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El fiasco de la Superliga para 'dummies'

El secesionismo implícito en iniciar la aventura sin contar con ninguno de los actores principales del fútbol europeo es lo que ha triturado este dantesco espectáculo.

El fiasco de la Superliga para 'dummies'

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Miguel Queipo

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He sido, soy y seré, no pienso esconderme, totalmente contrario a la creación de una Superliga Europea. O Mundial, si se tercia. Pero desde estas líneas pretendo explicar, de manera sencilla y casi para dummies, las malas decisiones que han llevado al fracaso a una apuesta tan arriesgada como separatista.

Precisamente eso, el secesionismo implícito en iniciar la aventura sin contar con ninguno de los actores principales del fútbol europeo, es lo que ha triturado al dantesco espectáculo ofrecido desde el pasado 18 de abril por parte de unos clubes que, de repente, se han dado cuenta de que ellos solos no son nada porque forman parte de un ecosistema. Quizás sean el león, pero el león sin pasto donde yacer, gacelas para comer y agua fresca que beber no es nada más que un león mortis calavera, que diría Sergio Fernández.

El proceso rupturista, tan violento en sus formas, no podía iniciarse sin un plan de negocio perfectamente definido, pero no lo había. Aseguraron que el banco JP Morgan estaba detrás, pero se les olvidó decir que exclusivamente lo estaba como prestamista. Lo que iba a aportar, 3.500 millones de euros, para iniciar la competición había que devolverlo por un módico tres por ciento anual. Eso para una empresa podría ser asumible.

Pero… Real Madrid y Barcelona no son empresas y al menos el primero especifica en sus Estatutos que tomar dinero a préstamo por encima del veinte por ciento de su presupuesto anual debe ser aprobado por una Asamblea Extraordinaria de Socios Representantes (artículo 31.b.2). Echando la cuenta de la vieja, los quince clubes fundadores salían a 233 kilos cada uno. Y el presupuesto del Madrid de este año es de 617 millones de euros. Esa cantidad, pues, representa el 37,81%.

Aleksander Čeferin, presidente de la UEFA

No voy a aburrirles con números. Vamos a lo mollar. En Europa, los grandes operadores televisivos con intereses en el fútbol son BT y Sky (Reino Unido), Canal + y BeIN (Francia), Amazon y DAZN (Alemania), Movistar (España) y Sky y DAZN (Italia). Todos ellos con contratos firmados con sus respectivas competiciones domésticas… y con las actuales competiciones europeas de clubes. Los fundadores de la Superliga querían que otros actores, como Facebook, Amazon y Netflix entraran a competir en el mercado para generar más ingresos…

Pero estos han decidido pasar olímpicamente del fútbol, sus miras están en otros lados de la industria del entretenimiento, y así lo han comunicado oficialmente. Los operadores tradicionales, mientras, han mostrado su respeto a los acuerdos alcanzados con las competiciones actuales (los contratos no pueden deshacerse, claro) y conocedores de que en el mercado hay el dinero que hay para pagar derechos televisivos, y ni un céntimo más, no han apostado por la nueva competición.

Por supuesto, no han contado con UEFA y FIFA, o con Ligas nacionales, por eso ha sido un golpe secesionista, pero es que tampoco han contado con sus patrocinadores. Imagínense la cara de Adidas. Adidas, empresa que destina miles de millones de euros a patrocinar a FIFA, UEFA, Copas del Mundo, campeonatos internacionales, camisetas de selecciones y equipos, de repente se ve golpeada en el epicentro de su negocio por varios clubes (Real Madrid, Juventus, United, Arsenal), que pretenden dinamitarlo.

¿Se imaginan la cara de Movistar, patrocinador técnico del club blanco y tenedor de los derechos audiovisuales de Liga y Champions en España, después de que la entidad tratara de crear otra competición a espaldas de su gran apuesta televisiva, depauperando el valor de este último producto? Alguien debería preguntarse en qué lugar quedan los clubes secesionistas a ojos de sus patrocinadores, a los que han traicionado. Y más aún por su imagen: las marcas se alían a determinados equipos por sus valores… y por los valores que van unidos al deporte. Valores que fueron pisoteados en este affaire de tres días.

Tampoco han contado con el resto de clubes. Ni con los aficionados. Que son, cosa que curiosamente nadie ha querido comentar, los que iban a pagar la fiesta. Sí, verían unos partidos fenomenales en octubre, un apasionante Juventus- Tottenham decisivo por la novena plaza de la liga regular, pero los paganinis son ellos. Si los clubes cobran cuatro veces más, ¿de qué bolsillo saldría ese dinero?

Pues esos aficionados han dicho que no. Que si necesitan dinero, que recorten gastos. Como hacen ellos. Y que si no hay para langostinos, la sopa de tomate tampoco está tan mal y da para ir tirando en el día a día. Sobrevivir. Y estamos en época de supervivencia, no de entrar como Tejero en el Congreso, que luego hay que arreglar los desconchones en el techo.

Desconchones que no se arreglan mandando al presidente de esa Superliga a un programa nocturno de la televisión española (que no es culpable de nada, faltaría más) a balbucear cuatro frases hechas y no aclarar nada. No, la comunicación tampoco fue precisamente un éxito…

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