el de un Ferrari. La Leyenda es la Leyenda.
Sainz ha tenido que lidiar contra mil problemas. Los primeros, los de la Prensa del motor británica, los reyes del motorsport. Volcados con Lando Norris, el elegido, eso de que un españolito le mojara la oreja dos años seguidos no ha caído demasiado bien. Al menos fueron capaces de que nadie lo viera la pasada temporada, cuando el hijo del Matador no salía en pantalla jamás. Si no sales, no existes, debieron pensar. Pero en Maranello le tenían el ojo echado.
Con todos los problemas en pitstops pasándole a él y nunca a su compañeros, jamás elevó una palabra por encima de su tono franco, directo y sincero. Carlos Sainz es un racer, y la única forma de competir es apretar los puños, bajar la visera y dar gas. Eso ha hecho. Este año, y pese a que en el inicio de la temporada pareció haberle mirado un tuerto, ha vuelto a terminar por delante de Norris en todo. Ferrari se lleva un diamante en bruto que en Abu Dhabi acabó sexto (justo tras el alerón trasero de su compañero de equipo) pero llevando el coche a casa para asegurar el tercer puesto de los papaya en el Mundial de Constructores gracias a que Racing Point, futuro Aston Martin, sólo quieren ver refulgir al hijo del dueño, un Lance Stroll que está para dar vueltas con un coche de Scalextric y poco más.
La carrera en sí tuvo poca historia. Vertappen salía desde la pole con Bottas y Hamilton por detrás y así se mantuvieron los tres toda la carrera. Un coche de seguridad provocado por el abandono de Pérez hizo que las estrategias de los tres primeros fueran clavadas y no hubo ninguna historia que contar. Simplemente, que tras la tormenta de Bahrein la semana pasada, Mercedes tuvo uno de esos fines de semana que le pasan de vez en cuando, y en que no gana. Y dejando una sensación rara en el ambiente.
Hamilton volvía tras haber pasado el COVID pero sin cumplir los catorce días de cuarentena que presuntamente eran obligatorios. Y eso provocó que Russell, que tan gran sabor de boca dejó el fin de semana pasado, haciendo ver que es un gran piloto, mejor que Bottas, y que cualquiera con un Mercedes se puede pasear y tener opciones a la victoria, volviera a Williams. El cuestionadísimo Bottas, qué casualidad, por fin acabó por delante de Hamilton en entrenamientos y carrera. Ratificado para el año que viene, no perderá su asiento. Los designios de las Flechas Plateadas son inescrutables. Pero huelen fatal.