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El artículo 36.2.b

En la Asamblea de Socios del Real Madrid de hoy se representará el enésimo requiebro a los Estatutos del que, parece, se ha comprado el club gratis.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid.

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MIguel Queipo

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Esta mañana de 20 de diciembre tendrá lugar, de manera telemática y gestionada por Indra, la Asamblea Ordinaria y Extraordinaria de Socios Representantes del Real Madrid. Un número aproximado de 2.200 socios son los encargados de velar por la integridad de la Junta Directiva del club y por la buena praxis en su gestión, pero esta Asamblea, que pese a ser telemática es privada, no pueden presenciarla a través de su ordenador ni siquiera los socios del club, esos mismos que según Florentino Pérez, presidente blanco, son los dueños de la entidad.

Una lástima, porque se perderán el enésimo ejercicio económico-funambulístico de los mandamases del club de Concha Espina. Las cuentas serán como sean, y se aprobarán por unanimidad, a lo Maduro en Venezuela. No hay oposición y si alguien tose, se le deporta. Los socios se quedarán sin ver un espectáculo sin parangón, la enésima medalla de oro de Salto de Estatutos de esta Junta Directiva. Y con la complicidad de los Socios Representantes, que votarán “sí” a lo buen paracaidista.

Me toca ser un poco farragoso, y no es mi intención empeorar este texto. La Junta Directiva reconoce haber solicitado 205 millones de euros de financiación entre los meses de abril y mayo, desglosadas en cuatro préstamos bancarios y una póliza de crédito. Por supuesto, la Junta Directiva está en todo su derecho de ejercer todas las acciones imprescindibles para el buen funcionamiento de la entidad. Pero resulta que el Real Madrid dispone de unos Estatutos Sociales en vigor, que pueden leerse en su propia página web. Y el artículo 36.2.b (que no conocerá ni el cinco por ciento de los Socios Representantes, y exagero) señala, textualmente, que “(…) Corresponde a la Asamblea General Extraordinaria decidir sobre: (…) Tomar dinero a préstamo cuando exceda de acto de administración ordinario, por exceder su cuantía del veinte por ciento del presupuesto”.

El Real Madrid, en abril y mayo, por aquello del COVID, tenía presupuestados desde octubre de 2019 822,1 millones de euros para el ejercicio 2019-2020. Es decir, que ha solicitado préstamos por valor del 24,93 por ciento del presupuesto. ¿Recuerdan ustedes alguna Asamblea Extraordinaria? Yo tampoco. Podría ser, por dar una nueva posibilidad de que haya sido una malinterpretación, que haya que ajustar el porcentaje a los 714,9 millones reales de ingresos del ejercicio 2019-2020. Pero entonces la cosa sale peor: 28,67 por ciento. Y sigue sin existir esa Asamblea Extraordinaria, mecachis.

No soy quién para convencerle a usted, estimado lector, de si lo expuesto ahí arriba es legal, ilegal o alegal. Son hechos y cada uno los interpretará como quiera, y eso mismo es lo que yo hago: a mí me parece de una inmoralidad manifiesta. Ojalá haya un solo socio representante, sólo uno, que se lo afée a esta Directiva. Porque es el enésimo requiebro a los Estatutos del que, parece, se ha comprado el Real Madrid gratis, sin poner un euro, pidiendo créditos disparando con la pólvora del Rey. Y el mismo que ha modificado los Estatutos a su antojo para, en una enorme lección de misericordia y caridad, evitar a los socios la posibilidad de que voten de manera errónea en unas elecciones democráticas y puedan depositar su sufragio para apoyar “a un jeque”. Mejor que no haya candidatos para evitar que fallen. Oremos.

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